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Opinión - Juan Marcelo
(La Regadera) - 06/08/2018

MUCHAS LEYES EN UN ESTADO SIN PALABRAS

El magistrado, el eco de la Ley y el poeta el eco del mundo, pongo mis cuestiones encima de la mesa y pido la palabra y no la Ley: Que muchas son leyes en un Estado sin palabras” (Víctor Córcoba)

Almeria 24h
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MUCHAS LEYES EN UN ESTADO SIN PALABRAS


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Procovio, compañero minero y cuyo nombre nunca superó, me dijo que había hecho esta súplica: ´”Señor, te creo pero ayúdame en esta incredulidad ya que me tomo muy en serio los programas electorales” Mi anterior manía de ponerle la “h” intercalada en la palabra “escéptico” porque quedaba más mona. El abandono de una amistad por su ocurrencia de ponerse siempre los calzoncillos debajo del bañador… (Gentileza de mi amigo, Ángel Pedrosa) “Si el legislador es el eco de la razón.

El magistrado, el eco de la Ley y el poeta el eco del mundo, pongo mis cuestiones encima de la mesa y pido la palabra y no la Ley: Que muchas son leyes en un Estado sin palabras” (Víctor Córcoba)

Cuentan que, en cierta ocasión, unos cuervos de Bankia, aliviados de su dura tarea en la recolección de la cosecha económica de confiados, se acercaron al carro de las mieses crematísticas y comenzaron a tocar una campanilla. Entre tanto, el personal estaba enfrascado en atender a su Cartilla de Ahorros. En un momento dado, uno de los presentes, se dio cuenta de la faena de los córvidos de corbatas y le comento, a voz de grito (léase como gritando mucho..,

ahhhhhhhhhhhhhhh, más o menos) al vocal de los damnificados: “Bienvenido, ¿Se están comiendo nuestro trigo? “Tranquilo Pepe – serenó Bienvenido – “Verás como el trigo lo paga la población. Un rescate ya previsto pero que nos dejara sin salvavidas. Lamentable en que no te des cuenta en qué País vives. Sólo es fijarse en el sonido de una campanilla para saber lo que nos espera: O nos manda al recreo con leche en polvo incluida y chocolate de algarrobas, o te resignas que nos hemos anclado en el siglo XVIII” “Un padre de familia que se gasta 78 euros con una tarjeta que no es suya alimentado a su familia, a la cárcel, Rodrigo rato, en su chalet y encima, protegido” Este, Pepe, es un País donde protege al bucanero”

Pues bien, vayamos a otra cuestión donde se me entienda mejor mi intención: La vida, nos hace recurrir a desconexiones tajante y hasta brutal del sentido común: Más de la que deseamos. Ofrezco mi faz llena de rubor y vergüenza ajena porque nace en un mismísimo Tribunal Supremo. Institución destinada a impartir justicia y en cuyo seno, es de suponer, se nutren hombre que se visten por los pies y beben cada día argumentos razonables y hasta razonados. Pues bien:

El tribunal Supremo ha rebajado de nueve a cinco meses la sanción disciplinaria impuesta a un militar, - fue condenado como autor de lesiones a su esposa – tras valorar positivamente sus condecoraciones y su participación en Afganistán, donde hay “necesidad de acudir al empleo de la fuerza armada” No entro ni salgo en la rebaja de la pena que eso sería materia de ajustarse en la Ley para estos casos, sino que se repara en el argumento utilizado a la hora de conceder tan magna gracia, motivo por la cual, abunda mi desconcierto al igual que cuando imagino la figura del Cardenal Rouco Valera defecando sin quitarse sus atuendos interiores.

El asunto, es serio, tanto que se trata de esa lacra del maltrato, habitualmente ejercido contra las mujeres y aquí, consideran atenuante que el agresor haya ido a Afganistán y tenga la pechera adornadas de chapas. Medallas que hacen olvidar que la agredida, la autentica reclamante de la justicia ha sido lastimada. ¿Qué pasa? ¿Qué la violentada suaviza su dolor por ser consorte de un militar condecorado? ¿Tanto el daño físico como moral, será menor por eso? ¿Arrebatos en la contienda ajena mitiga el dolor de la agredida?

Nos ponen demasiadas trabas para entender nuestra Justicia. La que se supone igual para todos Ricos y pobres, militares y civiles, honradas y deshonradas, empleados fijos y mediopensionistas, parados, móviles, y hasta accesible para los gemelos horteras de Gemeliers, dignos de ser condenados. Ir de militar a Afganistán ¿Tiene bula para ejercer el maltrato o, realmente, nada tiene que ver una cosa con otra? ¿En qué código se recoge ese derecho de pernada violenta aunque lleven el pecho relleno de chapas?

Uno, preocupado por su trigo y el otro en continua batalla. Dispares secuencias que no conforman una simbiosis ya que se encuentran distantes. El uno, se quedara sin el pan y el otro no dejara de aplaudir a la Justicia corporativa: Uno, en merecimientos a sus medallas y el otro, el del trigo, desfallecido mientras nuestra Justicia, juzga a intervalos de lo conveniente en la situación. Mientras, Europa, desconcertada de nuestra Justicia.

Juan Marcelo




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