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“Rompiendo Barreras. 150 años de planificación urbana de Almería”, actividad organizada por la asociación Amigos de la Alcazaba, celebró anoche la tercera y cuarta de las cuatro conferencias programadas como complemento a la exposición que se pudo disfrutar hasta hace unos días en el Patio de Luces de la Diputación Provincial. Los expertos Andrés Sánchez Picón, catedrático de Historia Económica de la UAL, y Alfonso Ruiz García, doctor en Historia del Arte fueron los encargados de pronunciar las conferencias “Almería en 1866: un espejismo de desarrollo” y “Arquitectura y vivienda en la Almería burguesa”, respectivamente, ante un salón de actos del IES Celia Viñas completamente lleno.
Un crecimiento no aprovechado
Sánchez Picón realizó un brillante ejercicio de contextualización económica y social de la Almería del siglo XIX, tomando como eje referencial la fecha de 1866, año en el que el ingeniero militar Joaquín Pérez de Rozas, “realizó un plano muy optimista” en el que con un detalle milimétrico proyecta los nuevos ensanches, cómo se abre el Paseo y futuros barrios. El catedrático hizo un repaso por los indicadores de la época en la que se experimenta una diversificación del comercio exterior, volcado a principios de siglo en el plomo, pero después equilibrado con la uva, esparto para papel y finalmente el hierro. Sin embargo, “la crisis que provoca la paralización del desarrollo del ferrocarril en 1866 es similar a la del ladrillo de 2007”, todo se paraliza y “en 1880 solo tres provincias no conocía el tren. Soria, Teruel y Almería”, apuntó.
De igual forma, el hecho de que “la capacidad para retener la riqueza que se generaba se disipó bastante”, lo que redundó en un “urban penalty”. “En las primeras décadas de la revolución industrial la vida en las ciudades empeoró, porque el crecimiento urbanístico no llevó aparejado mejoras en los servicios sanitarios o de aguas. Bernabé Gómez Iribarne ya hablaba de una mortalidad del 34 por 1.000 con unas 700 defunciones al año “no debidas”. Concluyó Sánchez Picón recordando descripciones como las de Pedro García Alarcón en 1854, Brenan en 1925 o Goytisolo en 1960, en las que hablaban de “odalisca soñada”, “ciudad decimonónica y provinciana” o de “violenta pobreza”, respectivamente.
La arquitectura burguesa, ornato y decoro
Por su parte, Alfonso Ruiz centró su exposición en los cambios arquitectónicos que se provocaron con motivo del alzamiento de una burguesía industrial, así como la zonificación social. “Almería pasó de tener 5.000 viviendas en 1850 a 10.000 viviendas en el año 1900, las casas frías señoriales de piedra, rejería y portada, para dejar paso a una fachada que recurre al clasicismo y al ornato y decoro, de gusto isabelino, en las que se emplearían óculos con claves decoradas al estilo naturalista, esquinas con columnas como elemento simbólico y la organización en tres crujías perpendiculares con grandes espacios para las salas más sociales, el estudio, el salón…, con monumentales cornisas de remate y aprovechando los patios de luces”, explicó.
Por el contrario, “los trabajadores contarían primero con lo que se denomina “casas de puerta y ventana” y más adelante con bloques plurifamiliares de renta o alquiler, un modelo que continuaría con los bloques de pisos impersonales que llegaría hasta 1960”.
Ambicioso proyecto
La Asociación Amigos de la Alcazaba ha llevado a cabo un ambicioso proyecto con “Rompiendo barreras. 150 años de la planificación urbana de Almería”. Tras la digitalización del plano de Pérez de Rozas, reunió los 16 formatos a escala 1:1000 del plano para disfrute de todos los almerienses. Junto a la muestra, clausurada el pasado día 2, la iniciativa ha contemplado cuatro conferencias y dos itinerarios. El último de ellos será precisamente este sábado, 17 de diciembre, bajo el título “Del Paseo de Almería a la fachada marítima; intereses urbanísticos en la nueva ciudad burguesa”. Las plazas son limitadas, las inscripciones se pueden realizar a través de la web www.amigosdelaalcazaba.es o en el teléfono 628 172 812.
El comisario de la exposición fue Juan Francisco Escámez, el coordinador general Francisco Verdegay, con reconstrucciones históricas de Juan José Tonda, asesoría documental de María Teresa Pérez y Alfonso Ruiz, y edición del CD por Félix Expósito, profesor de Informática del IES Celia Viñas, y sus alumnos.
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