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Cultura - Almería - 25/10/2020

Gasolina. Capítulos 9, 10 y 11

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Gasolina. Capítulos 9, 10 y 11


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Capítulo 9. Un nuevo amigo

El hombre nuevo que ha llegado es muy simpático, y bajito. Se llama Ernesto y siempre tiene una gran sonrisa. Sus ojos son grandes y saltones, están casi fuera de la cara. Siempre está contento y hablando con alguien. Le cae bien a todo el mundo. Lo que no me gusta es que hace muchas preguntas pero como yo no le respondo nunca, a mí ya no me pregunta. Me gusta estar con él. Siempre va de un lado para otro como si buscara algo. Un día me dijo que tenía una gran idea, un secreto que yo sería el primero en saber. Me gustan los secretos y por eso no me gusta que me los cuenten. Pero no le he dicho nada para que no se ofenda. << A este área de servicio le falta algo y yo sé lo que es >> dice constantemente Ernesto y al hacerlo se le ilumina la cara y abre los brazos como si pudiera abarcar todo. Muchas tardes me cuenta lo cómodo que se duerme en el Hotel y el buen servicio que dan pero yo por las noches cuando paseo con Gasolina a ver si encontramos algo interesante en la basura lo veo dormir en su coche.

Esta tarde me ha llevado frente al edificio abandonado que hay junto al Hotel << Un Casino amigo, ese era mi gran secreto. Voy a montar aquí un casino con chicas guapas y camareros con pajarita. Tendrá muchas luces parpadeando en la fachada para atraer a todo el que pase por aquí, y por dentro amigo, por dentro será lujoso. Más aún, será majestuoso. Las ruletas girarán a toda velocidad, las tragaperras sonarán regalando cientos de monedas y las mesas con tapetes verdes y rojos vibrarán llenas de fichas de colores. Será maravilloso y todo el mundo me felicitará >>. Al callarse su rostro se ha vuelto triste, como apagado << Pero tengo un problema amigo, un pequeño problema que necesito solucionar. Me faltan 20.000 euros. Ya sé que es poco dinero pero si no lo tengo mi sueño quedará en nada amigo. Necesito un socio que tenga ese dinero >>. Esta tarde me está llamando muchas veces “amigo” pero yo no tengo amigos. Al menos humanos porque Gasolina si es mi amiga y compartimos todo, pero es un perro. << ¿Tendrá una escalera blanca con barandillas doradas? >> << Claro que sí amigo. La mejor de las escaleras blancas y con las barandillas más doradas que existan. Palabra de Ernesto de que así será>> << Yo tengo dinero pero no sé cuanto >>.

Aquella tarde fui a mi apartamento a contar el dinero que guardaba en el bote. Estaba emocionado porque podía convertirme en el dueño de una escalera tan maravillosa como la del hotel. Incluso más aún. Conté el dinero que había en mi bote pero solo sumaba 16.350 euros. Decidí pedir prestado el dinero que me faltaba a todos los que conocía. Primero al señor Pablo “Supongo que será para comprar ganado nuevo jajaja. Espero que no se te escapen como hicieron esas dos zorras”, segundo a la señora María “Prefiero no saber para qué es. No tardes en devolvérmelo y que sea el doble como me has prometido” y en tercer lugar a los camareros y la chica del Hotel que me dieron muy poco a pesar de prometerles también que les devolvería el doble. Al día siguiente había reunido poco más de 18.000 euros. Me preocupaba que Ernesto ya no quisiera ser mi socio pero no fue así.

