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La fresca brisa del otoño acaricia los cabellos del inmortal titán de la Alpujarra, Fernando de Válor y Córdoba. Abén Humeya, hermano andalusà que preferiste un instante de Libertad a malvivir para siempre en la mezquindad y la humillación, ¿cómo podrÃamos olvidarte?
Las hojas caÃdas de los árboles despliegan una alfombra dorada y carmesà para tus pies de Héroe. Ciñen tu Fama las nieves de Sierra Nevada, antaño morada de dioses ignotos. Los trinos de las aves se disputan la Belleza de glosar tu Nombre. Tu leal compañero, Hernando el LaujarÃ, no se cansa de retar en la Sierra de Gádor a nuestros monárquico-papistas opresores. ¿PodrÃa perecer tu indeleble recuerdo, león de Garnata?
Los rÃos Andarax, Trevélez y Guadalhorce no pueden calmar tu Sed de Justicia, la de tu Pueblo amado, a diario por el genocida y racista tirano Felipe y sus sicarios escarnecido. Escuchamos palpitar tu corazón, vuelto RaÃz del sagrado Olivo de Narila. Mas la fecunda lluvia abundante nunca llega, secuestrada por el invasor castellano, sus perros indÃgenas traidores y las mórbidas curianas hipócritas. ¿Frente al clerical-imperialismo expoliador cimbreas al fin tu alfanje, de Dignidad erguida en pie, desafiante... melodiosa música para nosotros?
Coraje sin par tornado Aurora, ¡qué brioso el galopar de tu alazán sin peso de cadenas! Los tambores de nuestra soberanÃa recuperada ya se baten desde Murcia hasta Málaga, mirando a la Alhambra y al mar de las intrépidas galeotas moriscas. El Guadalquivir, Sierra Morena y Los Filabres sienten celos por tus hazañas: las que devuelven la sonrisa al rostro de las mujeres, las que a los troveros conmueven, las que disipan el miedo de los antes avasallados... ¿Quién osarÃa, bravo Libertador, no ensalzarte eternamente con velás flamencas, con zambras o leilas, con los olÃmpicos Juegos de Purchena por ti recuperados?
Tú rasgas la oscuridad y fértiles semillas de Luz se desbordan en los pechos. Tú derrotas toda tristeza y nos devuelves la Esperanza. Tú habitas perenne en el invicto sol de las pasiones, en la emoción inocente de los niños, en la sabia mirada del anciano, en el abrazo de una madre... Las montañas se inclinan a tu paso admiradas de tu Grandeza que traspasa los milenios.
Pero en el pueblo de tu último suspiro ni una triste placa conmemora tu martirio el veinte de octubre de 1569. En Laujar de Andarax, villa de la que partiera Boabdil para el exilio, los gerifaltes lacayos de Roma y de Madrid que acechan en las sombras han dispuesto la programada amnesia, con ominosos silencios y medias verdades, con su inconfesable complicidad con la barbarie extranjera: al igual que ayer los castellanos se confabularon con aquel infame sultán turco para asesinarte.
No sufras por su cobardÃa de no hacerte un debido homenaje, coloso alpujarreño indomable: aunque todos andasen de rodillas lamiendo las botas de los amos, aunque fuese yo mismo el último Hombre sobre la tierra o mil inquisiciones de nuevo nos acosasen, siempre defenderé tu Honor a voz en grito.
Abén Humeya, infatigable Luchador enamorado del Viento jamás sometido. Abén Humeya, Tesoro de Libertad de las generaciones venideras de andalusÃes. Abén Humeya, Alba Verdiblanca de la Humanidad triunfante... hoy a ti te canto.
Al-Hakam Morilla RodrÃguez, Coordinador de Liberación Andaluza
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