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Cultura - Almería - 21/02/2021

La decisión de Eduardo

Relato corto

Almeria 24h
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La decisión de Eduardo


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Desierto de los Monegros. 14:58 horas, 5 de Agosto de 2019.

Ni aquellas oscuras gafas de sol eran capaces de evitar que la cegadora luz del desierto penetrara dolorosamente en las pupilas del conductor del todoterreno, por lo que se veía obligado a mantener los ojos prácticamente cerrados, separando los párpados tan solo lo justo para lograr ver hacia donde se dirigían, aunque en realidad no había una carretera en la que seguir, ni siquiera un camino que marcará una dirección, de hecho, ante ellos solo se extendía una vasta llanura seca conformada por piedras y arena blanca sobre la que desde hacía miles de años había sido expulsada toda forma de vida. La parte trasera del vehículo estaba ocupada por dos hombres, dos científicos seleccionados cuidadosamente por el Gobierno español para proteger uno de sus más íntimos secretos.

José Luis Garrido, era el más veterano, un hombre alto, corpulento, que llevaba años luchando contra un sobrepeso al que no era capaz de vencer. Su carácter, siempre abierto y amable, le brindaba la buena fama de tener, incluso en las peores situaciones, un trato cordial y empático con cuantos le rodeaban. Su acompañante, Eduardo Ruiz, en muchos aspectos era todo lo contrario. Joven y de cuerpo atlético, tenía un carácter más serio y reservado que incluso podía llegar a parecer algo arisco si no se le conocía bien.

José Luis, por su veteranía y porque era el único de los dos que ya había estado allí, dirigía la expedición

- Ya estamos llegando Eduardo, prepárate para descargar el equipaje que el coche no se detendrá más de 30 segundos
- ¿Por qué tanta prisa?
- Esta zona es de máximo secreto, para que lo entiendas, es el Área 51 española. Cuanto menos tiempo esté por aquí menos posibilidades hay de que lo localicen
- Todo esto es muy confuso. No entiendo tanta precipitación
- Ahora te lo explicaré todo. Baja, hemos llegado

Cuando el todoterreno se marchó dejando en mitad de la nada a aquellos dos hombres, el Sol golpeaba como un martillo de fuego aquella árida tierra en la que no se vislumbraba ni la más mínima sombra en todo lo que la vista era capaz de alcanzar.

- Vamos, ayúdame a desenterrar esto. Cuanto antes entremos, antes dejaremos este puto infierno
- No hay rastro de vida, solo piedras, arena y sol. Nunca imaginé estar en un sitio así y mucho menos en mi país
- Por eso fue el lugar elegido para montar esta base. Aquí no hay ojos que miren

Tras desenterrar una tapa metálica, la levantaron y se introdujeron en un pozo profundo, alumbrado por una única luz anaranjada que a medida que las pupilas se recuperaban iba dibujando una escalera vertical que conducía hasta lo que parecía ser un fondo de hormigón. Cerraron la tapa y sobrecargados con el equipaje descendieron lentamente.

- ¿Comprendes ahora porque te dije que trajeras solo lo imprescindible?
- Sí, pero no imaginaba algo así. Tengo la sensación de estar entrando en un submarino excavado en mitad de un desierto

Tras concluir el descenso se encontraron ante una robusta puerta de acero de la que en el centro, y a la altura de la cabeza, sobresalía una diminuta luz blanca tan fina como la punta de una aguja, y sobre la que José Luís puso su ojo izquierdo. Un pequeño pitido indicó que la puerta comenzaba a abrirse presentando ante ellos un pasillo perfectamente iluminado con puertas amarillas a ambos lados.

- Bien venido al verdadero averno, aquí vamos a pasar los siguientes quince días pero tranquilo, no vas a tener tiempo de aburrirte
- Hay un olor muy fuerte
- Viene de la Guardería, la llamamos así porque a veces allí tenemos los animales con los que hacemos algunos experimentos. Esta vez afortunadamente no hay ninguno
- Aún no me has explicado que es lo que vamos a hacer concretamente
- Todo y nada, ahora estamos en ningún sitio, en un “No lugar”, todo lo que estás viendo no existe fuera de aquí, ni siquiera para los que nos han mandado, es como una gran mentira envuelta en una cápsula de acero totalmente hermética. Ven que te enseñe nuestro cuarto

Al dejar atrás varias puertas colocadas simetricamente, llegaron hasta una austera habitación con dos camas y un par de taquillas metálicas.

