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Cultura - Almería - 27/02/2021

La resignación de Don Pedro

Pequeño relato de Humor

Almeria 24h
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La resignación de Don Pedro


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Don Pedro era un hombre moreno, bajito y soltero por prudente. Su vida, muy alejada de lo inesperado, siempre giraba en torno a su trabajo, alguna lectura esporádica y largos paseos que gustaba dar en solitario, sin embargo, una mañana y de forma inesperada se vio en la necesidad de apearse de su rutina para acudir al médico, esto fue lo que sucedió:

Al llegar al centro médico varias personas esperaban, con más o menos paciencia a ser llamadas. Nuestro protagonista, falto de costumbre en estas lides, se aproximó con premura hacia la puerta donde fue recibido por un castrense guardia de seguridad que se interpuso entre él y la entrada.

- Deténgase ahí ¿Viene usted al médico o al mostrador?
- En realidad, y según mi opinión, creo que es menester que me reciban en urgencias
- ¿Es usted médico o entendido en la materia?
- No señor
- ¿Puede saberse entonces qué le ha llevado hasta esa conclusión?
- Tengo un cuchillo clavado en la espalda
- ¿Cuánto mide?
- Cuando hice el servicio militar un metro setenta y dos, pero ahora y al paso del tiempo, no creo que alcance esa estatura, ya que en eso, al igual que mi hermana menor, he salido a la familia de mi madre, sin embargo mis dos hermanos mayores tienen una gran envergadura, como tuvo mi padre en vida, claro está
- Me refería al cuchillo
- Ah, perdón. Pues eso no le puedo decir porque al haber sido clavado en la espalda no tuve la oportunidad
- Haga el favor de girarse. Sí, sin duda es un cuchillo. Espere su turno en la cola de la izquierda por favor

Don Pedro esperó pacientemente pensando que quizá habría sido mejor recibir la puñalada en el pecho, ya que de haber sido así podría haber resuelto la duda del guardia con mayor celeridad y concreción. Por fin llegó su turno y le indicaron amablemente a que ventanilla debía dirigirse.

- Entonces me dice usted que tiene un cuchillo clavado en su espalda
- Así es señorita
- ¿Cree usted que ha sido un acto de mala fe o un hecho fortuito?
- He estado reflexionando bastante sobre este tema y creo que el hecho de que también me ha robado el teléfono y la cartera, me induce a pensar que ha sido más bien lo primero
- No saquemos conclusiones precipitadas por favor ¿Va usted a denunciar?
- En principio, y sin ánimo de molestar, me corría más prisa lo del cuchillo
- Entonces siéntese ahí y espere a que lo llamen para ir a clasificación
- Si no le importa, mejor me quedaré de pié por la incompatibilidad existente entre el respaldo de la silla y el cuchillo en la espalda

Así lo hizo y tras una larga espera, al fin el nombre de Don Pedro sonó por los altavoces indicándole que se dirigiese a la puerta 5.

- ¿Don Pedro?
- Para servirle a usted
- Pase y déjeme ver su espalda un momento. Efectivamente se puede apreciar que un cuchillo ha penetrado en la caja torácica a través de su espalda, donde el musculo trapecio fue atravesado a medida que el metal cortante avanzaba seccionando carne, huesos y venas a su paso hasta alcanzar el esternón. Pues en principio no veo que esto revista mayor gravedad y el diagnóstico parece estar bastante claro
- ¿Y cuál es doctor?
- Ha sido usted apuñalado, pero no se preocupe ¿Ve usted esa línea verde en el suelo donde se puede leer “Apuñalamientos”?
- Si señor
- Pues camine sobre ella y siga las instrucciones

Don Pedro caminó por varios pasillos siguiendo la línea verde hasta que de pronto esta se dividió en dos, en una se podía leer “Apuñalamientos en el Torso Frontal” y en la otra “Apuñalamientos en la espalda”. En ese momento se alegró de la ubicación de su apuñalamiento porque esa indicación le pareció más comprensible y generadora de menos dudas. Continuó las nuevas indicaciones hasta que aquella línea le condujo a una gran sala de espera en la que había una puerta sobre la que se podía leer “Consulta 21. Apuñalamientos en la espalda”. En la sala había decenas de sillas sin respaldo y fue en ese momento cuando supo con total certeza que había llegado a la consulta correcta.

A pesar de que la sala estaba repleta de personas con su misma sintomatología, encontró un asiento libre junto a un hombre con aspecto bonachón, que miraba a Don Pedro desplegando una amplia y acogedora sonrisa.

