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El nombre de “dron” se puede acoger como desinencia sustantiva de “ladrones” pero su finalidad no es la rapiña por Decreto ya que no es un invento español, sino matar a condición. Son artefactos sin tripulación que el Tío Sam se ha inventado para destripar a la gente no consumidora de hamburguesas y ahorrarse banderas estrelladas sobre un ataúd. La primera vez que vi un “drón” me dije si no era una nueva línea de RYANAIR. La que avala y garantiza que sus pilotos no se quedaran dormidos ante la proximidad del Aeropuerto: ¡Vamos, que llegar…pueden llegar! Más tarde, me di cuenta que no concordaba nada con mis divagaciones: Los “drones” son aviones militares que “dignifica” y asienta el avance tecnológico de la Aeronáutica. Drones que pueden copiarte tu receta de berenjenas rellena. Construidos y preparados para espiar y concretar el punto exacto para matar a personas donde también incluye y alcanza a gentes con zambombas y panderetas en Navidad: No hace distinciones.
Los “drones” son el último grito en tecnología, pero si da tiempo y oportunidad de expresar tu última voluntad antes de pasar a otra vida. Es el ultimátum a toda discusión y cualquier asomo de dialogo. Es como acometer una conversación, pero con bombas en los sobacos. Después, pasa a la guerra y si tu enemigo te manda unos “drones kamikazes” ya sabes lo que te toca: O dejas de cantar villancicos o te tragas el carrizo de la zam-bomba. Vas a ser bombardeado quirúrgicamente, neologismo que no tiene nada que ver con la sanidad, ni las compresas en pleno vuelo ni con el euro por receta. Aquí no hay recortes, colas ni sobrecoste. La técnica de vuelo y su finalidad, está bien definida. La “araña voladora” hace el resto. Sin sobresaltos: Seguro que, si te alcanza, la sangría hecha a un Estado legal, pasan de largo.
Por lo visto, estos “drones” acuden al destajo a matar a gentes que están muy mal vista: Fundamentalista extremistas en busca de un Paraíso sin bragas y otras hierbas con matojos de manera que, en general, no criminalizamos ni se observa críticas excesivas a su desempeño. Lo malo es que, voces ancladas en lo que digan unos u otros, no hay muertos objetivos. Todos son subjetivos. Siempre surge alguien que le duele un muerto suyo por muy justificado que desde la ética domesticada y acomodada se le acopla y resalta el ímpetu patrio. (El muerto por la Patria, sigue en vigor) Muy duro debe ser de que el “drón” te localice y llame a tu puerta comunicándote que es el lechero; el Boys solicitado a una Agencia de erecciones inexplicable o nuestro Bartolo de Carboneras repartiendo el periódico IDEAL - Almería. Te da igual ya que el “drón” no tiene añadido el programa de daños colaterales donde hay familias que no pueden deducir a que viene todo esto: ¡Que mal han hecho si nunca han cantado Villancicos!
Me jode muy mucho aplicar el verbo matar, sobre todo si me lo aplican a mí. Tiene tiempos ese verbo, pero carece de alma y tampoco te da la oportunidad de rectificar. Y más cuando la conjugación de ese verbo no te da tiempo a la posible reparación. Pero si hay una ventaja de los “drones” en que sus inventores y analistas han pensado: No arruinan/desmantelan el presupuesto de Defensa aunque sus artefactos se estrellen contra el techo que no el suelo, Los chicos de la guerra están a salvo en el hangar moviendo a conveniencia los hilos de este ingenio electrónico preparado para el exterminio que aísla la propensión a bolsas de plástico, el atronar de salvas y discursos fúnebres con la Estatua de la Libertad al fondo: Como referencia, a esos pilotos de Ordenadores, solo les queda la escabechina que han organizado. Son ojos que han visto y lo cuentan como una proeza al saberse superiores.
Es como si la marca Puleva se posicionara a favor de consumir leche. Como si el Forense de Mofetas olvidara el olor que produce el animal. Lo que ya entra en el terreno más cuestionable, es señalar que los “drones” salvan vidas. Es decir: Se mata a unos para que, a su vez, no maten a otros. Nicolás Maquiavelo, haría una delicia de esta situación ya que sería todo realizable, justificable y hasta disculpable la masacre que van a protagonizar en Ucrania.
¡Déjense de polvos de fin de semana! ¡Déjense de explicaciones convincentes con un polvorón en la boca! ¡No intente explorar la mentalidad del “atleta eslavo”! Ponga un “abejorro” en su vida y estrelle una botella de champán bautizándolo con el nombre de Exterminación y veréis con estupor y cierta condena como a este paso van a ser expertos en el arte… ¡de mojar el carrizo!
Juan Marcelo
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