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Nunca he sido rico. Estas cosas se saben…, me hubiera dado cuenta…y mi familia me hubiera advertido: “Ten cuidado, Juan, que eres rico; no hagas el gilipollas como acostumbrabas siendo pobre” (Tampoco soy de que a los cuatro días, me pongo los calzoncillos al revés en consonancia con mi status y asumiendo esa miseria/dejadez) Sinceramente, yo nunca percibí que era rico - ahí está Montoro, erótico y “hacendado” personaje, que lo puede corroborar con martirizarme a impuestos ya que carezco de fortuna - Lo que no entiendo es por qué, siendo así, me pongo a mirar la lista de quienes habitan en primera línea de mar del paraíso capitalista…, para ver si aparezco satisfecho, orondo y sonriente. Todavía entiendo menos que mi ausencia me sorprenda.., es como si albergara una esperanza recóndita, imposible de aflorar.
¿De verdad anido en mi pensamiento que quiero ser multirico? Buena pregunta que me hago para un triste Domingo, (todos los Domingos son tristes), y ni así lo tengo claro. (Siempre leo un periódico que copia algunos de mis artículos y los imprime en papel, lo cual, me importa tres huevos aun careciendo de uno de ellos, a sabiendas que soy pobre pero sin “daños colaterales”) ¡Allá ellos!
Hace unos días, se publicó en la prensa la relación de las personas que más dinero acumulan en el mundo, y me vino al paladar el regusto de la provocación, de la inoportunidad del momento… y coño: hasta de la rebeldía e insurrección. Simplemente porque no cuesta mucho entender que hay mucha gente pasándolo mal para que, encima, le restrieguen con tinta impresa esas riquezas exuberantes y completamente innecesarias obviando que esa minoría de opulentos, también mean de pie para que nos sirva de consuelo y encontremos cierta afinidad. Ricos por exceso y encima–desean los maliciosos – sin decesos.
Decía la noticia: “Amancio Ortega, está aún 27.600 millones de dólares por debajo del mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, con un patrimonio de 74.200 millones de dólares. El segundo en la lista es el estadounidense Bill Gates, fundador de Microsoft, que cuenta con una fortuna de 63.000 millones de dólares. Para alcanzarle, nuestro “barco insignia español” Amancio Ortega, debería aumentar en un tercio su patrimonio. En junio, el empresario español pasó a tener la mayor fortuna de Europa tras superar al sueco Ingvar Kamprad, propietario de Ikea…’ (Recuerdo cuando nuestro compatriota, Amancio Ortega, fue coronado como la riqueza más importante de la España de camareros al Sol y en las colas del INEM, se podía observar cómo se arrancaban con vivas y vítores a tal excelso paisano y criminalizar a los suecos de IKEA rivalizando con nuestro patriota al exponer como patrimonio, los tornillos que le sobran a sus armarios.
Todo esto, suena como una carrera contra el reloj o, tal vez, a favor de la avaricia. ¿Y a éstos no les dan el Nobel del Ahorro contando con que la Factorial Conferencia Episcopal Española no se presenta? Ni siquiera pensé en la injusticia enquistada en esas cifras, que es reproche socorrido y habitual. No soy quien para cuestionar o aventurar cómo estos señores hicieron su capital, aunque sí quisiera poner algún matiz de reprimenda: Me repatea -envidia tormentosa será- escuchar en tantas ocasiones cómo mucha de esta gente forrada “se ha hecho a sí misma, comenzando de la nada”. Pues no se me alcanza el método, o quizá es mejor no saberlo. Pero me niego a creerlo al pie de la letra e intuyo que debe de haber “algo más’” que ese “hacerse a sí mismo”, sacado de un manual aseado y correcto. ¡Coño ya!, que somos miles de millones los que comenzamos de la nada y por ahí nos hemos quedado/perdido, y no figuramos en esa lista de riquísimos con la falta que nos hace lo que les sobra. Me resulta muy difícil admitir que los sinsabores y esfuerzos de la vida a unos apenas nos dan para sobrevivir, y esas mismas penurias han aupado a estos millonarios en el ranking de Bloomberg hasta la estratosfera de la pasta. (No me vale el hecho que uno haya empezado de emprendedor recogiendo papeles en la calle y debido a su perseverancia y tesón, hoy en día, ha conseguido el carnet…, de trapero)
Y ya que he matizado ese camino triunfal de estos megamillonarios, voy a pasarme el aspirador a mí mismo. Puede que todo sea más sencillo, y la explicación entre esos ricos y yo, deba buscarse en mi incapacidad, mi falta de talento, de arrojo y decisión, alguna que otra gilipollez como es el escribir y cuyo deporte de riesgo en la vida, es actualizar mi Cartilla de Ahorros cada mes… etcétera. Mejor así: Me quedo más tranquilo pensando que estos triunfadores son honrados trabajadores venidos a más. O al menos, porque, en el fondo, ha de ser duro apechugar con el lastre de ser tan rico y no poder irse a tomar un triste cortado, tranquilamente, al bar de la esquina cosa que yo si puedo disfrutar aunque, siendo pobre de consideración, guarde cierto encono y resentimiento hacia UNICEF que ha rechazado mi testamento porque al nacer pobre, me he acostumbrado a ello y no tengo nada de valor que dejar cuando un Tanatorio se encargue de mí. (Aprovecho, incido, y les recuerdos a mis allegados que mis cenizas, sean esparcidas en el pasillo de gambas congeladas de Mercadona contando siempre con la aprobación de Juan Roig Alfonso, nuestro “hacendado”)
Pero os aviso, opulentos de portadas: ¡Ejém…! Me siento consolado el hecho de una faceta donde salís perdiendo los ricachones: Es en el hecho demostrado de que vuestro éxito no hubiera sido posible sin contar con quienes nos hemos quedado por el camino o sin ruta a seguir. O, ¿qué os pensabais? ¿Qué creíais? A nosotros nos lo debéis todo: Con nosotros tenéis contraída la mayor deuda: sin pobres a vuestro lado, - aunque seamos paupérrimos de postín - no hay ricos: ¡Nunca habrá ricos! Vuestra existencia, profusos en fortuna, no tendría sentido, por lo tanto, sois ricos a través de los pobres o a costa de ellos. ¡Vuestra riqueza, siempre ha dependido de nosotros…, los pobres!
-Hay que ser realistas y sinceros– analiza mi Regadera siempre pendiente de lo que escribo – El artículo te ha quedado bien. Pero si tienes esa satisfacción de lo bien que te ha quedado asumiendo tu pobreza y si de la noche a la mañana eres rico, seguro que mandas a tomarporculo la satisfacción.
Juan Marcelo
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