- ¿Es usted la primera vez que viene?
- Si señor
- Perdóneme que se lo diga pero lo he advertido nada más entrar usted en la sala. Ya verá como esto al final no es para tanto, se lo digo por experiencia, que soy todo un veterano. Es la séptima vez que vengo
- ¿Lo han apuñalado siete veces?
- Jajaja, no por favor, no soy poseedor de tan mala suerte, solo ha sido una vez, pero vengo a los reconocimientos porque tienen los quirófanos saturados y estoy en lista de espera
- ¿Pero cuánto tiempo lleva usted así?
- El día quince del mes que viene hace año y medio. Al principio me sentí un poco desolado pero como bien decía mi abuela, a todo se acostumbra uno
- Pues sin ánimo de contradecirle a usted y a su santa abuela, no sé si yo podría acostumbrarme

A medida que el tiempo pasaba la tarde iba cayendo y uno a uno los pacientes iban entrando en la consulta y abandonando la sala hasta que tan solo quedaron Don Pedro y un hombre de aspecto distinguido del que por su pecho sobresalía visiblemente la punta de un cuchillo de enormes dimensiones que según calculaba Don Pedro, observándolo con disimulo, debía haber penetrado desde la espalda con una fuerza inusitada. Estaba realmente asombrado por la brutalidad que reflejaba aquel apuñalamiento.

- Fue mi mujer
- ¿Cómo dice?
- Sí, que fue ella la que me clavó el cuchillo. Tiene un pronto muy malo sabe usted, pero luego no es nadie, es todo corazón. Fíjese si es buena que ahora es ella la que lleva la carga de cuidarme, y tan arrepentida que está de haberme apuñalado, pero más aún de haberlo hecho con un cuchillo de tales dimensiones ya que de haber realizado el hincamiento con uno más pequeño, el hecho habría sido semejante en la forma, pero más llevadero para ambos
- Sin duda alguna tiene sentido esa apreciación, sin embargo yo aún desconozco el tamaño del mío
- Se lo he visto antes, es un tamaño estándar, usted aún lo ignora pero ya irá descubriendo que es una persona afortunada, al no haber salido por el pecho podrá dormir boca abajo con total normalidad y además le será muy fácil encontrar ropa y muebles que se adapten a esa medida
- ¿Me dice usted que venden muebles para personas apuñaladas?
- Naturalmente, imagínese usted si no. Ofrecen colchones adaptables con agujero ergonómico, sillas sin respaldo, sofás ortopédicos a medida, etc. Todo depende, claro está, del bolsillo de uno y lo que quiera gastarse. Lo que tiene que hacer usted es visitar la asociación que allí le explicarán
- Me siento perplejo ¿Afirma también que existen asociaciones para personas apuñaladas por la espalda?
- Pero en qué mundo vive usted señor mío, evidentemente que existen. Faltaría más

Don Pedro pensó que quizá había sido un tanto impertinente con sus preguntas y decidió guardar silencio durante el espacio de tiempo que aún le quedaba por estar allí. Finalmente llamaron a su único acompañante y tan solo un momento después fue él quién entró a la consulta donde el médico lo esperaba no sin cierta prisa.

- Don Pedro pase por favor, solo serán un par preguntas que le ruego me responda a la mayor brevedad posible porque mi querida esposa me espera para cenar
- Como usted desee
- ¿El dolor de espalda coincide con el momento del apuñalamiento?
- No podría asegurárselo
- ¿Sufre usted de hemorroides?
- Disculpe pero no veo la relación
- Es que no la tiene, tan solo es una curiosidad galena. Continuemos pues ¿Ha deseado usted alguna vez ser apuñalado?
- No señor, no creo que nadie en su sano juicio haya podido desear algo así
- Veo que desconoce usted la condición más íntima del ser humano. Se taladran las orejas, la nariz, la lengua e incluso el pene y el clítoris. El apuñalamiento por cuestión estética solo sería el siguiente paso
- Pues ni es mi caso, ni del anterior señor que ha entrado, porque me ha confesado que lo apuñaló su esposa en un ataque de ira
- Ese problema no lo tenemos los viudos
- Pero si me acaba de decir que su esposa lo espera para cenar
- Es que soy viudo desde hace muy poco tiempo y ella aún no lo sabe. La quiero tanto que no sé como decírselo

Don Pedro sintió verdadera lástima por la dura situación que estaba atravesando aquel facultativo y eso le llevó a aceptar, con la más absoluta de las resignaciones, que la fecha de la siguiente revisión excediera a los seis meses y que tan solo le recetara una pomada para las hemorroides.

Fin

Miguel Parra





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