- Esa es la tuya, no es lo más cómodo del mundo pero en ella podrás soñar con tú mujercita. No deberían mandar a este agujero a gente joven como tú, y menos aún recién casado. Este tipo de trabajos debería estar reservado para personas como yo, que no nos espera nadie fuera
- No te preocupes por mí
- Ya, perdona. Llevo menos de diez minutos aquí encerrado y la angustia ya se está haciendo dueña de mi espíritu. Ya lo comprenderás cuando lleves más tiempo. Vamos a ver cómo han dejado las cosas en el laboratorio

El laboratorio era una enorme habitación plagada de estanterías con una gran mesa central acompañada de cuatro sillas, sin duda era el habitáculo más grande de aquel zulo y parecía tener todo lo necesario para realizar cualquier tipo de prueba o ensayo. Eduardo se quedó sorprendido al encontrar todo aquel instrumental.

- Cada vez estoy más desconcertado, no esperaba todo esto
- Pues ve acostumbrándote, si algo bueno tiene este trabajo es que nunca tenemos falta de recursos
- Es asombroso ¿Qué diablos se hace aquí?
- Jajaja, siempre tenéis la misma reacción. Para comprender lo que vas a hacer deberás abrir tu mente a lo insólito. Las leyes de la física y de la química que has estudiado hasta ahora, aquí dentro solo sirven de referencia, dejan de ser verdades absolutas. Aquí encontrarás materiales y objetos que no pertenecen ni siquiera a nuestra galaxia y de los que desconocemos su procedencia y cual es su verdadera finalidad. Por eso es tan necesario que todo forme parte de un gran secreto, si los novatos supierais la verdad muchos no vendríais. La única forma de creerlo es bajar aquí a verlo en persona
- ¿Para qué quiere el estado investigar todo esto?
- Me gusta pensar que es para aplicar ese conocimiento a la ciencia con fines medicinales y de paz. Nosotros, en cualquier caso, solo estamos aquí para obedecer y cumplir las directrices que nos marcan ¿Ves esa caja de cristal? Ese es nuestro trabajo para este turno, los anteriores lo comenzaron y nosotros debemos acabarlo. Espera que busque la linterna y te lo enseño
- Yo creo que está vacía, al menos yo no veo nada
- Aquí está la maldita linterna, es que sin ella es muy difícil verla, es como una sombra
- Pues yo sigo sin ver nada
- Joder, debería de estar dentro de la caja. Hay que salir de aquí con muchísimo cuidado y volver a entrar con el traje puesto ¿No habrás tocado nada?
- No, bueno si, el cristal de la caja para quitarle una mancha
- Muéstrame tu mano
- ¿Qué pasa?
- !!Que me muestres tu mano¡¡ Mierda, maldita sea, la tienes ahí. No, ¡¡quieto¡¡. No te toques con la otra mano o también se contagiará
- Voy a lavarla
- Es inútil, es como una sombra, por eso no se va con el agua. En que maldito momento se me ha ocurrido entrar sin traje. Estamos jodidos, muy jodidos
- ¿Qué me va a pasar? ¿Cómo puedo quitarla?
- Siento mucho decirte esto pero la única forma es cortar, toma
- ¿Me estás pidiendo que me corte los dedos con esas tijeras?
- Es la única manera, de momento solo está en tres de tus dedos, corta las primeras falanges, si no lo haces irá creciendo por tu brazo mientras desactiva tus células. Mira su color, tu piel está cambiando a gris pálido, debes cortar cuanto antes
- No puedes pedirme eso, esto parece una broma macabra
- Mírame a la cara maldita sea... Eduardo esto no es una broma, tienes que cortarte los dedos, fíjate como sigue creciendo
- ¿Estás seguro de que no hay forma de contactar con el exterior? Quizá ellos puedan ayudarnos
- No existe forma alguna, dentro de quince días a las 15:00 horas saldremos al exterior y nos recogerá el mismo todo terreno. Hasta entonces lo único que podemos hacer es sobrevivir
- Antes has dicho que nuestros compañeros han estado investigándolo, quizá en su informe explican como quitarlo
- No hay tiempo Eduardo, esto solo puede ir a peor

