| 
|
| PUBLICIDAD
|
Antes ocurrÃa; ahora aún más...
¿Qué digo? MuchÃsimo más, a diario, en todo tipo de sectores, y hasta en el "tú a tú" en una cafeterÃa...
"El silencio", pero no ese silencio sepulcral y diáfano que recitaba y sugerÃa mi compañera y amiga, M. Carmen Mañas, hace unos años.
No... se trata de un silencio más abstracto; el que ensordece a uno mismo; el mismo que pretende sellar la boca, a toda costa, a quien tienes delante porque opina de forma parcial o totalmente diferente a la tuya.
Da igual el tema; da igual la excusa; da igual el principio; da igual que lleve su razón o su parte de razón.
Y aquà viene mi gran pregunta en diferentes versiones, filtrada desde los tiempos de los mÃticos maestros filósofos: ¿Quién demonios ostenta la verdad? ¿Quién lleva más razón que quién? ¿Quién merece el trono de la sensatez, si no existe muchas veces ni el detenimiento?
En polÃtica, por ejemplo, no solo ocurre igual, sino al por mayor y en serie.
En muchas ocasiones, ¿cómo se pretende gestionar desde la atención al ciudadano, si ni siquiera se le escucha y acoge como debe? De igual forma, ¿cómo se pretende llegar a consensos, si muchas veces prima la testarudez, la ofensa, el hermetismo y el "postureo" más tóxico en ciertos sillones?
Para gestar, lo primero que hay que hacer es escuchar, por supuesto, sin dejar de escucharse a uno mismo; pero "escuchar" y no oÃr o, sencillamente, exponer un monólogo.
Este fin de semana pasado, hablando entre amigos de diferentes ideologÃas, surgÃa la siguiente confirmación, más que reflexión, global: uno de los enormes males que presenta la polÃtica ahora mismo, y hasta el contexto social en sÃ, es la "incomunicación", y, buena parte de ella, se sustenta en la telefonÃa móvil (qué cosas...), el narcisismo mediado, el "comodismo" (Ãntimo amigo del "inmovilismo"), la soberbia disfrazada de humildad, el teatro sobreactuado y - apunten muy bien esto - la mentira crónica.
El último concepto hace, precisamente, referencia al "cáncer" más letal al que ha de someterse de una vez dicho sector, pues lo está llevando al vórtice del populismo más problemático y de la segregación más innecesaria y burda vista jamás.
O nos vamos escuchando unos a otros, sobre todo desde abajo, independientemente de la ideologÃa, anotando con tinta fresca los deberes colectivos, o las siglas acabarán reducidas a "salsa rosa putrefacta", y perdonen la expresión.
Fran GarcÃa
(Escritor)
|
