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Caminaba cuasi en la normalidad cuando esta mañana me topé en el Paseo Marítimo de Carboneras con la señora, viuda de Barriga Cervecera y reconocer que no me conocía sin mascarilla asentando mi premonición de que el rostro humano va a desaparecer…, que se va a eliminar toda expresión de nuestra cara tanto de la alegría como de la tristeza. Imaginaros rostros asimétricos como cuentan los poetas que rara vez ponen cara a sus personajes.
Según un estudio hecho por la Universidad de Supatre, (Sumatra) - donde se le había hecho una oferta a Carlos Herrera para ocupar las ondas de dicha Universidad –concluye que el rostro humano tiene 21 emociones distintas exceptuando los “caraduras” que no pueden alterar sus facciones. Donde la alegría puede ser ruin, cobarde y el asco puede ser fingido. Añade los estudiosos que el miedo puede ser divertido, irónico y recreado y se puede expresar de distintas maneras lo mismo que la alegría y desenfado, aunque a veces enfaden a los demás.
Creo que vivimos en una era donde la ironía, el sarcasmo y la sátira, complican nuestras emociones. Ese arrugue del entrecejo cuando nos reímos o esa mueca desagradable cuando desconfían de nosotros y que solo – de las 21 expresiones del rostro – nos va a dejar el de los ojos. Ya no podemos enunciar, a través del rostro, nuestra debilidad de carácter o empeño en conseguir lo que nos proponemos a través de conatos mímicos, aunque nos quede el aspaviento para hacer firme nuestros propósitos o el miedo a emprender algo.
Visto lo visto, se hace imprescindible, dicen, y hasta ineludible la creación de nuevos emoticonos para demostrar nuestro estado de ánimo, actitud, y hasta nuestra presente condición en que se halla nuestro espíritu. A ver: Te encuentras, por ejemplo, con mi amigo, Porfiado Testaduro con mascarilla incluida, y le enseñas cómo te encuentras de ánimo enseñándole a través del Móvil el emoticono pertinente que es santo y seña de nuestro inmediato futuro. Lo malo de esas confecciones de nuevos emoticones es el del pertinaz deudor…, que te encuentres con uno de ellos que lleva años siguiéndote desde que la peseta desapareció sin dejar muestra de su honorable presencia y te reclame las quinientas pesetas que te prestó. Otro emoticono tendría que reflejar la cara de mi amigo Pertinaz Descarado, a quien le preste cuarenta euros mucho antes de que el hundido barco Prestige pasara a llamarse Desprestige y me convenció para prestarle otros cuarenta.
Los muñequitos tienen que ser sofisticados e impregnado de cierta sutileza. Hay – a la hora de confeccionarlos – que pensar en todo, sobre todo, en las 20 expresiones que nos han quitado exceptuando los ojos, me imagino.
Ardua tarea, proclamo, para la confección de nuevos muñequitos que refleje – privados de toda expresión - ya que sólo nos queda la voz y los ojos ya que los rostros de la gente se ocultan y tienden a desaparecer. Claro que, a algunos, les quedan las manos que tan bien emplean ante la cercanía de una Caja. Yo creo, que acabaremos llevando escafandras tipo buzo, sobre todo, por lo escabroso que significa el dedito en una pantalla que yo nunca he asimilado y me regalaron uno que colmo mi desesperación; me lo pusieron en modo avión y lo puse a volar desde el Faro de Mesa Roldán.
¿Cómo me voy a apañar con mascarillas careciendo de emoticonos? Sencillo: El vecino, Generoso Desinteresado - inventor de la red mosquitera anti mosquito dejando amplias aberturas en la red para entre el aire en la habitación, me dio la pista. “No te hagas con un Móvil de “dedito” Manda a tomar por culo a gente conocida, vecinos y amigos y te ahorras los muñequitos”
Veo exagerada la propuesta y seguiré empleando el sonido gutural para gruñir a través de una mascarilla. Me animo a pensar que ya me conocen más llevándola puesta que sin ella. No me quiero presentar y hacer entender a los demás mi estado de ánimo exponiendo esos muñequitos. Si ya ves zombis encorvados mirando su Móvil, habría que imaginarse una reunión de orondos personajes en un Sínodo con emoticonos simulando ser monaguillos.
Juan Marcelo
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