Eduardo soltó las tijeras y se abalanzó sobre el expediente que había junto a la caja de cristal pasando las hojas una tras otra sin apenas tiempo para poder leer algo, en realidad ni siquiera sabía lo que estaba buscando. Totalmente desesperado leía frases al azar sin que tuvieran más conexión que pertenecer a un expediente que intentaba explicar lo inexplicable, el comportamiento que aquella materia gris capaz de nutrirse de la carne y los huesos de seres vivos, de aquel ser que nunca debería haber existido por ser inconcebible para la ciencia y que sin embargo ahora estaba ahí, creciendo en su mano y muy cerca ya de llegar a la muñeca. Eduardo rompió a llorar totalmente desconsolado cuando vio a su compañero acercarse con un hacha en la mano.

- Debes cortar, te lo dije, no hay otra solución
- No puedo hacerlo, ¿Cómo puedes pedirme eso?
- Un golpe seco en la muñeca y todo habrá acabado

Eduardo se consideraba así mismo como una persona racional, de hecho, una de las cualidades que más destacaban cuantos lo conocían era su capacidad para enfrentarse a las situaciones más difíciles sin perder la calma y aunque en ese momento se encontraba atenazado por el pánico intentó sobreponerse para tomar la decisión correcta, y tras mirar fijamente a su compañero, como mira el condenado a muerte en busca de un gesto de compasión que salve su vida, cedió ante lo que parecía incuestionable.

- Está bien pero hazlo tú, yo no voy a poder

José Luis pidió a Eduardo que se sentara en una silla y colocara el brazo sobre la mesa, alzó el hacha y cerrando los ojos intentó buscar dentro de sí la fuerza necesaria para hacerlo. Calculó el corte en la muñeca varias veces bajando lentamente el hacha hasta tocar su piel con el filo. Eduardo, al notar el tacto del frío acero sufrió un espasmo que trepó como una llamarada helada por la espalda para explotar en el interior de su cabeza.

- Hazlo ya, te lo ruego. No puedo más
- Lo siento mucho pero no soy capaz. No estoy preparado para esto, tienes que hacerlo tú, al fin y al cabo es tu vida la que está en juego y esta es tu mano
- Me lo debes, estoy así por tu culpa
- No ha sido responsabilidad mía, esa Sombra debería haber estado dentro de la caja y tu jamás deberías haber sido tan imprudente como para tocarla
- No puedes dejarme morir así

Eduardo se había derrumbado y miraba a José Luis esperando una respuesta mientras saboreaba la sal de sus lágrimas que lenta pero intensamente se iban introduciendo en su boca

- Mira tú mano, esa sombra ha traspasado la muñeca. Ya no serviría de nada cortarla
- Ampútame el brazo entonces, me da asco. No quiero tener algo así
- Está bien, lo haré, tenemos tiempo antes de que llegue hasta el codo. Voy a prepararlo todo

Eduardo volvió a leer el expediente con muy pocas o ninguna esperanza de encontrar algo que lo salvara pero necesitaba entretener su mente en algo mientras su compañero iba preparando metódicamente las herramientas necesarias para amputarle el brazo.

- No tenemos anestesia por lo que no queda más remedio que hacerlo en vivo aunque tengo la esperanza de que el dolor te deje rápidamente inconsciente
- No me lo cuentes por favor, no necesito saberlo. Solo quiero que esta pesadilla acabe cuanto antes

Al llegar a la última hoja del expediente le sorprendió que esta estuviese escrita a mano y la leyó en silencio “Hemos realizado las pruebas al objeto conocido como “Sombra”, contagiando a distintos animales como se nos pidió y si bien es cierto que en un principio el miembro contaminado recupera su color y textura al introducirlo en el vientre de otro animal que aún esté vivo o suficientemente fresco, una vez que este último es contaminado en su totalidad, Sombra vuelve a crecer en el miembro contaminado del primero hasta que la cantidad de materia orgánica contaminada entre ambos alcanza un peso aproximado de 90 kilogramos. En ese momento, toda la carne contaminada sufre una putrefacción inmediata y la Sombra vuelve a su estado original confundiéndose con cualquier mancha para pasar desapercibida, lo que la hace ser altamente peligrosa de nuevo a los pocos días si no se logra localizarla e introducirla en un recipiente hermético.”

