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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 03/12/2017

PENSAR DE CINTURA PARA ABAJO

"Día llegara, a este paso, en el que se manipularán las sustancias grises y a cada cual se le respetarán las apetencias propias de su clase social"

Almeria 24h
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PENSAR  DE CINTURA PARA ABAJO


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Nos adoctrinaba mi profesor favorito, Don Cojonciano Ceropelotéz, que “las desgracias no tienen nada de honorable: Nadie expone esas desgracias como un triunfo conseguido, y encima, exhibirlo como trofeo”

Ejém…, prevengo para no confundir: El cerebro, es la capacidad del juicio y raciocinio de una persona. El celebro, es la capacidad que tiene un organismo de los llamados racionales para aplicar y dilapidar una irracional onomástica a un dictador, y encima, celebrarlo con manos derechas alzadas…, cierta efesverencia azul con yugos y flechas que añaden en completo desorden y que no admiten el ocaso ni nuevas alboradas de un Nuevo Amanecer. (Un intento de abrir la Caja de Pandora para liberarla y aplicar un actualizado caos)

Nadie dudaría hoy de que todo lo que hacemos -pensamientos incluidos - se decide en el cerebro importándome tres leches que algunos Ministros no estén de acuerdo, si bien cabría hacer la salvedad de que, en edades un tanto soliviantadas por la premura del deseo- el centro de mando podría ubicarse perfectamente debajo de la cintura que antes era de botones y ahora es de cremallera con el riesgo que supone de pillarte un huevo - pero, ya digo, es excepción y etapa pasajera.

Ahora bien, ¿Conocemos a nuestro cerebro? ¡Se puede afirmar que Rajoy tenga cerebro o cerebelo mal gestionado por premisas? Poco o mucho según parece. Vamos haciéndo avances con cuentagotas, por más que esos divulgadores científicos de moda nos alboroten con sus revelaciones de la señorita Pepis y la veracidad del nido de serpientes, cual áspid del Sahara, inoculando veneno a mansalva llamado “Sálvame” y encima lo permiten, y accedo a un símil muy en consonancia con un submarino argentino cuyos gestores en navegación, no saben dónde está. (Igual, dando rienda suelta a la racionalidad cerebral, lo localizan surcando los procelosos mares de una cloaca) Lamentable el destino de esos tripulantes.

Un reciente informe elaborado por científicos – me demuestra que hay gente que se atreve a todo - viene a exponer que algunos apetitos desordenados no son de nuestra responsabilidad, sino que nos llegan inducidos por el cerebro, órgano que cuanto más lo conocemos, menos confianza nos transmite. El cerebro, evidentemente, forma parte de nosotros o de algunos “rara avis”, aventureros de emociones fuertes, que viajan en el viejo Talgo, Almería-Madrid, pero en absoluto podemos permitir que sea nosotros, y eso podría estar sucediendo sí atendemos a los descubrimientos hechos sobre su funcionamiento que algunos facturan a través de la propulsión hibrida, tan en boga en la locomoción, y otros dan rienda suelta a tener sueños y deseos lujuriosos - accionando la racionalidad -con Ana Mato, mientras aquel, en completo desorden mental y anarquía especulativa, se inclina por Elsa Pataki) Datos a considerar, ya que la verdad en el raciocinio, es siempre revolucionaria.

La novedad ahora desvelada libera a las personas de responsabilidad cuando éstas no pueden resistirse a comer chocolate o fumarte unos cigarrillos Benson & Hedges oro que tiene la propiedad de que lo que escribes, estén de acuerdo contigo. (Reseña a considerar es el de mi amiga, Raquel Aguilera, estirpe y ejemplo almeriense, que dice que le gustan mis artículos y después de leerme, asume que no encuentra el número de su casa) No es su culpa…, me lo temía. El cerebro produce una sustancia natural, una química parecida a lo opiáceo que te hace ver el chocolate/escrito como algo irresistible en que no te atreves ni a cuestionarlo. Pero esto no deja de ser el chocolate del loro, porque la tiranía del cerebro bien pudiera extenderse a otros campos menos afables y más comprometidos. Por no hablar del bien y del mal. (El mal, por lo regular, como opción más firme)

La cuestión es si nuestro Ego manda sobre el cerebro o, por el contrario, es víctima del mismo. No me gustaría que consideraran esto como una tontería en las que ya no doy abasto mirando de reojo el stock almacenado, porque si fuéramos víctimas de semejante dictador, estaríamos…, por un lado, sometidos a su tiranía; y, por el otro, pagando sus consecuencias. El ejemplo del chocolate es muy clarificador.

En las conclusiones publicadas en Current Biology, la doctora Alexandra Di Feliceantonio, de la Universidad de Michigan, no seducida por los oleajes del Lago de dicho nombre sin un monstruo que exponer, explica cómo el cerebro tiene sistemas de recompensa más amplios de lo que se pensaba, y esos sistemas hacen que las personas deseen consumir cierto producto en exceso lo cual, en mi “docta” opinión, a veces no activa esa recompensa y la compensa con idioteces como declarar que ha leído todos los discursos de Albert Rivera y su “arrimada” Inés Arrimadas.

Entonces – deduce uno mientras condena que el mecanismo de nuestra Constitución, no tenga manual de empleo - ¿Cuánta investigación nos queda para entender que ceder a la tentación de un excelente bourbon Jack Daniel,s no es culpa nuestra? Y ahora, prolongar el chocolate y el whisky a cuantas ansiedades nos acribillan a diario -no omitan las apetencias exigidas de cintura para abajo que en mi opinión, es la más asequible - y digan sí somos responsables o simples víctimas de nuestro cerebro: Está claro, ¿no?..................... ¡¡¡Está claro!!! ¿no? – insisto impaciente, anhelando y esperando comprensión y no respuestas condenatorias, a la cuales, soy muy sensible.

Todo ello a falta de confirmación, - no os precipitéis - demostraría que los vicios, pequeños y mayores sin estafetas perdurables, no existen. No coexisten como un todo. (Es como creer en la recuperación económica de Luis de Guindos que cada vez que la pronuncia “ensancha las sonrisas a los jerarcas”) Son tentaciones generadas por la química cerebral, a las que no podemos resistirnos: Ejém…, tal vez por eso, los viejos sabios - que no serían científicos, pero sabían un huevo de estas cosas - ya advertían que el mérito no consiste en resistirse a la tentación, sino en saber levantarse tras caer en ella.(hasta la próxima vez que incidirías en violar ese incentivo; determino)

Día llegara, a este paso, en el que se manipularán las sustancias grises y a cada cual se le respetarán las apetencias propias de su clase social (dado que los repúblicos, no figuramos ni medramos en la escala de la urbanización social y aparecemos como ladrillos esquinados) e incido en que me creáis: será una liberación porque no hay nada más frustrante y mortificador que mi cerebro me mande comer caviar o angulas y me tenga que conformar con sardinas arenques, exclusivo de mi menú diario. Lo sé porque me pasa a mí, (exijo responsabilidades a quien intente divulgar este detalle…, se trata de mi protegida intimidad culinaria) ya que tengo apetito de rico y bolsillo de pobre: A saber lo que esconde mi cerebro donde nunca me he atrevido a analizarlo… (Pobre del él cuando decida, sin previo aviso, consultarlo)

Juan Marcelo




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