|
|
| PUBLICIDAD
|
La Palabra de Dios no es un texto fosilizado, anclado en el pasado. En la celebración de la Eucaristía experimenta toda su actualización que busca de manera eficiente transformar la vida de la comunidad y de cada uno de sus miembros. La exhortación de Timoteo nos recuerda la centralidad de la Palabra de Dios para la vida del creyente y de toda la comunidad. No son un apéndice en el devenir de la celebración, sino la fuente que debe estimular y animar la vida de fe. Debemos escucharla con fe. Cuanto más nos dejemos moldear por esta Palabra nos iremos sumergiendo en un terreno fértil de esperanza cierta. Descubriremos la verdad de la misma en todos los poros de nuestro vivir.
El evangelista desvela sin tapujos la intencionalidad de su narración. Quiere mostrarnos la necesidad de orar siempre sin desanimarnos. Una parábola sobre una viuda y un juez injusto son la ocasión propicia. El pasaje del libro del Éxodo fortalece la experiencia de la necesidad de la oración constante. Ambos textos rezuman la confianza en el Dios cercano que como canta el Salmo te guarda a su sombra…guarda tu alma. Este domingo se convierte en una maravillosa escuela de oración frente a la tentación siempre presente de no sentirnos escuchados. La promesa de Dios sostiene nuestra oración. Dios hará justicia a sus elegidos que claman a Él día y noche…pero como una sombra inoportuna en nuestro campo de visión, emerge la pregunta de Jesús: cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra? Entonces germinan las nuestras: ¿habrá vencido el desánimo que roe toda esperanza? ¿habrá logrado la duda quebrar el proyecto que destila el Evangelio? El ritmo de los acontecimientos, el poso de la historia con sus ecos brutales, ambiciosos y violentos no pueden ser ignorados.
No es la oscuridad que reside en el corazón y que ansía desgarrar el proyecto de Dios, sino la capacidad para apoyarnos en el Justo por excelencia que entregó su vida confiando en el Padre…esa es la fe que el Señor desea encontrar el día que vuelva…y también este domingo. Ánimo.
Ramón Carlos Rodríguez García
Rector del Seminario
|