Al leer esto su mirada quedó clavada en el suelo y por su cabeza comenzaron a rondar pensamientos que podían convertirlo en un monstruo. Nunca pensó que fuese capaz ni siquiera de pensar en matar a un ser humano, y menos aún a alguien que había sido amable con él y que ahora estaba intentando ayudarlo para salvarle la vida. En ese mismo instante supo que si cruzaba esa línea jamás volvería a ser él, porque su conciencia no soportaría algo así. Pensó que no debía hacerlo. No era lo justo. Entonces miró a José Luis, que con gesto serio colocaba una sierra sobre la mesa, aquellos afilados dientes, en unos minutos cortarían su piel y sus venas para abrirse paso hasta alcanzar los músculos y tendones de su brazo, sintió un inmenso terror ante el descomunal dolor que estaba a punto de sufrir, también imaginó su brazo tirado en el suelo, convertido en un trozo de carne inerte. Se sentía tremendamente ofuscado e incapaz de concentrarse. Tuvo ganas de gritar, de llorar, de maldecir todo aquello, de destrozarlo, pero no hizo nada de eso, solo se mantuvo en silencio hasta que levantó la cabeza, ahora ya no lloraba, y mirando fijamente a José Luis le dijo.

- Tú debes de pesar más de 90 Kilos
- Bastante más pero venga, ha llegado el momento. Acerca la silla y coloca el brazo sobre la mesa, el tiempo se agota
- Sabes que es una injusticia, yo no me merezco esto
- Claro que lo sé Eduardo, pero no hay otra solución
- Si que la hay y al fin y al cabo tú eres el único culpable…
- ¿Qué estás haciendo? Suelta ese cuchillo
- Y te mereces lo que te va a pasar
- ¿Te has vuelto loco? ¿Qué haces? Nooo, noooo, Eduardo, noooooo


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -


- Noooooo
- Cariño despierta que solo ha sido una pesadilla
- ¿Dónde estoy?
- ¿Cómo que dónde estás? En casa, solo ha sido otra maldita pesadilla

Eduardo no paraba de mirar su mano, la movía perfectamente y no había rastro de aquella sombra. Busco meticulosamente durante unos instantes sin encontrar nada. Estaba tan aturdido que no era capaz de pensar, simplemente se sentó en la cama y esperó a que su corazón dejase de latir como si acabara de escaparse del infierno.

- Cariño vente a la cocina que te estoy preparando el desayuno ¿Qué cenaste anoche?
- No lo recuerdo
- Estás comenzando a preocuparme con tanta pesadilla y tanto despiste porque alguna cosa cenarías, la vitrocerámica está sucia y sabes que es algo que no soporto. Cuando me levanto por la mañana necesito que la cocina esté totalmente limpia
- Lo siento, quizá me hice unas salchichas y se me derramó un poco de aceite
- No, aceite no puede ser porque es una mancha seca, como si no tuviera textura. Pero bueno, que no pasa nada, la he quitado con la mano y ha desaparecido

Eduardo se levantó como si hubiese recibido un latigazo en el interior de sus vísceras y cogió un cuchillo de la mesa

- Déjame ver tu mano
- ¿Estás tonto? Siéntate y quédate quieto que ya estoy terminando tu café
- Te estoy diciendo que me la dejes ver
- ¿Pero qué te pasa? que solo es una mancha
- Maldita sea, déjate de estupideces y trae tu puta mano ahora mismo
- Me estás asustando Eduardo. ¿Qué haces con ese cuchillo? No por favor nooo, noooo

Fin

Miguel Parra




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