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Los últimos acontecimientos en torno a los proyectos ferroviarios de Almería han llevado a la Mesa del Ferrocarril de Almería a realizar un análisis pormenorizado de las propuestas y de las decisiones que se van conociendo, la última de ellas de la Sociedad Almería Alta Velocidad.
Como venimos diciendo desde hace más de cinco años, desde el momento mismo de constitución de esta plataforma ciudadana, se sigue planificando sin tener en cuenta a los almerienses, sin escuchar las voces o las propuestas que realiza una Mesa que, no lo olvidemos, representa a casi 220 organizaciones, instituciones, colectivos y personas comprometidas con el futuro.
Ese desprecio a la participación de quienes son los destinatarios de esos planes, de quienes sufrirán los perjuicios o disfrutarán de los beneficios de la hipotética mejora de los servicios ferroviarios de la provincia, es una prueba irrefutable de que para los responsables de las administraciones y de las empresas, públicas y privadas, implicadas en esos proyectos no han entendido aún la importancia de contar con los administrados.
La Mesa del Ferrocarril integra a colectivos ciudadanos, colegios profesionales, técnicos, organizaciones sindicales, partidos políticos, numerosos ayuntamientos de todo el espectro político y otros colectivos como periodistas o ecologistas, que tienen todo el derecho del mundo a conocer qué se está diciendo sobre su futuro, a participar en el diseño de sus pueblos y ciudades y por tanto a recibir información previa de esa planificación, y no sólo cuando una serie de personajes deciden qué es lo que les conviene y qué no lo es.
Recientemente se presentaba en la Sociedad Almería Alta Velocidad el proyecto de integración del ferrocarril en la ciudad de Almería y, de salida, hemos de decir que no nos convence porque se ha aprobado con un planteamiento plenamente mercantilista que responde a unos intereses urbanísticos que puede que den beneficios a quienes tienen una participación directa en las obras y en los espacios que serán liberados con el soterramiento, pero que no nos proporcionan respuestas a serias dudas como si esos espacios liberados, suelos públicos en su inmensa mayoría, dejarán de serlo para pasar a convertirse en el negocio de unos cuantos.
Como entendemos que no da respuestas a cuestiones que probablemente condicionarán el futuro económico de la provincia como el tratamiento de los tráficos de mercancías y muy especialmente, la llegada de los trenes al puerto de Almería. Todos los informes previos en torno al futuro señalan la imperiosa necesidad de disminuir la dependencia de la carretera y dedicar un esfuerzo complementario a impulsar el transporte mariítimo y el ferroviario para descongestionar las carreteras, frenar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y descarbonizar el transporte y, en general, la actividad económica.
Pues bien, todo ese planteamiento, que ha llevado al Gobierno de España a realizar misiones comerciales en el extranjero dando a conocer la oferta española de convertirse en puerta de entrada a Europa a través de los puertos conectados con la red ferroviaria nacional y europea, parece no contar para el caso de Almería que, evidentemente, se queda al margen de esa red de puertos del Estado que son y serán referencia para los grandes tránsitos de mercancías.
El proyecto de integración de la ciudad de Almería demuestra el escaso, por no decir nulo, interés de abordar esta cuestión en el corto y medio plazo al menos porque se limita a decir que en el futuro será necesario plantearse esa comunicación con el puerto e inexplicablemente se saca 300 metros antes de llegar a la Avda. del Mediterraneo . Sin embargo, a la vista de las propuestas técnicas que se recogen en el plan aprobado, no se ha pensado aún en ningún tipo de conexión, ni parece que las posiciones adoptadas permitan suponer que exista realmente una preparación de esa comunicación, porque con los proyectos actualmente aprobados hay muy pocas posibilidades de que se llegue a realizar. A lo que hay que sumar que tampoco se recoge un muelle de carga de mercancías en el Sector 20, cuando sí venía recogido en el pliego de condiciones técnicas.
