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Me informa mi regadera de que el País donde más crecen los banqueros millonarios, es en España. Agradezco la información y como premio, me exige que decore su caño con un pañuelo palestino que rápidamente accedo a comprarlo y complacerla.
Me asombro de asombrarme por cuanto todo lo que veo, analizo, y sigo sin comprender. Es como si fuera nuevo a estas alturas y no tuviera las dioptrías sobresaturadas y curadas de espanto. Son muchos años ya. Sin embargo, persisto con mi cara de pasmo cuando veo el egoísmo insaciable, desmesurado y rampante de algunos políticos y la porquería en que se ha convertido buena parte de la sociedad con sus presencias. Percibo a los corruptos sacando pecho mientras sus víctimas callan y acuden a voces, reclamos y lemas, haciendo de los despropósitos y descontento, sus banderas.
Ojos de telescopio tengo puestos ante tanto hipócrita e impúdico: Pablo Casado, del omnipresente PP, con un cinismo - que no se recuerda desde la época donde Fraga Iribarne, juró la Constitución - y su Máster exportando al Top-Manta que se lo vendió. Cifuentes renunciando a algo que nunca ha poseído. Los que predican que el agujero del cinturón es el aconsejable y correcto…, para que se lo aprieten los demás.
Ojos de de cárabo tengo puestos ante tantos hipócritas y desvergonzados; esos que ya no se asombran de Manifestaciones de Jubilados preservando su dignidad y que no están dispuestos a pedir limosnas por primera vez. Unos padres desahuciados con su pequeño en brazos ahogado en la desesperación para que las conciencias, las escasas que les queda a los dirigentes, levanten la vista y se pregunten; ¿Todo esto lo hemos organizado nosotros? como si no lleváramos un siglo sumergidos en el mar de la desigualdad, del abuso, y del robo consentido donde somos más pobre que antes y algunos más ricos después.
Entre tanto, para pasar el rato, les venden armas a Países para exterminar a pueblos indefensos en que sólo se defienden con palos y piedras. Matan y torturan los hijoputas en nombre de sus dioses. Los que se erigen en portavoces e intérpretes de los textos como sustento a sus psicopatías. Palestina, Guta, Eritrea… fluye generoso en el río de la migración desesperada del éxodo de la hambruna y sobre todo, la falta de futuro de niños y padres huyendo del fanatismo y del dictador de turno esparciendo rezos y plegarias con metralla y bombas añadidas.
Hay una inquietante pregunta que siempre me he hecho pero la reemplazaba hábilmente por mi convulsiva devoción/fijación, de masturbarme con la imagen de Esperanza Aguirre sin maquillar: ¿Qué he hecho yo para evitar esas miserias y guerras impregnadas de cierto fanatismo? Nada, no he hecho nada, todo ello, sin saber o notar que me pondría de parte del mundo del egoísmo y hasta de la egolatría. Después, viene la incógnita de; ¿De dónde salgo yo? ¿Acaso no soy uno más de esos a los que lanzo reproches? ¿Si mi idea es cambiar el mundo? ¿Por dónde empiezo…, viendo que Dioses e Hijoputas conforman una simbiosis donde lo uno alimenta al otro?
He acudido a la foto que tengo expuesta encima del microondas –sin posibilidad de ignición de Gaspar Zarrías - mi icono/ídolo con o sin bigotes, para que me inspire y ser hacedor de los consejos que me pueda dar, pero los ERE, lo tiene ocupado: Le llamaré.
Mientras, en estos momentos, pienso si no sería mejor sumarme a esa gente sin patria para cruzar ríos y mares o no hacer nada. Apoyarles con mis escritos…, bajar las manos o soltar el brazo. Mantenerme a flote y expulsar lastre o almacenar desidias e indiferencias y hundirme.
Ahora nada: Absolutamente nada, porque en caso de haber algo o que pase algo, me acordare de mi amigo, literato árabe, Abdou de Libia, convencido de que nunca pasa nada porque “con lo que tenemos, Juan, ni una eternidad bastaría para arrepentirnos de tanta inhumanidad y crueldad acumulada”
Juan Marcelo
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