<< Perfecto amigo ¿O debería llamarte socio? >> Contaba el dinero una y otra vez y al hacerlo estiraba los párpados hasta el punto de que los ojos se le podían caer al suelo. Por suerte eso no pasó y se puso a rebuscar en su maletín << Como ahora somos socios tenemos que firmar unos papeles ¿Sabes leer? >> Cuando obligaron a mi padre a que me mandara al colegio él se enfadó mucho. Decía que me iban a meter las tonterías que tenía la gente para que fuese un borrego más. Un día me puso un papel delante “¿Qué pone aquí?”. Cuando se lo leí me dijo “Ya sabes leer, así que no tienes que ir más a la escuela”. Me puse triste porque me gustaba ir a pesar de que muchos niños me pegaban y me escupían. Decían que era para lavarme. Muchas tardes al volver de la gasolinera me acercaba a una biblioteca y una mujer muy agradable, que olía igual que los libros aunque siempre llevaba camisas con flores, me prestaba libros pero no me dejaba entrar porque decía que iba muy sucio. A veces en la basura encuentro libros o periódicos viejos y leo un poco. << ¿Sabes leer o no? >> << Sí claro y también se escribir >> << Con que sepas firmar me sirve >> En los documentos, aunque son un poco liosos, se entiende bien que yo le entrego este dinero para montar un casino. Me habría gustado que pusiera lo de la escalera para que no se le olvide pero se los he firmado igualmente. << ¿Tienes caja fuerte? >> Me ha preguntado << No, no tengo >> << Entonces si te parece bien yo guardaré el dinero y los documentos que nunca se sabe lo que puede pasar >> Me parece que es lo correcto porque no sabría dónde guardarlos. Ha apretado mi mano asegurándome que tiene que ir a preparar todo el papeleo << En unos días volveré >> Me ha dicho sonriendo.

Capítulo 10. Miserable

Han pasado más de dos semanas y aún no ha vuelto. Gasolina y yo tenemos hambre porque el pienso se nos ha acabado y no tenemos dinero. El señor Pablo no para de preguntarme cuando vienen las mozas nuevas y la señora María quiere saber cuándo le voy a devolver el dinero. Los camareros también están enfadados conmigo y me preguntan si no los habré estafado. Tengo muchas ganas de que vuelva Ernesto. Cuando inauguremos el Casino los invitaré a todos para que vean que todo es verdad. Por las noches, a pesar de tener el estómago vacío, me pongo contento cuando cierro los ojos y veo las luces parpadeando y abro las puertas. La escalera luce en el centro y allí está Andrea y me abraza. Quiero contarle que soy feliz. Muy feliz.

Nadie me habla ya. Se comportan como si yo no existiera. Así ha sido desde que era un niño pero aquí creía haber encontrado otra cosa, algo parecido a lo que las personas llaman hogar. El señor Pablo me ha echado del apartamento y no tengo nada para comer. Todos me tratan con desprecio. Vuelvo a ser un miserable que no tiene derecho a tener nada y eso no es justo porque no estamos en paz, ellos si tienen casa y comida. No me quieren aquí y debería marcharme. Lo haré pero esta vez es distinto porque algo me duele por dentro. Mi padre siempre me decía que las personas como nosotros no tenemos derecho a querer ni a soñar, que nuestra vida es más sencilla que la de la gente normal y así somos felices aunque sea a nuestro modo.

Estoy preparando mi marcha. Hace ya tres meses que estoy esperando el regreso de Ernesto. Gasolina y yo estamos pasando mucha hambre. Intento pedir limosna a los camioneros pero no me dejan ponerme en la gasolinera ni en el hotel ni en el restaurante. Dicen que les doy asco a ellos y a sus clientes. Aunque el señor Pablo me quitó las llaves del apartamento de vez en cuando entro con Gasolina y pasamos la noche allí. He conseguido el aceite y lo he metido con la sartén en el congelador junto al bloque de agua y por las noches les quito gasolina a los coches. Ya tengo varios bidones. Lo que más me duele de todo es alejarme de la escalera. Saber que no podré verla nunca más. Muchas tardes me acerco al Hotel a esperar que alguien entre o salga y cuando se abren las puertas aprovecho para verla.

Capítulo 11. Lo correcto

Hoy he conocido a un camionero que viaja hacia el norte. Es bajito, regordete y tiene las pantorrillas bastante gordas como todos los camioneros. Supongo que será porque están siempre pisando los pedales. Su pelo es muy rizado y no creo que ni con el dedo meñique se pueda entrar en uno de sus rizos. Dice que si me ducho me puede llevar y así le hago compañía durante el viaje. Ha repostado en la gasolinera y dice que ahora va a cenar. Es perfecto. He metido a Gasolina en el camión sin que nadie me vea y ya estoy duchado y con la ropa limpia que me regaló la señora María, que hace ya tiempo que dejó de oler a nueva. Tengo frío porque llevo solo una camisa. No había más ropa limpia. Además prefiero esperarlo junto al camión para ver cuando sale del restaurante. Gasolina debe estar más calentita que yo. Cuando hacía mucho frio mi padre encendía una hoguera con plásticos, gomas y madera. El olor era espantoso pero mucho peor era el frío y yo terminaba acercándome hasta casi quemarme la piel.

