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Saturados de promesas políticas, no era previsible cambiar los mensajes pero hete que aquí, que la exhumación de una momia y resucitarla en una campaña electoral, ya es que resulta justificado para algunos pero turbador en su forma ya que es como actualizar la historia de un genocida y revivirla en mítines, juntas partidistas y consejos al orador de turno por los programadores de esas campañas.
Naturalmente, eso es posible en Países democráticamente solventes que no es el nuestro. Aquí, estamos más acostumbrados a la demagogia, el engaño oral y exponiendo lo que la gente quiere oír muy bien editado en los mensajes de la extrema derecha y que acuña como propio. “Demos a la gente lo que quiere oír y hacemos oídos sordos cuando nos reclamen lo que han oído”
El traslado de la momia – a saber si era él – hemos visto reflejados en sus ojos el odio, rencor y revancha en sus acompañantes y los cuatro gatos que coreaban su nombre como si fuera un muerto vivo.
Familiares de rostros compungidos olvidando los bienes y patrimonio que robo el dictador y que gozan y viven de ellos obstinados en no devolverlos. Los que todavía se empecinan en que muerto el perro, no se ha llevado consigo la rabia. Los vítores de un traidor llamado Antonio Tejero, - de hijo cura y “decente” prior/piolín de la Basílica haciendo oídos sordos al mismísimo Papa - cuya exaltación a la memoria de un tirano recordando otros muertos vivientes que todavía siguen presente en lugares que no le corresponde tipo, Millán Astray, Milans del Bosch, Queipo del Llano, García Valiño, Sanjurjo, Mola, y tantos “salvapatrias” que defendieron una idea “celestial” con la Iglesia Católica aportando los cañones y armas cargadas, hoy en día, vemos impasible e imperturbables, sin rebelarnos, la presencia de grupos partidarios y neo-nazis obteniendo representación parlamentaria y encima, en posesión de la palabra como reclamando la España de pandereta cuando han estado 44 años escondidos: Los que aprovechan una dudosa democracia para activar hordas.
Se sabe que esta calaña, son muy propensos a recordar u olvidar según el menú que observan; según si encuentran por las calles carnaza que adherir buscando nuevos votos de los que creen que los sables y espadas es la salvaguardia del País.
Después, tenemos a los medios de comunicación donde jubilados defendiendo algo que les pertenece se presentan en Madrid y no merecen una escueta nota pero si nos saturan de vándalos e iluminados cortando calles y accesos en Cataluña. Y es que la prensa española, cada vez se parece más a las viñetas de “Rue del Percebe” donde cada uno va a la suyo y hace loable su tendencia en la profesión. Todo esto, no es que me lleve a la confusión sabiendo del terreno donde poso mis pies sino la seguridad de que la Ministra de Justicia, en propiedad como Notaria Mayor del Reino, estaría segura de certificar que Franco estaba muerto y el ataúd era el suyo sobre todo, sin un forense que legitime que la momia era la suya.
Igual, estaba vacío y el prior/piolín, aprovechando la noche, lo cambio y puso en su lugar el del Cojo Manteca o el mismo estaba “sin rellenar” y hemos vuelto a desenterrar a un fantasma causante de nuestras más sangrientas desdichas como Nación y como civilización. Es un presagio/presentimiento en que el déspota siga inaugurando pantanos u organice desfiles con la guardia mora convertidos en zombies. Tampoco me extraña que haya contribuido, bien oculto, al programa electoral de Vox, en continua persecución de esa España profunda y gris criminalizando a la mujer.
Si: El dictador camina con “paso firme” por nuestras calles siendo un estandarte para jóvenes criados en un ambiente familiar autócrata que no han conocido nada pero hoy, son magisterios en algo que no han vivido ni mucho menos padecido. La bandera o el trapo, es el colorido que tienen que defender cuando nadie trata de cambiarle la tonalidad.
A todo esto, cuando un miembro relevante de la comitiva familiar intento ponerle en el ataúd del dictador la bandera con la siniestra águila negra y se lo impidieron, exclamo que estábamos en una dictadura sin saber o notar que su patrimonio, le permite y goza de haber vivido a costa de esa dictadura. Menos mal que la oronda familia no le ha dado por presenta un escrito solicitando que el último rey moro de Granada, Boabdil, traérselo de Fez y enterrarlo en la Alhambra, ocasión inmejorable y esplendida ceremonia para declarar la Independencia de Andalucía. Traslado por traslado, queda bien y equipara restos pero con diferente significado: Uno, nos dejo cultura, conocimiento y progreso y el otro nos dejo una mancha sangrienta que aun en día perdura y tiene acólitos de cerrajón psíquico.
Es muy posible que el 10 de Octubre, a eso de las 10 de la noche, acabemos todos llorando por un País que pudo ser republicano en legalidad y difícilmente pueda volver a serlo en esta España dividida y que no escarmienta haciendo nuestra historia más espinosa en su convivencia.
Juan Marcelo
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