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El aborto tiene que ver, en esas mentes privilegiadas de Dios, para esos legisladores y para los diferentes tipos de beateríos, con la religión, no con la biología ni con la sociología o la antropología, ni siquiera con la moralidad de la sociedad civil avanzada, aquella que dice estar al tanto del progreso, la economía y la democracia: el Estado moderno.
La manera como se está tratando el aborto por el gobierno del Reino de España obedece a capillitas, a grupos de presión dirigidos por la Iglesia y animados por los medios más reaccionarios e inmovilistas de nuestro país: las diferentes manifestaciones del fascismo, del autoritarismo, la intransigencia y de los sectores más integristas del catolicismo oficial. Para nada cuenta la libertad individual, los servicios sanitarios y las recomendaciones que, basadas en criterios científicos, orientan a las madres que pueden padecer en su vida futura la tara de un hijo no deseado.
No tenemos remedio. Cómo se mantiene la tesis que está detrás de todo este lío acerca del aborto, que no es otra que un latiguillo originado en criterios de fe y textos sagrados, en alegorías y moralejas -> sólo Dios da vida, y Él sólo puede quitarla.
Enseñanza basadas en el miedo y el horror que, sistemáticamente se destinan a la más tierna infancia de nuestros colegios; cuando se trata más bien de un discurso característico de psicópatas (los que tienen y creen en visiones que están fuera de la realidad). Enseñanzas contraproducentes que se incluyen en los planes de estudios, cuando en realidad los prejuicios religiosos se deben a grupos humanos que tienen sus sedes en las parroquias, al igual los moros en las mezquitas.
Dejémonos de historias cínicas y de enseñanzas pencas y ayudemos a las mujeres. Aquí la vida no es el problema, el problema lo tienen las embarazadas. Quién sabe de la vida. Qué es la vida. Qu’est-ce que c’est la vie?
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