Recuerdo que en la otra vida, antes de la pandemia, estaba en un perpetuo éxtasis perpetuo aunque vigilante, y ahora me entero que sin ella, que lo tenía casi todo, protagonizo hasta dos mundos que se me antojaba paralelos sin tocarse uno a otro |
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¡Ay… la primavera! – “no siempre bella”, disco español descatalogado figurando en su portada un cocodrilo – de lo felices que éramos antes y no lo sabíamos o quizás que nuestra regalada y normalizada existencia tenía continuación. Hace cuatro meses que fuimos desconsideradamente expulsados de un Edén y tenemos en mente un periodo idílico y placentero que recordamos. Que rompíamos calzados cuando andábamos por las calles sin saber lo que era una mascarilla. Hay alguien que anda pregonando lo de la “regeneración” a un mundo nuevo cuando nuestra ilusión y empeño esta en lograr y volver a los años anteriores que conocíamos y que terminaron en Marzo y encima nos dicen que esperan continuación para ser lo que fuimos, todo ello, sin haber aprendido nada; que cada uno va su bola y aplicamos el sálvese quien pueda como consigna venidera.
Recuerdo que en la otra vida, antes de la pandemia, estaba en un perpetuo éxtasis perpetuo aunque vigilante, y ahora me entero que sin ella, que lo tenía casi todo, protagonizo hasta dos mundos que se me antojaba paralelos sin tocarse uno a otro: El uno entre verlas venir y el otro defendiéndome de lo que ya me ha venido con sorpresa añadida…, vida trocada y lacerada en la incertidumbre de un mañana después…, un ostracismo de dudosa inseguridad sin haber aparecido en los créditos de la película y me han puesto como casting desechable.
Antes de la pandemia, podíamos hacer de todo por gozar de las escasas limitaciones y hasta se permitía jugar a la petanca. Había manifestaciones; futbol, toros torturados para el placer de cuatro jacobinos confundiendo el arte con la tortura, cine, teatro, bibliotecas donde se podía adquirid cultura que recortaba un gobierno de derechas, sanfermines en loor y gloria a un Santo que nunca existió… Éramos normalitos y hasta el churrero de la esquina tenía nariz, boca y un delantal que lo identificaba, hasta que nos encerraron en la mazmorra del temor; la alarma y el miedo. Hoy en día, nos han dado cierta libertad aumentando el recorrido de las cadenas y nos vemos otra vez sumergidos en un calabozo más magnánimo pero siempre en prevención de que vuelvan a ponernos las cadenas debido al rebrote de esa pandemia para que de una vez por todas, volvamos a ser normales cuando realmente pensamos que no va a ser normal o con la normalidad que antes conocíamos/teníamos como ser “normal”.
No sé si los gobernantes de turno nos inventara un nuevo futuro cuando todos queremos rescatar ese pasado que teníamos con variantes pero si son conscientes que se ha abierto la puerta del redil antes de tiempo y la pertinaz pandemia se encuentra también entre nosotros y nuestro genuino desorden social. Firmemente, nuestra pandemia - adivinando el cotarro reinante muy a lo español - ya nos ha dicho que va a batallar su permanencia y hasta defenderá un puesto en nuestro futuro hasta que la incluyan en el Ibex-35, detalle que los mandamases de nuestro País no van paren de lanzarnos dardos para transmitirnos sus tensiones, nerviosismos y que encima la coticemos en alta.
Debido al repunte, volvemos a la obligatoria mascarillas porque somos un pueblo que seguimos cogiendo el brazo cuando nos han ofrecido una mano. Todavía no nos hemos dado cuenta de que no estamos preparados para sufrir tanta incertidumbre y perplejidad y encima nos atrevemos a desenvainar la espada ante un enemigo invisible en desconsideración de los consejos de nuestras autoridades sanitarias que en vanguardia siguen la lucha sin bajar la guardia. Se nos ha abierto un sendero que la hemos convertido en autopista y ahora, con el repunte, ya vamos consiguiendo que un nuevo brote siga su camino infestando a los que se consideraban a salvo.
Hay que reflexionar que nuestro clima se secciona en cuatro estaciones. Predicciones de un Verano corto, un Otoño impredecible, un Invierno largo y una Primavera que no nos va a sonar como una música o composición sonora deliciosa y grata al oído donde se espera y prevé los “acordes” de la pertinaz Covid-19 donde la tendremos presente y encima con rebajas en todas sus estaciones. Vamos a cuidarnos o tendremos que asumir y acoger al virus como compatriota digna de lealtad y encima fervor: Como algo nuestro. (Puede ocurrir que el CORONA-VIRUS, conmiserativa – ocurrencia de “coronar” a un virus - recapacite y suelte aquello de “Lo siento…no volverá a ocurrir…”)
Juan Marcelo
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