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Opinión - Al-Hakam Morilla Rodríguez
Presidente de la Mesa Nacional de LIBERACION ANDALUZA - 04/08/2015

ROJASMARQUISMO: SEMBLANZA APROXIMATIVA

Al-Haham Morilla Rodríguez

Almeria 24h
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ROJASMARQUISMO: SEMBLANZA APROXIMATIVA


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“He visto entregada esta tierra a aventureros de la política, a advenedizos que hacen de ella asiento de su cretina vanidad y base de su mezquino interés”. Blas Infante.

Existe una ingenua propensión de los colonizados, de los explotados, en su credulidad víctimas de la desesperanza, a pensar que a falta de justicia cualquier señorito gatopardista les servirá de lenitivo a sus desgracias. La realidad, inapelable juez, más tarde o más temprano desmiente su quimera.

Recuerdo a Alejandro Rojas-Marcos a principios de los ochenta saliendo por la puerta trasera de la catedral, antes mezquita, de Sevilla tras homenajear a uno de los grandes genocidas de Andalucía, santo para el capillismo, el devastador castellano del Valle del Guadalquivir Fernando III el Bizco, con exposición de su infecta momia en día festivo en la Capital de la Giralda. Junto a otras autoridades, el 'andalucista' alcalde en traje de gala celebraba al bárbaro natural de Peleas de Arriba, tierra de bandoleros, en la misa protocolaria. Jóvenes recogiendo monedillas de peseta, con banderas de Andalucía con la Estrella de Ocho Puntas se las arrojaban a sus pies, como en un ritual, llamándole 'Judas'. Una voz de un anciano mendigo sevillano, con desgarrador acento, imploraba a los gerifaltes de la política local, mientras se invitaban a tabaco americano tras el infame acto: 'ponedme un quiosquito, ponedme un quiosquito...'.

Momentos más propios de la época de la Picaresca de los empobrecidos comuneros castellanos -animados por la granadina María Pacheco, esposa de Padilla, uno de sus líderes-, con la diferencia de que hasta los dominicos salmantinos y vallisoletanos presentaron sus quejas al flamenco rey Carlos por el fabuloso negocio que hacían los genoveses con el comercio de su lana autóctona, y contra los banqueros alemanes como los Fugger, los cuales condenaban a los castellanos a una deuda usuraria. Pero la Verdiblanca del inescrupuloso Alejandro por entonces debía tener para él menos valor que la añeja enseña morada de los rebeldes castellanos a los que cortaron la cabeza, porque el 'marqués' Alejandro se identifica, sin jamás cuestionarla, con la confesional monarquía imperial y centralista que se impuso frente a las Comunidades hasta nuestros días, sin concesión alguna a ser escuchados.

Contemplo al azar el otro día en internet un retrato del que el maestro de periodistas Kapuscinski hubiese sacado mucho partido. Foto de celebración de cumpleaños del granadíno españolista García-Trevijano, extraordinario jurista y politólogo, que no perdona la deslealtad antidemocrática y el haberse apesebrado en la partidocracia, en su domicilio familiar de Madrid junto a sus leales. A su lado sonriente se puede ver a Alejandro Rojas-Marcos de la Viesca, taimado factótum del regionalismo andaluz zarzuelero, pasándole el brazo por el hombro. ¿A qué se debe ese reconocimiento que no puede ser en la democracia, pues Rojas militó en la partidocracia tardofraquista a la que el homenajeado desprecia? Está claro tanto cariño verdadero: nadie mejor que el 'marqués' de la Viesca para presentarse de vacuna contra el nacionalismo... de los demás, claro. Como castellano viejo vocacional lo sabe, y así lo confesó ante la prensa cuando entregó a la Universidad española de Almería el archivo del Partido Andalucista, traicionando el Ideal soberanista de Blas Infante: 'la independencia nunca estuvo en la hoja de ruta'. Si coronan de laureles al nacionalismo español eso implica ya otro cantar, haya 'pax' y después gloria.

Cuenta el gran republicanista Trevijano que Felipe González, por entonces 'Isidoro', no quería participar en la Junta Democrática de finales del franquismo si formaba parte de ella Rojas-Marcos... Mas no seáis algunos malpensados, seguro que se trató de desavenencias políticas o celos, no de tratar de evitar la duplicidad de funciones de un par de pájaros nadando entre dos aguas para así pasar por la ventanilla, uno en Madrid y el segundo en Sevilla, del postrer presidente de gobierno con Franco, Arias Navarro, el apodado 'Carnicerito de Málaga'.

Una reveladora encuesta entre el 70-74 nos muestra si el 'marqués' sentía afecto por el exaltado breviario que inspiraba al Movimiento. El incisivo periodista Jardiel Poncela interroga a diferentes personajes de la época, lo que daría cuerpo a un libro: 'Por qué no es Ud del Opus Dei'. Responde Alejandro Rojas-Marcos desnudándose con fervor... y dime de qué presumes: 'cada vez creo más en el espíritu del mensaje de Jesucristo y menos en ciertas versiones de la letra de la Iglesia; más en la conciencia como man¬dato sagrado y menos en un montaje religioso juri¬dicista; más en los hombres con fe, esperanza y cari¬dad, y menos en los «escogidos» con estado de perfec¬ción; más en el reto de Dios y menos en los «providencialismos»'...

