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Tras la declaración aprobada de Concepto Estratégico, entre la treintena de participantes a la Cumbre de la OTAN en Madrid –seguro que ya venía escrita desde Washington- de que Rusia es el “gran enemigo”, al que hay que abatir como sea, y que después vendrá China, a uno le da cierto repelús escribir y opinar al margen de lo ´correctamente político´. Pero antes de hacerlo, permítanme unas mínimas reflexiona sobre lo acontecido durante el transcurso de los días 29 y 30 de junio, y los efectos colaterales, que no son nimios, de tan magno cónclave.
Por ejemplo, se imaginan ustedes como habrán quedado los WC (wáter, retretes) de La Zarzuela y Moncloa, con tanto trasiego de defecar y miccionar. Pienso sobre todo en cómo habrán dejado las tazas de esos retretes aquellas personas de elevada edad, enfermedad, efluvios etílicos o prisas. Y es que ellos también son humanos, aunque no lo parece.
También me pregunto cómo habrán sido esos encuentras lavatorios, arma en ristre, entre algunos líderes. ¿Cómo lo llevas Biden? ¿Qué tal Macron, no decías que la OTAN estaba muerta cerebralmente? ¿Qué vamos a hacer en Malí? ¿Pues no lo sé, pues allí la habéis cagado, os han echado a gorrazos y ahora los rusos de Wagner campan a sus anchas?
Me consuela saber que nuestro presidente, Pedro Sánchez, no ha corrido en esta ocasión tras Biden pata susurrarle algo al oído, que no tuvo la más mínima contestación ni tan siquiera una miradita de consuelo. En esta ocasión no le ha susurrado nada, pues sumisamente ha dicho sí a la llegada de dos o más destructores a la Base Militar de Rora y al incremento del gasto en Defensa. O sea, a comprar más armamento a Estados Unidos.
Mi interés por conocer lo qué habrán pensado los invitados a Zarzuela, Moncloa y Museo del Prado, donde han tenido ocasión de degustar en esos ágapes los placeres de nuestra gastronomía, incluidos sus excelentes caldos, quedó satisfecho al contemplar por televisión los gestos henchido de felicidad de los asistentes a esas cuchipandas.
No ha sido de buen gusto, que las cadenas de televisión se hayan hecho eco de los obscenos lujos en los que se mueven los jerarcas que nos gobiernan –incluidos familiares y acompañantes-, mientras otros luchan por su supervivencia, a causa de las guerras, la pobreza y la tremenda desigualdad existente. No ha habido crítica alguna. España ha estado cerrada a cal y canto para ellos; incluso los accesos a la A-6 se cortaron para que fueran a degustar “cochinillo” a Segovia la reina Letizia y las esposas de los dirigentes políticos.
Mi opinión sobre los privilegios de esas élites la comparte un estudio llevado a cabo por la Universidad de Oxford que confirma que los políticos viven hasta siete años más que el resto de los mortales. Esa investigación se ha hecho sobre la vida de 57.500 políticos, monarcas, dictadores y altos funcionarios de 11 países desde principios del siglo XIX (entre los años 1816 y 2017). Este estudio nos aporta un dato muy interesante, y es que además de la ´dieta mediterránea´, los privilegios son un factor determinante para la longevidad. Creo que en esa investigación –todos países occidentales- no figura España, de haber sido así, la esperanza de vida hubiera sido más alta.
Volvamos al cónclave atlántico. La verdad, es que la cumbre otanista ha sido un éxito, una bendición, para Zelensky, el presidente ucraniano, nación que hasta hace poco no cumplía casi ninguna de las exigencias para ingresar en la Unión Europea, y ahora de repente puede llegar en un pispas a ser el país más beneficiado. Pero Zelensky no sabe en lo que se ha metido, pues cuando todo acabe –el final es incierto, pero terminará, como todo- la vida le va a ser harto dificultosa. Si lo duda que repase la lista de ´colaboradores´ del Imperio, casi todos tienen un final trágico. Claro que también lo tienen los que se rebelan.
El almuerzo en el Museo del Prado a familiares (incluidas las dos nietas de Biden), ha sido un espectáculo tremendo de organización, derroche y mediático. Y traerse a la filarmónica de Kiev ha sido todo un detalle, un poco costoso, pero ha sido bueno que esos virtuosos hayan tenido la oportunidad de abandonar por unas horas su país. Es más, tal y como están las cosas, no me extrañaría que se quedasen en Madrid. La capital de España, el país en general, se ha volcado con Ucrania. Y así se lo hizo saber la reina Leticia a Jill Biden, esposa del presidente estadounidense, mostrándole el Centro de Acogida de Pozuelo de Alcorcón en Madrid. Perfecto, me parece bien. Muy ilustrativo del apoyo del gobierno español al pueblo ucraniano. La pena es que, aunque quisiera, la reina Letizia, no podría enseñarle ningún centro de acogida de saharauis (ciudadanos del Sáhara Occidental), pues no existen. Y eso que fue la provincia 53 de España.
