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Como siempre, espero la terminación de un festejo para escribir. Me sale mejor ya que mis notas y resumen, son derechos de causa…, las que he vivido y puedo comentar sin anticipar acontecimientos. No me causa sorpresa de que siempre sois los mismos, majestades. El de blanca barba; el pelirrojo, y el negro que siempre va el último debido a cualquier designio divino. Lo que si me extraña es el transporte: La logística, que no sé quién era el encargado de vosotros tres que acarreaba con el oro destinado a un pesebre; fuente de mi intriga.
No suelo y soy bastante estricto en regalar a nadie obsequios o agasajos que colme su felicidad aunque si reconozco que me satisfacen que me regalen a mí ya que lo considero un detalle de buen gusto dado que este año, he logrado ser más bueno que años anteriores donde siempre rozaba conatos de elucubraciones alarmantes. Me han hecho votar varias veces, secuencia que hasta vuestros pajes se mostraban extrañados. He conseguido, debido a la precariedad gubernamental, reactivar la economía con entereza y una pizca de resignación. He pagado impuestos que me tocaban dejando a salvo mis huevos que todavía no han logrado que contribuyan mientras otros ensanchaban sus bolsillos a costa de esos impuestos escurriendo su particular “mirra e incienso” por la vía legal, por lo tanto, he consentido que me robaran por aprobación judicial.
Parece ser que no erais tres ya que faltaba el gato que Juanma Moreno, (Presidente de la Junta de Andalucía) que le exigía aprender el francés al minino o se quedaba sin camello. Tengo tres cubos: Uno para el plástico; otro para el vidrio y otro vacio por si me llega algo del oro que el buey del pesebre no ha considerado grato para su ingesta. No he protestado mucho últimamente – recortes, contratos basura, los precios por las nubes, pensiones de miseria, colapso en la asistencia sanitaria, menosprecio absoluto a mis peticiones amorosa de Rocío Monasterio…- sin embargo, aquí me tenéis; dispuesto a recibir el regalo que vuestras Majestades consideren oportuno mientras no sea unas nuevas Elecciones.
Creo, majestuosos y regios Reyes de Oriente que vuestro paso por “Occidente” tengáis a bien que mi parte en el contrato, ha sido debidamente cumplimentado. Lo único que os pido es que aparte de esa generosidad que tan bien hacéis gala, mi abnegación a tanto sacrificio, me concedáis una tregua. Os pido este año que me permitáis escribir todo lo que me salga de las “cuestiones”. Ya sé que este año tenéis mucho lio con tan solo un día de trabajo mientras los demás curran el resto del año. También conozco la cantinela de que hay otros Países que os necesitan más que nosotros sobre todo para regalarle a Donald Trump un nuevo cerebro, ponerle a Boris Johnson un nuevo jacuzzi con agua del Támesis o contener vuestros camellos por La Audiencia Nacional de España y dejar un paquete de Justicia Social, una bolsa de Consenso y toneladas de Educación que tanto necesitamos.
Dispuesto a pedir - aunque ya sabéis de mi poca credibilidad en vuestra existencia – tampoco es desdeñable un módulo preferente hacia los autónomos , investigación y emprendedores. Accionar y fortalecer un ministerio de transición ecológica que se fortalezca y un acuerdo nacional para eliminar las casas de apuestas. Los putos anuncios en las TV y mandar al exilio y en patera el altavoz que utilizaba Santiago y Cierra España Abascal en campañas electorales. Una escopeta a Froilán Marichalao o un libro a Belén Esteban para joderle la vida.
Que vuestro andares por mi bello pueblo, Carboneras, - y si mi carta os ha convencido - os acordéis de mí, y me dejéis un saco de carbón, sopléis un poco de incienso en mi rellano y tiréis unos kilos de mirra en mi terraza ya que comprendo que el oro, está bien depositado y atesorado en los sótanos de la Plaza San Pedro…, pesebre de la riqueza que engrandece y aumenta la ignorancia. No quiero extenderme en mis apreciaciones ya que considero que lo más loable y digno de alabanzas, son vuestros camellos…, y el gato políglota.
Sin más, saludos de vuestro escéptico amigo salvando los sueños de nuestros niños que esperan sus regalos con imaginaria ilusión.
Juan Marcelo
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