El abuelo Manuel Rojas Marcos (Morón de la Frontera, 1989-Sevilla 1920), proveniente de una familia de labriegos, fue un espabilado niño escogido por el arribismo tenebrero eclesiástico, con objeto de darle esmerada instrucción para servirles en el futuro, tal y como suelen hacer algunas sectas. La predilección clerical por la completa conversión de los Rojas viene de antaño. Porque muchos de ellos, como Fernando de Rojas, autor judeoconverso al que se atribuye La Celestina, fueron procesados por la Inquisición por practicar el judaísmo en secreto, o aparentar religiosidad católica sin convicción. Ya abolido aquel Oficio de Tinieblas, su abuelo no detentó nunca el pretencioso y clasista guión entre los apellidos, propio de los infaustos tiempos de los acomplejados por racistas 'pleitos de hidalguía'. Participó en el sindicalismo agrario católico y fue presidente de la Liga Católica. Abogado de palacio del obispo de Sevilla, se presentó varias veces al ayuntamiento y a las Cortes, y finalmente fue elegido diputado como católico independiente por Sevilla en las elecciones generales de 1918 y 1.919. En plena represión de los trabajadores en el denominado 'trienio bolchevique' allí estaba apoltronado su renombrado antecesor representando a las implacables fuerzas de la Reacción.

Manuel Rojas fue miembro de la Junta Directiva de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP), creada ante la preocupación de estos pagos vaticanos por la pérdida de influencia del catolicismo en toda Europa. Fundada en 1909 por el cura cántabro Herrera Oria y después cardenal, muerto en Málaga, junto con el también clérigo Ángel Ayala. El primero planificó la estrategia ante el nuevo régimen republicano de 1931 siguiendo su teoría del 'accidentalismo', una adaptación astuta ante unas circunstancias adversas, ya que según su doctrina lo importante era condicionar las políticas del régimen de turno, y no la forma de gobierno. De esta organización proselitista católica procedían cuadros del régimen franquista y de la democracia cristiana. En sí misma la organización puede considerarse una 'familia' del franquismo, al igual que el propio Opus Dei, maquinaria obsesa por el poder y la riqueza de mucha mayor envergadura.

En la clasista Sevilla para recordar a tan 'ilustre' integrado en el poder, la familia se puso el guión entre el Rojas y el Marcos. Su nieto Alejandro siguió sus pasos y también, por seguidismo heredado, debió formar parte de la antedicha asociación integrista católico-franquista. Después se fabricó una nueva imagen con su seudónimo "A. Sáez Alba", con el que escribió en 1974: "La otra 'Cosa Nostra' y el caso del 'El Correo de Andalucía': la Asociación Católica Nacional de Propagandistas", Ed. Ruedo Ibérico, donde critica con sordina que la congregación es demasiado intransigente con el legado de la Institución Libre de Enseñanza, bestia negra del fundamentalismo educativo totalitario. Mostraba quizá su intento de no ser descubierto como un divulgador nacionalcatolicista más, forjándose en el disimulo, realizando labor de apostolado seglar ansioso de méritos, al tiempo que laminaba o desmovilizaba organizaciones obreras o inquietudes nacionalistas, implosionándolas al confraternizar y hacerse con el control. O en frase del viejo 'padrino' cardenal Herrera Oria: "Aquel que dentro de una misma sociedad llegue a alcanzar el dominio de las cumbres, al fin y a la postre, es dueño de la sociedad entera".

No resultaría fácil hasta conocer los sotanudos trucos del oficio, en un principio, con su apellido materno De la Viesca, de origen cántabro del Valle del Liendo y con presuntuoso 'marquesado' con blasón de los Collado de Cieza (aldea de ciento diez habitantes), presumir de redentor obrerista o 'andalucista' y a un tiempo granjearse la confianza de sus embelesados pardillos, sin despertar suspicacias. Sin tomar en consideración que su sangre está emparentada, por el vano angosto, con la de la familia del famoso militar y político decimonónico castellano Martínez Campos, aquel experto matarife de carlistas, cuando los 'colorados' invocaban la 'reconquista' (sic) al asolar pueblos enteros de sospechosos de connivencia con la Restauración borbónica.

La trayectoria de su padre en pleno franquismo aparece cuidadosamente velada, envuelta en el misterio, algo muy propio del ominoso periodo histórico que le tocó vivir. Por ello su hermano Luís, el admirable psiquiatra nacionalizado estadounidense orgullo de Andalucía, reconoce que hubo de marcharse a estudiar medicina a Nueva York para 'huir de una situación política, social, familiar y moral tensa'. Para ese muchacho despierto, inquieto, con inquietudes musicales, no debió ser fácil ese mundo opresivo, oscurantista, del franquismo, donde por el contrario Alejandro se desenvolvió con la habilidad de las rancias 'santas garduñas'.

