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Mi perro, Nicolás Marcelo, -no era merecedor de llamarle Bertín Osborne ya que suponía una verdadera putada para mi mascota -clavando sus uñas en las baldosas de mi planta baja, se me acerco a mí en plan rogativa como diciéndome: “Ya le he vuelto a liar…” Lo mire fijamente y salí a la calle como presagiando que efectivamente…, la ha vuelto a liar.
Ya en la calle, encontré a una mujer togolesa- de Togo, aclaro - que se echaba mano a su pierna derecha: Por lo visto, según testigos, Nicolás, le había mordido en el tobillo. La mujer al saberme dueño del perro no paraba de explicarme, en su idioma, el Ewé, la incidencia. Cansado de escucharla y no entenderla le pregunte si podía expresarse en ingles intentando escurrir el bulto.
-¡Yes! – contestó de mal talante la mujer - ¡I know English!
-. ¡Yo no!– admití bajando la vista al suelo avergonzado.
La mujer se fue calle arriba profiriendo palabras y amenazas que casualmente si pude entender. Entre de nuevo en mi casa volví a sentarme a la vera de los amasijos de artículos que no lograba terminar. Mi perro seguía sentado frente a mí como esperando la consiguiente regañina o rapapolvo. La ocasión era propicia para recurrir, más que a unas pastillas tranquilizantes, a unas hierbas aromáticas que había adquirido,- excepto la campanilla -, del Consorcio Bankia y era muy común su ingesta en aquellos bancarios que no cuadraban sus cuentas al hacer el Balance Anual y encima someterlos a Bolsa. Un par de sorbos de la tisana, del brebaje/pócima, bastaron para iniciar la oportuna y justa reprimenda a mi perro, Nicolás Marcelo:
-. ¿A ti te parece bien lo que has hecho? ¿Puedes explicarme lo que hago contigo?
¿Cuándo te darás cuenta de que eres una mascota y no un ser con capacidad decisoria como para obrar por tu cuenta? Me has hecho quedar en ridículo, sobre todo al enterarse la gente de que no se Ewé. ¿Porque me haces pasar estos “tragos”? ¿Quién te ha enseñado a ti a morder? – le pregunte muy serio mientras miraba al techo clamando y preguntándome de donde leches “sacaba” yo todo lo expuesto.
-. No hace falta que te alteres – me respondió mi perro con toda la seriedad que corresponde a un can criado en el entorno Marcelo– Si tuviera inteligencia, más que morderle, le hubiera pedido me prestara cuarenta euros. Mi instinto natural es morder ya que carezco de la palabra para pedir algo a viva voz. Tú me adquiriste como animal de compañía no como Responsable Social. Esto es lo que hay y no doy más de si. No quisiera que mi condición de perro fuera una pantalla excelente para descargar tus iras o frustraciones. Modérate y habla con propiedad.
-. ¿Pero tú no te das cuenta de que eres precisamente un perro? ¡Un chucho! – exclame acompañando mi indignación con un par de tragos mas.
-. ¡Cuidado con la palabreja! En la última Convención Canina celebrada en USA y en el Zoológico de su capital, Washington presidida por el Doberman Caudillo, Donals Trump, se puso de relieve la abolición; la derogación de dicha palabra por resultar denigrante y vejatoria en referencia a nosotros ya que él iba incluido. Somos perros, pero con principios y dignidad. Mírate a ti mismo:. Los desheredados del mundo en busca de la Revolución Pendiente, mientras tú lucha la limitas en el empeño de que se construya de una vez por toda una rotonda en la BP de Carboneras tipo PSOE. ¿Eso te “dignifica” o realza tu ego? ¿Te sientes realizado?