Hace pocos días paseaba por la provincia y sus obras ferroviarias el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, aprovechaba para hacerse unas fotos con representantes del Ayuntamiento, de Adif o de la Junta de Andalucía, se colocaba ante los micrófonos de los medios de comunicación y, sin pestañear, colocaba la probable fecha de finalización de los trabajos y puesta en marcha de la línea en el horizonte de 2026. Y lo hizo sin pestañear, sin sonrojarse, sin admitir al menos que, cuando hace cuatro años, la Mesa del Ferrocarril apuntaba ya a esa fecha, no estaba siendo ni pesimista ni alarmista, simplemente realista a la vista de los pasos dados, los pendientes y el inevitable alargamiento de los plazos de ejecución anunciados.
Un ministro al que desde hace más de dos años se le viene pidiendo interlocución, una cita con la sociedad civil almeriense, pero que al parecer este es un comportamiento que no tiene cabida en sus prioridades gestoras al frente del Ministerio que tiene en sus manos la capacidad de llevar adelante el Corredor Mediterráneo, su llegada a Almería y su prolongación hasta Algeciras, como se planeó por parte de la Comisión Europea al considerarlo como un eje ferroviario prioritario para el que se han estado liberando fondos comunitarios que, desde la Mesa, querríamos saber a qué y cómo se han utilizado, porque a las consultas hechas hasta el momento no se han dignado aún a contestar ni el gobierno del PP ni el del PSOE-UP, y ya va siendo hora después de una década.
Esos oídos sordos, ese no escuchar, ese desprecio a darle palabra a los ciudadanos, a los que son al tiempo sus votantes, a los que deben su posición y sus cargos en último extremo, ha hecho que año tras año y proyectos tras proyectos las decisiones no se haya tenido en cuenta en prácticamente ningún momento a la ciudadanía y así tenemos el soterramiento a medias, una conexión con el puerto que ni está ni se le espera, una de las pocas líneas de alta velocidad que se construye con vía única, una continuidad hasta Granada que sigue estando en el aire, una prolongación del Corredor hasta Algeciras por la costa de la que nadie habla (salvo la Mesa y, curiosamente, la Unión Europea que es quien paga una parte de este convite).
Y en cuanto a la integración, mucho nos tememos que las propuestas aprobadas responden más bien a intereses urbanísticos, procesos especulativos sobre suelos públicos, que a un auténtico diseño volcado con el transporte de viajeros y de mercancías y sensible a las legítimas demandas de los ciudadanos y ciudadanas de esta tierra nuestra. Da cierto repelús leer en la comunicación oficial tras la reunión de Almería Alta Velocidad una frase en la que se apuesta por “una solución definitiva que compatibilice la aspiración de la ciudad, en la ejecución de esta infraestructura, con el pragmatismo a la hora de valorar la mejor solución, en términos asumibles a nivel económico y social”, por lo que implica de renunciar a algo tan legítimo como que las partidas para el AVE se recojan en los Presupuestos General del Estado o en los de la Junta, como ha ocurrido en la inmensa mayoría del territorio español. De pronto nos convertimos en pragmáticos y nos ponemos a calcular cuánto dinero le podemos sacar a los terrenos públicos, para beneficio de unos cuantos y en detrimento de los derechos patrimoniales. De ahí que la Mesa lance un mensaje inequívoco al afirmar que las infraestructuras y los servicios ferroviarios “No son un negocio sino nuestro derecho como ciudadanos de Almería y, más aún, una plataforma hacia un futuro mejor y más próspero que, además, nos posicione en ese nuevo escenario mundial de la descarbonización y un desarrollo más armónico y sostenible y nos permita competir en igualdad con cualquier otro territorio”.
La Mesa del Ferrocarril, llegados a este punto, reclama a los representantes políticos e institucionales que pongan punto y final al oscurantismo, que aparquen sus diferencias ideológicas o partidistas y que den respuesta a la demanda de toda una provincia y de cientos de miles de ciudadanos. Recoger sus sugerencias, sus preferencias, sus reclamaciones no es, nunca puede ser, un pecado y hacerlo serviría para que todos caminemos juntos en ese objetivo que es común y que resulta trascendente para el futuro de nuestra tierra. No hacerlo es poner en entredicho los hábitos democráticos porque, como preconizó Albert Einstein, “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera” o, como dijo Abraham Lincoln, “Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento”. Ha pasado el tiempo y los clásicos siguen dictando sentencias así que óiganlos y permítannos participar en las decisiones que nos afectan.
MESA EN DEFENSA DEL FERROCARRIL DE ALMERIA
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