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Ayer viernes, pasadas las 7 de la tarde y ante un numeroso grupo de personas, se inauguraba la primera de las exposiciones que, dedicadas a la figura de Pérez Siquier, ha programado para este año el Museo Casa Ibáñez. Una programación que llevará hasta las paredes de la pinacoteca de Olula del Río una muestra significativa de la producción del fotógrafo almeriense, desde sus inicios en el blanco y negro, hasta sus más recientes fotografías, en las que aún hoy trabaja y que llegarán al Museo ya en noviembre, pasando por sus iconos pop en color, como los que desde anoche ocupan la sala temporal de la institución.
Una selección de veintitrés fotografías en color realizadas entre 1973 y 2000 por Carlos Pérez Siquier. Sin duda alguna, el más importante fotógrafo almeriense y uno de los más laureados fotógrafos andaluces. Miembro fundador del Grupo AFAL y uno de los renovadores de la fotografía española de mediados del siglo XX, razones más que sobradas por las que en 2003 se le concedía el Premio Nacional de Fotografía, galardón que vendría a sumarse a los muchos conseguidos por su dilatada carrera.
Iniciaba el acto el comisario de la muestra y director del museo, Juan Manuel Martín Robles, quien, tras explicar brevemente en qué consistirá el “Año Pérez Siquier” programado, entraba en materia y definía la exposición como ejemplo evidente de “por qué Carlos Pérez Siquier es considerado uno de los pioneros europeos de la fotografía en color”. Consideración que, como recordaba Martín Robles, “le llevaría a ser uno de los seis fotógrafos seleccionados en 2007, por el prestigioso fotógrafo británico de la Agencia Magnun Martín Parr, para la exposición Color before color. Una muestra celebrada en Nueva York en la que se exhibirían obras de seis pioneros europeos de la fotografía en color: el italiano Luighi Ghirri; el danés Helmer-Petersen; los ingleses John Hinde y Peter Mitchell; el holandés Van der Elsken; y Pérez Siquier”.
Tras Martín Robles tomaba la palabra Pérez Siquier para agradecer la labor que desde el Museo se está realizando en la difusión de su obra y de la fotografía en general, al tiempo que destacaba la “necesidad de contar en España de un museo de la Fotografía”, proyecto que, como el propio fotógrafo recordaba, está dentro de los planes de ampliación de la institución radicada en Olula del Río.
Continuaría el orden de intervenciones la vicepresidenta de la Mancomunidad de Municipios del Valle del Almanzora y alcadesa de Laroya, María Dolores Moreno, quien destacó la importancia para la comarca almanzorí de poder contar entre sus visitantes a personajes de la talla de Pérez Siquier, cuya fotografía confesó admirar “por su capacidad de llamarnos la atención sobre cosas que nos pasan desapercibidas”, gracias a la labor que desde el museo se está desarrollando. Palabras que reiteraría el alcalde de Olula del Río, Antonio M. Pascual, al cerrar una intervención durante la cual reivindicaría para el Museo el apoyo unánime de las instituciones y destacaría la importancia de la institución como centro de atracción para los visitantes al Almanzora.
La exposición permanecerá abierta hasta el próximo mes de junio, permitiendo a todos los visitantes realizar un completo y condensado viaje a través de treinta años de imágenes de una contemporaneidad radical. Desde sus imágenes de playa, en las que orondas turistas embutidas en llamativos bañadores, siempre hábilmente recortados los cuerpos para evitar lo anecdótico del rostro, se nos presentan como la “fauna” que invadía en los años setenta las playas almerienses en busca de un rayo de sol; hasta aquellas imágenes en las que el ojo del fotógrafo se concentra en una fracción de realidad que, abstraída del conjunto, nos presentará una realidad paralela.
Un conjunto de veintitrés imágenes Pop, en palabras de Martín Robles, “irónicas, mordaces, de una calidad estética excepcional y sobre todo muy personales, a través de las cuáles Pérez Siquier ha capturado, con sinceridad y admiración, la esencia del Mediterráneo”.
Una selección de imágenes, como destaca Martín Robles, “de una altura estética notable, lo que las convierte en verdaderas obras de Arte, en las que la fina ironía, el color, el amor por el detalle y la repulsa por lo anecdótico que reste sinceridad a la imagen buscada, y, sobre todo, la luz se alzan en protagonistas de unos encuadres siempre equilibrados a través de los cuales Pérez Siquier nos hace ver la realidad desde una óptica distinta. Poniendo de relieve aquello que para la mayoría pasa desapercibido o inadvertido, con el objetivo último de mostrarnos una visión, en ocasiones amable, en otras mordaz, de nuestro tiempo. Una visión que, aunque subjetiva por ser la suya, no hace sino poner de relieve, a través de la fragmentación de la misma, la realidad que nos rodea”.
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