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Desde una hora antes del comienzo, con las puertas del Teatro Apolo todavía cerradas, ya había casi medio centenar de aficionados esperando para poder pasar. Y es que pocas películas hay que, pasadas ya casi cuatro décadas, despierten tanta pasión como la primera trilogía de Star Wars y la oportunidad de escuchar a Peter Beale, uno de los más reputados realizadores internacionales del cine, contar los entresijos sobre cómo nació el proyecto no se tiene todos los días.
La actividad, organizada por Ignacio Mañas y con la colaboración del Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería en el marco de la programación del Otoño Cultural, contó con la introducción musical del cuarteto de cuerda de la Orquesta Ciudad de Almería, con José Vélez y Salvador Esteve al violín, Paloma Oliver al violonchelo y Clara García a la viola, interpretando con maestría los momentos más conocidos de una banda sonora original que es inmortal, universal y casi podemos decir que interplanetaria.
Presentado por el periodista Antonio Torres, Peter Beale ofreció una conferencia de lo más amena, acompañando sus confidencias con imágenes ilustrativas sobre lo narrado. Beale hizo un repaso generoso desde el germen hasta el estreno final.
Lo verdaderamente curioso es que una película y saga que se ha convertido en el tiempo en una máquina de generar ingresos estuvo a punto de no realizarse. Numerosas productoras rechazaron el guión “porque el cine de ciencia ficción era considerado como algo de serie B”. Así, con la historia de George Lucas dando vueltas y recibiendo negativas, el guión original, que posee Beale, llegó a sus manos. Él ya era un reputado realizador de películas a bajo coste, que después serían éxitos comerciales, como el caso de La Profecía.
“Cuando recibí el guión pensé en todos los problemas para el rodaje. ¿Cómo íbamos a tener una nave gigantesca, robots, vehículos antigravitatorios o espadas láser? Así que le dije a Lucas que sí, que íbamos a hacer la película, pero que necesitaba reunirme con él dos semanas para leer frase a frase el guión y saber qué quería en cada momento”.
Así, con el centro de operaciones en Londres, 20th Century Fox se hizo cargo del proyecto, sin estar del todo convencidos, tampoco. Especialmente cuando se dieron cuenta de que el rodaje iba más lento de lo previsto.
La consecución del reparto también tuvo su dificultad, con anécdotas para cada uno de los personajes, especialmente los de Harrison Ford, que ejercía labores de carpintero y solo echaba una mano a los diálogos de los actores que verdaderamente se presentaban al casting Alec Guiness o Chewbacca, localizado en un pub de Chelsea.
Explicó cómo muchas escenas cuentan con telones pintados manualmente. “Hoy es todo tan sencillo con la edición digital…”, bromeó Beale. De igual forma, una vez que la película estuvo rodada, no les convenció nada la edición, “nos parecía aburridísima”. Hasta que le confiaron la tarea al editor de American Graffiti, con quien Lucas ya había trabajado, y todo cambió de manera radical.
También hubo referencias a la grabación de la banda sonora, para la que John Wiliams quiso contar con la filarmónica de Londres. Músicos profesionales que graban sin más y que, sin embargo, se dieron cuenta de la magnitud de la obra en la segunda toma, cuando John Williams redujo la luz en los estudios de Abbey Road “para hacer magia, es uno de los dos momentos increíbles que he pasado en mi vida”, confesaba Beale.
En definitiva, una velada en la que un repleto patio de butacas se subió a la nave del Halcón Milenario para recordar y conocer uno de los capítulos más brillantes de la historia del cine.
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