CUANDO ALGO APARECE EN MEDIO

Lo primero que se nos ocurre es preguntar ‘qué pasa aquí’, luego atender con prontitud y no dejar pasar lo más mínimo; posiblemente pensar de otra manera o querer hacernos a la idea, pero siempre estará ahí ese algo poniéndose en medio. Surge un pensamiento inesperado, se interpone una cosa o un suceso rompe la estabilidad emocional o, simplemente, suponemos algo que entorpece el decurso de una actividad o de la forma de enjuiciar nuestra vida. Y el hecho de estar en medio es porque no contábamos con ello. Nos sorprende y cargamos con él sin poder eliminarlo de nuestra cotidianidad. En la vida, en el trabajo, en la familia o con las amistades: lo que se pone en medio apareciendo en nuestro escenario como nuestro es más el resultado de una aprehensión, de una captación inesperada que una realidad susceptible de ser compartida.
Una mala noticia, la muerte, un desenlace inevitable, una decepción pueden ser suficiente para cambiar o soportar una vida diferente, no deseada, que ha devenido en pesadilla, en agobio, no por unos días sino para todos los días: aparece en medio y se convierte en una obsesión, inevitable e intransferible, singular e irremplazable. Aparece en medio y forma parte, desde ese instante, de lo demás y de lo futuro, del porvenir incluso. Tiene tanta fuerza que contamos con ello para siempre, como un componente ineludible de nuestra existencia. Me acuerdo de los investigadores y artistas que viven en un mundo hecho a su medida, centrado en su propio entorno y que para nada puede cambiar desde que ese algo aparece en sus vidas como exclusivo.
Muchas veces me quedo pensando si podré algún día, alguna vez, salir del atolladero, como la mosca que busca salir de la botella que observa Wittgenstein y la pone como ejemplo para desarrollar una filosofía que pueda empujar en la tarea de encontrar el cuello una vez destapado el vidrio.

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