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"Alegra la vida, pero entristece el corazón" cantaba el pasado viernes el cónsul Sharpless a su amigo, el teniente Pinkerton, juzgando sus intenciones de boda y abandono en el primer acto de 'Madama Butterfly'. Y así se puede resumir esta bella ópera de Giacomo Puccini, cuyas melodiosas notas reverberan aún en los oídos de los cientos de espectadores que abarrotaron anoche el Auditorio Maestro Padilla. La interpretación de este clásico por parte de la Orquesta Sinfónica de Ópera 2001 y el Coro japonés de Hirosaki cautivó por su intensidad e hizo temblar de emoción en su dramático final, en el que la 'mariposa' batió sus alas y su voz con fuerza inaudita.
La tragedia de Madama Butterfly se desarrolló bajo la dirección musical de Martin Mazik, que fue guiando con su batuta toda la trama y a sus músicos a lo largo de los tres actos del libreto, en un continuo 'crescendo' de emociones hacia el desenlace final. Esta ópera, que ha formado parte de la programación del ‘Otoño Cultural’ del Área de Cultura, se representó en versión original en italiano y estuvo acompañada en todo momento por subtítulos en español.
En la primera parte, la música más delicada y alegre brotaba desde el foso como agua cristalina para envolver en escena a los protagonistas: Cio- Cio San (Butterfly), bella geisha japonesa, y el que en poco tiempo se convirtió en su marido, el teniente americano Pinkerton. El Coro japonés de Hirosaki ofreció uno de los momentos estelares de la noche, acompañando con bellos cánticos la ceremonia nupcial para tornarse después amenazador al repudiar a Butterfly por abandonar su religión y convertirse a la de su esposo.
El segundo acto supuso una elipsis de tres años en la historia. El público pudo observar como la ingenua joven que habían conocido antes de que bajara el telón del primer acto se marchita poco a poco. Aquella mujer enamorada y feliz se presentaba ahora abandonada, apenas acompañada por su fiel sirvienta Suzuki. La desgarradora aria 'Un bel dì, vedremo' muestra la fe de Butterfly, que espera a su marido con ansias y un hijo que él aún no ha podido conocer. Destacan las interpretaciones femeninas, por la limpieza de su voz y su expresión, tanto en la mezzo-soprano Andreea Iftimescu (Suzuki), como en la soprano Meeta Raval (Butterfly), que despunta especialmente en este aria. Al final de este segundo acto hacen su aparición las jóvenes del Coro de Hirosaki de nuevo, que acompañan a la protagonista en su vigilia, pues sabe que su marido está a punto de regresar de América. Sus suaves voces y la iluminación, que va imitando con maestría como declina el día, van presagiando el aciago desenlace que se avecina.
Una pequeña introducción onírica, en la que se ve a Butterfly como una auténtica mariposa gracias a unos enormes abanicos que aletean tras su espalda, dan el inicio al tercer acto. La música lo envuelve todo con sutileza, hasta que las voces van poco a poco haciendo su aparición y tejiendo el trágico final. Distintas iluminaciones acompañan los sentimientos de Butterfly, que descubre que su marido ha vuelto casado con una americana y que reclama a su hijo.
La despedida de Butterfly de su hijo en el aria final, 'Con onor muore', es el momento culmen de la noche y el de mayor emoción. "Muere con honor quien no puede vivir con honor", canta Butterfly, y el escenario se tiñe de rojo sangre. Así, la 'mariposa' se libera de su carga y puede por fin volar.
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