Tras educarse en el elitista colegio sevillano de los jesuitas de Portacelli -lugar donde también lo hizo Rodríguez de la Borbolla-, ya de estudiante siente la llamada seglar de la fe colaborando con la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Concejal en 1966 del Ayto. de Sevilla en pleno franquismo, cuando el Movimiento Nacional ensaya un aperturismo formal ... ¿descubrieron ahí ya los gerifaltes de régimen, por la verborrea jesuítica de Alejandrito, que podía ser llamado a más altos designios? Con posterioridad funda "Compromiso Político Andaluz" y a partir de 1972 "ASA": 'Alianza Socialista de Andalucía' (recordemos que por ese tiempo lo de 'socialista' es pura engañifa, como en el PSOE. Ambos partidos social-liberales consideraban hasta a la socialdemocracia 'radical').

Rasgo característico de los setenta son las iniciativas que tratan de romper la dicotomía adhesión-oposición al Régimen, en aras del 'consenso', capcioso término procedente de ámbitos clericales. A mediados de 1973, a iniciativa de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP) se crea el grupo 'Tácito', grupo de pensamiento democristiano aperturista donde militan colaboracionistas (Oreja, Lavilla, Ossorio) y opositores (Álvarez de Miranda, Alzaga, Cavero, Ortega...), los cuales publican diferentes artículos en la prensa para conducir a la opinión pública hacia una fachada de liberalización, para no perderlo todo. No olvidemos que el tan cacareado centro político -ni de derechas ni de izquierdas, consigna de Falange- tuvo por primer dirigente al Jefe Nacional del Movimiento Adolfo Suárez. 'Libertad sin ira' por vía del landismo.

A nadie debe extrañar por tanto, hoy que a ninguno se le oculta que no hubo discontinuidad política con el franquismo, que Alejandro Rojas pactase con el actual imputado por la Justicia Argentina por crímenes de lesa humanidad, Martín Villa, la 'salida' estatutaria por la puerta falsa del artículo 144 -después rechazada-, donde el milenario Pueblo Andaluz quedaba a la altura zarrapastrosa de 'región'. De ahí su justificado sambenito de 'traidor' o 'judas', tan bien explotado por la casta sociata en la Colonia, aunque ellos también pasaron por el aro.

Una dejación de responsabilidad, a favor de su supuesto 'adversario' político, fue cuando cambiaron las siglas PSA por PA en 1984, renunciando a competir con la marca 'socialista', aún sin sustancia, con el PSOE-A y el PCE-PCA. Al renunciar explícitamente al nacionalismo y al marxismo le daba esa cancha a los demás, como si se hubiesen destacado antes en ambas posiciones. Desinfantando y desideologizando el andalucismo histórico, la coletilla 'A' (de Andalucía) adjetivaba las siglas de todos los partidos, aunque fuesen más centralistas que la Puerta del Sol, ¿Error táctico, brindis tras las bambalinas entre camaradas de la cúpula para no despertar la menor reticencia, o mero acatamiento de las instrucciones de los poderes fácticos nacionalcatolicistas?

La apoteosis maniobrera del cabecilla de la 'mesa-camilla' del andalucismo, que explicaría entre otros factores unidos a la doblez, mojigatería y desaprensión, supuesta por los escépticos, por qué no cesa de desinflarse, fue el pacto simultáneo en la Junta con el PSOE y en la capital administrativa de Andalucía con los conmilitones de Fraga. Tiempos de sainete de la partidocracia los que en los actos institucionales donde aparecían Soledad Becerrill, alcaldesa de Sevilla y su teniente-alcalde Rojas, les gritaban con ese talento insuperable andaluz para la ironía: '¡vivan los novios!'.

Sin embargo no sería hasta la permuta de bazar turco de la alcaldía de Granada y Huelva por la de Sevilla, para darse cuenta de que el más inescrupuloso seguidor de la larga sombra de 'por el imperio hacia Dios', tratando de 'cometer errores' a propósito para aburrir o asquear a sus seguidores, no lo hubiese hecho mejor... ¿o quizá fue justo lo buscado por el cinismo trepa del 'liderazgo incuestionable', aún en la sombra, y sus serviles acólitos?

Sólo una Andalucía soberana, desclericalizada y con una administración laica, en lucha por una República Constitucional andaluza, nos puede devolver el pulso de nuestro Destino, señalado por la Constitución andaluza de 1883, hoy subordinado, gris y miserable. Se habla de 'soluciones federales' (confederales o incluso cantonalistas), para evitar la corrupción institucionalizada impune, olvidándose que para ello primero ha de darse un proceso decisorio de Asamblea Constituyente de cada uno de los Pueblos que conformen una verdadera Democracia, con imprescindible Separación de los Tres Poderes en origen. No como se pretende en la actualidad, discriminándonos a favor de otros Pueblos del norte del Estado monárquico de partidos. Únicamente llegado ese momento, nuestro Partido 'apartidista' Liberación Andaluza, abierto a la pluralidad de lo universal, habrá cumplido su función histórica y deberá disolverse.

Porque habrá llegado entonces la Libertad Política Colectiva para la Nación Andaluza: nuestra Aurora...


Al-Haham Morilla Rodríguez




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