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Juan trabajaba en un invernadero, a pesar de ser un hombre de mediana edad, de hecho los cuarenta ya no los cumpliría, y de tener un poco de sobrepeso, era un trabajador incansable. Siempre cumplía sus obligaciones con un acatamiento que diríase castrense. Nunca protestaba, cuando recibía una orden tensaba su redondeado cuerpo y asentía con firmeza para inmediatamente y a paso ligero apresurarse a realizar el cometido que le habían encomendado.
Juan Martínez Ramos, que así era su nombre completo, se consideraba a sí mismo un hombre recto donde los haya, serio y justo. Desde muy niño había sido educado para ordenar y repartir cualquier cosa a partes iguales, ya fuese la merienda con sus hermanos, las canicas que les regalaba su padre o los caramelos del día de los Reyes Magos. Como era el mayor siempre era el encargado del reparto “Una para ti, otra para ti y otra para mí
Una mañana en la que un compañero de trabajo se lesionó una mano cargando cajas de tomates en dos camiones, el encargado mandó a Juan que terminara de hacer aquella labor a lo que él, tras afirmar con la cabeza, se dispuso velozmente. En cada viaje llevaba dos cajas y las repartía equitativamente, una para cada camión, el problema era que su compañero había cargado ya seis cajas en uno y tan solo dos en el otro. Juan veía que a pesar de ser justo en el reparto, un camión seguía teniendo más cajas que el otro lo que le creaba cierta desazón. Pero cuando volvía otra vez con las dos cajas de tomates veía injusto darle a un camión más que al otro.
El encargado del invernadero observo como Juan andaba nervioso moviendo de un lado a otro la cabeza y se acercó a preguntarle que le sucedía. Tras escucharle, le aconsejó dar dos viajes con cajas para un solo camión ya que de esta forma equilibraría las cargas, pero cada vez que se acercaba a los camiones volvía a colocar una caja en cada uno para “no cometer una injusticia”. Finalmente el encargado lo detuvo y le explico pausadamente “En ocasiones Juan, hay que realizar acciones que aunque en principio puedan parecer injustas, su único fin es conseguir la igualdad y con ello la justicia. Los dos camiones partían de posiciones distintas y ahí está la injusticia, ahora debes de remediar esto aportando más a uno que al otro”.
Tras meditarlo durante un buen rato, al fin Juan logró comprender lo que le estaba pasando y puso remedio completando los dos camiones con idéntico número de cajas.
Ya por la tarde y como era habitual, se acerco a aquella pequeña oficina donde le gustaba tanto platicar con sus amigos sobre la situación del país y exponer las soluciones, a priori simples, que a su modo de ver lo arreglarían todo. Luís, que era el hijo del médico y sin duda el más estudiado en aquellas reuniones, comenzó a hablar de la desigualdad que provocaba, en perjuicio del hombre, la Ley de Violencia de Género. Juan, que lo había escuchado atentamente como tantas otras veces, esta vez expuso como ejemplo y réplica lo que le había sucedido al cargar los dos camiones, ya que al no partir de la misma posición de salida era de recibo ayudar más a la parte con desventaja para equilibrar en justicia aquella situación.
Juan Martínez Ramos fue expulsado inmediatamente de VOX y tuvo que soportar pintadas en su casa que lo acusaban de Rojo Comunista.
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