Me ha llamado la atención, lo que esos guerreros-políticos de países integrantes de la OTAN (más los de Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda) se hayan traído a su pareja. Y la mujer de Biden, ha sido la más osada, ha venido con sus dos nietas, para que aprecien que en España también hay gente que duerme en la calle y en coches, sobre todo en Baleares. Aunque aquí no se ha legalizado esa forma de pernoctar tan en boga hoy día en Estados Unidos. Pero a este paso, no dudo que lleguemos a ello.
Por cierto, fiasco el que se han llevado Pedro Sánchez y ese diplomático llamado José Manuel Albares, que se cree que dirige la política exterior de España. Lo digo por la apuesta que habían hecho –los dos-, anunciado que la OTAN iba a mencionar explícitamente la protección de Ceuta y Melilla. Pues no señor, esa declaración no se ha producido, pero los dos han encontrado la vía para lanzar a los cuatro vientos que la OTAN no hace falta que mencione a Ceuta y Melilla, pues son territorios españoles. ¿Acaso no lo sabían antes?
No hace falta comentar que sobre la colonia británica de Gibraltar no hubo ni el más mínimo comentario.
Estaba cantado que se iba a anunciar el aumento de tropas estadounidenses en toda Europa. Biden lo tenía escrito en las habituales notas que le pasan sus asesores, pero además anunció que a Rota llegarán dos destructores más para unirse a los cuatro que se encuentran atracados en esa base desde hace años. Como es habitual, el que manda, manda, y Biden no propuso ni pidió ni nada parecido. Simplemente dijo que llegarían dos destructores más y punto. La sumisión hizo el resto. Nuestra soberanía nacional por los suelos.
Las conclusiones de esa cumbre han sido, sobre todo, dirigidas a Rusia: “La Federación Rusa es la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados”, agresiones a la seguridad europea –se dice- que han obligado a la Alianza Atlántica a fortalecer su flanco oriental con 300.000 efectivos.
China ha cobrado en esta cumbre un protagonismo importante que no tuvo en la anterior (Lisboa), debido a su liderazgo internacional en lo económico, tecnológico y científico. China es ahora un auténtico desafío para la OTAN, que es como decir Estados Unidos: “China emplea una gran variedad de herramientas políticas, económicas y militares para aumentar su impronta global y proyectar poder, pero al mismo tiempo es opaca sobre su estrategia, intenciones y militarización”.
China solo tiene una base militar en el exterior, en Yibuti, en el cuerno de África, mientras que Estados Unidos supera las 900. Llamar “militarista” a la política internacional de China es algo más que mentira. Estados Unidos ha puesto el grito en el cielo, al saber que Guinea Ecuatorial y Camboya pueden ser las dos próximas bases navales militares chinas. Se dice, se comenta, pero no hay nada de cierto.
Ahora toca esperar a ver cómo reacciona el Oso ruso, ante esa etiqueta que le ha puesto el Pentágono de que es el “gran peligro”. Atentos, pues qué va a pasar si Moscú decide cerrar el grifo del gas, petróleo y la venta de numerosos minerales tan necesarios para la producción industrial europea. Lo llamarán chantaje, sobre todo el sumiso Josep Borrell. ¿Cómo llamar a las medidas que toma USA y la UE contra el pueblo ruso? ¿Acaso no es chantaje el bloqueo financiero y las sanciones a Rusia?
No quiero perderme en vericuetos de causa menor. Al grano. Yo no soy partidario de la OTAN, ni por supuesto del Pacto de Varsovia y de cualquier otro bloque o asociación similar, para eso está la ONU, aunque bastante denostada está ya, la pobre.
A mí, como a la mayoría de estadounidenses –por no decir todos- no me gusta ni son de mi agrado tropas de otros países afincadas en mi país; y menos, aún, bases permanentes como la de Morón de Frontera, el Guantánamo español. Yo quiero, deseo y anhelo, la creación de un Ejército Europeo, mandado por jefes y oficiales europeos, y cuya tropa sea europea. ¿Acaso es mucho pedir?
Dos últimas reflexiones, en forma de preguntas, sobre estos asuntos. Una: no estaría de más que los españoles recapacitásemos y respondiéramos a estas preguntas: ¿A quién beneficia la guerra de Rusia-Ucrania? ¿A quién le vamos a comprar ahora el gas y el petróleo?
Y otra reflexión: saben ustedes que el PIB (Producto Interior Bruto) de Estados Unidos se duplicó durante la Segunda Guerra Mundial en tan solo cinco años. La primera contienda europea benefició también a la economía estadounidense, pero desconozco los porcentajes.
Queda claro, los conflictos en Europa benefician a Estados Unidos y perjudican a los ciudadanos europeos. Imagino, pienso, que los políticos, empresarios, intelectuales y militares europeos lo saben ¿Entonces?
A través de la OTAN, Estados Unidos logra la pérdida de soberanía de Europa, sobre todo de España, aumentando su sumisión y dependencia. La ruina de la Unión Europea ha comenzado, no es un vaticinio es una realidad.
Un mínimo de dignidad señores y señoras.
Eugenio Pordomingo
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