-. ¡Uno tiene sus principios! Yo me guío por normas sociales y leyes urbanas a las que estoy sometido; tengo que acatar y obedecer por el bien común. En vosotros el único gesto reseñable es olerse el culo para intentar conoceros. A partir de aquí, vuestra vida es una balsa de aceite sobre todo los que estáis protegidos por nosotros, los humanos. Os pasáis la vida comiendo y estáis exentos de impuestos. No dais un palo al agua y…
-. ¡¡¡Alto!!! – me atajo el pérfido mientras levantaba una pata hacia mí – Tengo que aclararte unos puntos que en tu calidad de propietario de un animal intentas soslayar: En primer lugar es cierto que nuestra vida es placentera. No tenemos cargas sociales y estamos libres de impuestos. No sabemos el colorido que resalta cualquier entidad financiera. Nuestra vida se resume a recibir algunas caricias. Una vez; patadas o desprecios. Otra: levanta la patita o siéntate - siempre bajo la presencia de alguien, formula infalible de acentuar nuestra humillación - Nuestra corta vida es vegetar aunque a veces resultemos graciosillos. Pero me veo en el trance molesto de recordarte que no ocasionamos ningún gasto. “Un muslito de pollo sobrante para el perrito; un hueso de costilla por allá no digerido…” Te recuerdo que en estas Navidades, tuviste el detalle de ponerme un plato de comida para perros adornada con la imagen de Groucho Marx en el centro del plato sujetada por un palito. Me atravesé el dichoso palito entre la lengua y las encías y cuando fui a protestar medio asfixiado por tu olvido de advertirme de dicha circunstancia y me dijiste ofendido y de mal genio, lo poco que apreciaba tu Cocina Creativa. ¡Como si yo fuera el Asesor Culinario del jodido Arguiñano y su chup…chup! Y ya, para rematarme, me pones un Yogurt Activia de evacuación ciertamente aventurada...…
-. Sí, pero no me negaras que puse toda mi dedicación para…
-. ¿Me dejas terminar? Gracias: Referente a olernos el ano, costumbre ancestral y que nos identifica, está previsto en un Seminario Perreril que se celebrara, coincidiendo con las próximas Convocatorias Caninas, concretamente en Gijón, donde contaremos con la presencia del Bulldog Mayor, Álvarez Cascos, donde se analizara la continuidad de la tradición o sospesar algunas variantes. (Queda claro que seguiremos oliéndonos el culo hasta que se decida otra cosa) El perro que se evada de dicha tradición, siempre será sospechoso de pertenecer al GIAL; (Gremio de Individuos Anticanino Lacerantes) Nosotros también nos ponemos al día. Ahora bien y no te pierdas detalles, - esta es la ocasión propicia para soltarlo - No es de extrañar que una sociedad tan alarmante y decadente como la estáis construyendo, dentro de unos años también nos pidáis el voto. Un voto sin voz, pero eso es una pequeña porción de las incongruencias vivenciales que estáis amasando desde que el mundo es mundo. Siempre valorando mas el voto depositado que la persona que lo emite. La búsqueda incesante de ocupar un puesto en la cumbre. Desigualdades sociales por doquier. Dividiendo vuestra mancillada y precaria sociedad en estratos sociales. (En nosotros no hay clases) Colocando tramos en la escalera de la opulencia cada vez con menos peldaños. Fanatismos religiosos. El exterminio de gentes, de personas, defendiendo o imponiendo una idea. Hipotecas, una tras otra que condiciona vuestras vidas. Mediatizados por los impuestos. Nefasta solidaridad: Nosotros somos los pasivos observadores, los impasibles y pacientes árbitros. Mientras tanto, continuad con vuestras guerras y vuestras ansias de poder en una sociedad que funciona de chiripa. Cotejando un núcleo de premisas, necesidades, privaciones y obligaciones que ya resulta hasta patético, melodramático y hasta doloroso donde cada año que pasa, más os cuesta vivir. Desterráis la igualdad entre hombres y mujeres y así os va…mientras, en nosotros, el único gesto poco irresponsable, a criterio humano, seria simplemente morder u olernos el culo. ¡Vaya! ¡Que cosas pasan…! ¿Alteramos en algo vuestra marchita sociedad?¡Quién lo diría! Por cierto: el tobillo de la togolesa me ha dejado un sabor agridulce. ¡Me voy a dar una vuelta por ahí…,no debe andar lejos…!
-. ¡¡¡Ni se te ocurra!!! – le grite, mientras me encaminaba pasillo adelante hacia la calle. En las escaleras sentí una voz que asocie a la de mi nieta:
-. ¿Qué pasa, Papico? ¿Dónde vas?
-. ¡¡A morder a alguien!!! – respondí con ojos llameantes y rojizos ya en la puerta oteando el asfalto en busca de mi primera víctima.
Juan Marcelo
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