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Dicen que la Ciencia es el arte de la impaciencia. Escribo esto simplemente para que esta especie de maldición termine cuanto antes mientras la actriz Victoria Abril cataloga la situación como una especie de Coronacirco porque en su paranoia no ha observado muertos a su alrededor y arremete contra las medidas sanitarias.
Ya son las tres vacunas que U.E. autoriza comercializar. La Pfizer, la Moderna y la Astra-Zéneca aunque en mi opinión nos falta otra que es la Plus-Botellón.
Ni convertidos en cadáveres le dejamos reposar tranquilos ya que forman parte de una estadística. No le dejamos descansar de la vida ya que las preguntas se sortean a través de las culpas: ¡Que descuidado! ¿Se podría la mascarilla? ¿Con quién estaría? ¿Quién le habrá contagiado? ¿Estaría comprando todos los boletos de la rifa? Parece que hay un continuo reproche o reprimenda donde acude la sospecha y hasta la falta de respeto hacia el muerto contagiado, esos muerto Covid a quienes se les despacha con apenas una esquela o reseña fúnebre ante la tragedia familiar y entre un debate social absurdo e incoherente como si la conciencia colectiva reposara sobre un estigma.
Hay cierta tristeza y hasta rebeldía con aquellos muertos que no se llevaron ni las despedidas familiares. Como si nunca hubieron existido o hayan sido castigados. Es muy posible que a los responsables de la ocultación se les examinen cuando nos toque vivir la post-Covid y se englobe sus actitudes más o menos acertadas. Quizás, cuando llegue ese momento, será la vuelta al llanto y rechinar de dientes por no estar a la altura de esas responsabilidades, mientras, hay que exhibir la picaresca acostumbrada del engaño, la picardía y artimañas que se emplea para llenar los bolsillos a cuenta ajena.
Este País se presta como siempre a ello y viene a mi memoria ya que forma parte de nuestra idiosincrasia: Ya hay competencia y hechos delictivos en el reparto de las vacunas, así como el contrabando y fraude en su adquisición. Apartamos la conciencia y activamos la sesera para sacar réditos de situaciones trágicas e infaustas. El momento propicio cuando se ven personas sin recursos y empresas arruinadas para aprovechar esa situación y emplear extorsiones y actos impúdicos.
En este “estraperlo” vírico, ya engloba a Clínicas Privadas que cobran por la consulta y después por la inoculación de vacunas procedentes de Portugal. Mafias vendiendo vacunas en cuevas y antros infra sanitario. Hacinamiento de contenedores no guardando la cadena de la temperatura aconsejable. La distribución según zonas más asequible a pagar los diezmos que implantan estas mafias. Todo ello en base al lucro sin importar vidas que se han ido y completo desinterés a los que quedan. Es el afán de enriquecerse a través de la tragedia humana que no respeta el sufrimiento humano. Un mercado negro que surge cuando la población se muestra preocupada por posibles desabastecimientos y se lanzan a ese mercado sin las garantías necesarias haciendo constar el sobreprecio pagado.
Auguro que cuando todo esto termine, los que quedemos o los que puedan quedar, será el cotidiano diálogo permanente…, de cómo escapamos de ella. Hablaremos de los miedos y sustos pasados; de la economía - que han hecho más rico a los ricos y más pobre al pobre - y sobre todo, de la supervivencia. De cómo hemos llegado hasta aquí arrinconados en nuestra garita. Hablaremos de los que se han ido sin lograr despedirse y su final no lo tenía previsto en esas condiciones. Discutiremos sobre lo que hemos hecho bien o mal y sobre todo, optar a un reconocimiento por seguir vivo, aunque muy agotado y castigado de forma que no nos van a permitir ponerle una careta del camuflaje a la realidad de lo que hemos pasado.
Juan Marcelo
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