Ya sale del restaurante. Tengo poco tiempo hasta que él llegue al camión y necesito ir al apartamento. El Aceite está perfecto. Coloco la sartén con el bloque de hielo encima. Vierto medio bidón de gasolina en el suelo y lo coloco junto a los otros. El camión acaba de arrancar. Debo salir corriendo o se irá sin mí. << Venga sube ¿No tienes equipaje? >> << No, me voy igual que llegué >> << Ya, pero la ropa, no sé cosas que tenemos todos >> << Yo no tengo nada. Nunca he tenido nada >>.

Me gusta ver pasar los postes de los quitamiedos en las autopistas. Dan la impresión de que están viajando al pasado y por eso desaparecen. Solo existe el presente. A las personas como yo el futuro nos está prohibido. Yo soñé con tener algo, un Casino, una escalera, una amiga y todo se desvaneció como lo hacen ahora estos postes. Cuantas veces me dijo mi padre que hay quien vive y quien sobrevive, y nosotros solo podemos aspirar a sobrevivir. En mi vida cada noche es un día menos y el amanecer solo trae nuevos problemas y fatigas. Siendo un niño leí en un libro que los perros viven siempre en el presente. Eso somos quizá los mendigos, perros abandonados, echados a su suerte. Condenados al nacer, quizá seamos culpables de haber nacido. Somos el espejo dónde nadie se quiere mirar.

El camionero me ha despertado refunfuñando << Que diablos estará ocurriendo que no paro de ver pasar ambulancias y coches de la Guardia Civil por el carril contrario. Debe ser un accidente de los gordos. Hasta un coche de bomberos he visto>> Mueve la cabeza de un lado a otro como si con ello pudiera ver mejor a través del cristal. La sartén ya debe haber perdido el frío, y el agua, que no se lleva bien con el aceite se habrá evaporado. Ahora lo único que puede hacer el aceite es hervir. Primero el humo y más tarde el fuego que quemará la cocina. Solo basta que una pequeña llama caiga al suelo para que todo comience a arder hasta llegar a la cama donde están los demás bidones.

<< Voy a poner la emisora a ver si algún compañero sabe que ha pasado >> Una voz que habla gritando, lejana, a llenado la cabina del camión “Esto es espantoso compañeros, ha volado todo. Ha sido una explosión tras otra. No nos dejan ni acercarnos. El área de servicio está ardiendo como si el mismísimo diablo le hubiera prendido fuego”. En segundos todo ha cambiado. Ese pequeño mundo en el que casi fui feliz ha desaparecido. << ¿Lo estás escuchando? Esa es la estación de servicio de dónde venimos. Hemos estado allí hace poco más de una hora pero se ve que gracias a Dios hoy no era nuestro día. Es terrorífico. Un ángel nos debe haber sacado de allí. No me atrevo ni a pensarlo>>. Supongo que el miedo a la muerte está relacionado con el aprecio que le tengas a la vida. Para un moribundo o un miserable, para personas a las que les ha sido arrebatado el futuro, la muerte puede llegar a ser un descanso.

<< ¿Queda mucho para llegar a la próxima área de servicio? >> Le he preguntado << Unas tres horas >> << ¿Tiene Hotel? >> << Si y un restaurante >> << ¿Y Casino? >> << ¿Cómo va a tener Casino un área de servicio?. Como mucho tendrá una casa de putas >> << ¿El Hotel tiene escaleras? >> << Supongo >> << ¿Son blancas? >> << Y yo que sé hijo. Vaya viajecito me estás dando. Eso lo tendrás que ver tú mismo >> << Lo veré. Ahora necesito descansar porque ya estamos en paz. Eso era correcto >>.

FIN

Miguel Parra

Capítulo 1 y 2

Capítulo 3 y 4

Capítulo 5 y 6

Capítulo 7 y 8

Capítulo 9, 10 y 11




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