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Aparece como un momento surrealista que cada mortal tiene en el transcurro de su vida. Palabrejas contra definiciones. Esos momentos donde uno elucubra más de lo preciso o normal y se sumerge en un laberinto de difícil comprensión interna. Una ráfaga imaginaria de difícil visión inunda nuestra mente y el razonamiento momentáneo se obnubila hasta que el raciocinio vuelve a imperar. Es lo que llaman los psiquiatras; “la ilusión de la cabra” que pasa a ser “la cabra ilusionada”
Busco en el Diccionario la palabra “allegados” y me dice que son personas cercanas o próximas a tu espacio y tiempo. Enseguida, me doy cuenta que es una definición algo imprecisa, sobre todo, si buscas a alguien para sentarlo en tu mesa muy cuidadoso del roce continuo y estable para clasificar como venturosos a gente conocidas de mutua simpatías a los cuales ya consideramos como algo nuestro para compartir nuestra mesa.
Tengo y me precio de tener allegados muy dignos, pero me pregunto que, si no son familiares abarcando una mesa, también tengo el derecho de acoger a allegados como mi perro, mi regadera, mi pajarillo y algún que otra araña encaprichada conmigo para cumplir y ordenar mi cupo de asistentes en una comida, cena, o en un discurso de mi profesor favorito Cojonciano Cerepelotez con la etiqueta de allegados. Un vecino argentino, de Argentina, – no necesariamente allegado - me instruye que en su tierra, “Allegados es el que vive transitoriamente en casa ajena sin ser pariente del dueño de la casa bajo temor constante que, con el tiempo, se quede en ella lo cual pasa de allegado a familiar o que se quede con la casa” Creo necesaria esta aceptación porque podría sentar en mi mesa a Bartolo que cumplidor y puntualmente, reparte los periódicos todos los días sin temor ya que tiene casa propia.
También, en este apartado, creo que se avecina para años venideros que los allegados sean considerados como milagro navideño. Anecdótico sería como la Policía cuente con certificados y someta a pruebas para calcular y medir la cercanía entre personas mediante un aparato que requiera un estruendo gástrico para evaluar dicho acercamiento…, si son familiares o allegados debido a su estridencia…
El día que me tocó un reintegro en el Cupón de la Once, me cabree debido a que nunca me ha tocado nada y alteraba muy mucho mi resignación, por lo tanto, a los que este año le han tocado el Gordo, seguro que se han encontrado allegados desconocidos. Por mi parte, esta situación me salva ya que mis allegados son pocos, aunque la araña seguro que se me cuela. Me propongo seguir estudiando el Calendario de Allegados por Comunidades Autónomas para ver si cambian el “royalties de última hora” y que sean simplemente mis “allegados” los que cenen.
Juan Marcelo
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