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Opinión - Miguel A. Parra
- 23/06/2013

Pobreza a pie de calle. Llamamiento

Almeria 24h
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Pobreza a pie de calle. Llamamiento


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Muchas noches cojo la bolsa de la basura de mi casa para sacarla al contenedor, he de reconocer que es una tarea que no me cautiva mucho y menos en verano porque aunque se saque todos los días, los restos de comida que han estado durante toda la tarde soportando las altas temperaturas que sufrimos en estas fechas desprenden un olor que a mi personalmente no me apasiona. Pero lo peor es acercarme a los contenedores, el cúmulo de emanaciones de los restos de todos los vecinos que a ciertas horas ya llenan los contenedores, se unen en una amalgama irreconocible de hedores que a mi, supongo que como a todo el mundo, me repugna. Cuando la distancia ya no supera los cinco o seis metros dejo de respirar y gracias al maravilloso invento de la palanca para el pié en pocos segundos me he librado de mi mal oliente carga.

Pero la otra noche no fue así, mecánicamente hice mi ritual de parar la respiración, ensimismado como casi siempre en mis cosas, cuando con mi pié abrí el contenedor me llevé uno de los peores sustos de mi vida, había un hombre con medio cuerpo dentro del contenedor, aquella persona con una linterna en la mano buscaba entre los restos de basura, me quedé de piedra, desconcertado, no sabía que hacer ¿Cómo iba yo a echar mi basura al lado de ese hombre? Vaya falta de respeto habría supuesto, aunque por otra parte pensé que eso era lo que él venía a buscar ¿Podría ofender con mi basura a una persona que la buscaba? Finalmente opté por depositar la bolsa lo más alejado que pude de él pero dentro del contenedor, creo que le pedí cinco o seis veces disculpas y el me correspondió también con sus disculpas supongo que por el susto que me había dado.

Me fui hacia mi casa intentando reconocer su voz, algo en ella me resultaba familiar, quizá era un conocido del pueblo que había sido arrollado por esta odiosa e indigna crisis, quizá era uno de mis vecinos con los que me saludo cordialmente cada vez que nos cruzamos, también es posible que reconociera su voz porque era un amigo, un compañero de camino que se veía obligado a vivir vergonzosamente de los restos de los demás, quizá fue a mí al que vi en ese contenedor, quizá era yo dentro de unos años o a lo mejor te vi a ti que estas leyendo esto desde la comodidad y el amparo de una situación económica agradable o al menos digna, aunque ya empiezas a ser consciente, al igual que yo, de que navegamos sin remedio hacia un oscuro e incierto futuro en el que diariamente personas que nos rodean caen y se adentran en la exclusión social, personas que pagan por los despilfarros de otros, personas que tienen padres que soñaban con el mejor de los futuros para sus hijos, personas que también tienen hijos a los que ocultan por vergüenza lo que hacen por las noches, mujeres y hombres dignos que prefieren hurgar en la basura o pedir antes de caer en el deshonor de robar al vecino.

La pobreza y la desesperación se van instalando cada vez más entre nosotros, ya caminan por nuestras calles y no parecemos ser muy conscientes de ello, las distintas administraciones como nuestro ayuntamiento hacen poco o nada para paliar esta situación y están abandonando a una buena parte de la población a su suerte, no solo van dejando decaer su calidad de vida, sino que además, ahora una buena parte de ella, ya no tiene ni donde caerse muerta, pasa verdaderos apuros y mira a la calle como su único espacio.

A pesar de todo esto los vecinos aún no nos hemos organizado en Carboneras para ayudar a levantarse al que caiga. Me consta que muchas personas a titulo particular ayudan, ayudamos, en lo que podemos, con comida, pañales, ropa, pero no es suficiente porque la situación que se está viviendo es aterradora y requiere un esfuerzo conjunto y proporcional a la tragedia desatada.

Uno de los aspectos que siempre ha caracterizado a los vecinos de Carboneras y del que yo me siento muy orgulloso, es su solidaridad y esta es ahora nuestra única y poderosa arma, la luz que puede hacer retroceder a la miseria de nuestras calles. La unión de todos es nuestra mejor baza, unos podrán aportar comida, otros transporte, otros su tiempo y su experiencia, esta unión puede hacer que muchos vecinos de Carboneras demostremos una vez más nuestra capacidad y luchemos cara a cara y en la medida de nuestras posibilidades contra esta crisis que nos tiene fríos, bloqueados e insensibles.

Aquella noche me pregunté si podía ofender con mi basura a una persona que estaba buscándola, probablemente no, pero con mi indiferencia sí.
Quizá el dolor que está provocando esta crisis en los ciudadanos se esté transformando de forma pedagógica en una comprensión mayor de los problemas de la sociedad, revelándonos que la ambición desmedida de unos pocos, tolerada por la inactividad de la sociedad se transforma directamente en injusticia para muchos.

Tenemos que hacer algo y hacerlo ya, algunas asociaciones que siempre han sido un referente social en Carboneras deben encabezar esta acción, ayudarnos entre otros del banco de alimentos, y unir ideas y esfuerzos de todos los vecinos en esta lucha por la dignidad.




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