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Dicen que bailar en público, sube la auto-estima y lo más importante: dejas al viento las vergüenzas y encima, te importa tres leches el sentido del ridículo que de una forma u otra, en mayor o menor medida, todos llevamos dentro. Es verdad que el baile aporta a nuestro organismo cierta flexibilidad y contiene propiedades terapéuticas que agradece el cuerpo.
-Es de imaginar – me recuerda mi regadera – que como introducción está muy bien pero recuerdo cuando te pusistes a bailar en la fiesta de la Fundación de Amigos de Luis Bárcenas y te sacaron violentamente a la calle
-Sana envidia, me dijeron mientras me empujaban a la calle. Bueno; a o que íbamos: A dos meses y medio de las Elecciones Generales, vemos como nuestros políticos cambian el chip estirado, serio, inaccesibles, y se ponen a mostrar una imagen más humanizada y dulcificada. Muestran un semblante más simpático. Sonríen con más frecuencia y se nos acercan complacientes. En suma; hasta se atreven a bailar cuando la población ya no desea seguir sus pasos y olvidar el ritmo.
Criticas ha recibido el adusto, esquivo y arisco Miguel Iceta (Psoe-Cataluña) por parte de dirigentes del PP cuando lo vieron cimbreando su garbosa figura al ritmo de “Don´t stop me now” Ahora, esos dirigentes se muerden las uñas porque Iceta es más conocido y despierta simpatías y aparece como más cercano a la gente.
El jovial Pedro Sánchez, dirigente socialista, viendo la proximidad de las urnas, no tuvo ningún reparo en aparecer en el infame y denigrante programa “Sálvame” No tuvo oportunidad de acometer unos pasos bailable por que ya era suficiente con su presencia en un programa que representa a chulos envejecidos, gays que nunca debieron descolgarse de una percha y matronas de incierto/oscuro pasado. Con esta perspectiva, cualquiera bailaba aunque el paisaje si incitaba a dar unos pasos con “el meneíto”
El ejecutivo de Rajoy, viendo como mueven la cintura sus oponentes y viendo la repercusión que tiene en los medios mostrando a políticos, otrora inaccesible y que gracias al bailongo se aproxima más a la gente, no ha dudado en enviar a la buena de Soraya Sáez de Santamaría, a mostrar sus dotes de coreografía en el programa de Pablo Motos .Como una moto, apareció nuestra Soraya, con unos vaqueros gastado y zapatos altos.
-Se movía bien la puñetera – alude mi regadera.
-Desde luego – asiento – y la prueba es que “movió” también a 4´6 millones de televidentes. Por lo visto, según fuentes cercanas a nuestra Soraya, hay que considerar el detalle que nunca tomo clases de baile y que su canción preferida era “Marianico de luces” Parece ser que el insomnio, debido a la adrenalina desplegada, no la dejo dormir en toda la noche, pero habiendo dejado una imagen más amable de lo que nos tienen acostumbrado y su empeño en rodear esa imagen para llenarla de espontaneidad/familiaridad/sencillez.
Visto las determinaciones que toman nuestros políticos en fechas tan “sensibles” espero impaciente que todos ellos se despojen de mostrar esa inaccesibilidad que les rodea y se muestren más cercanos al pueblo aunque sea por unos días. Que quede en nuestra memoria que aparte de jodernos la vida, también saben bailar y cuando quieren, exponen la vena humana y dicharadera. Asimismo y aprovechando el momento/tirón mediático festivo, ardo en deseos de ver en la tele a Cristóbal Montoro, bailando el “numerao, numerao, viva la numeración” Colorida bermudas de vestimenta, un ping en la nariz y un postizo de extensión capilar mientras su compañera de Partido, Cristina Cifuentes, se deja dos trenzas en un intento de aparecer más joven e inmersa/aparente en el “rollo” juvenil. Rajoy en la ducha acometiendo unos pasos del “Zumba, zumba” pero con la mente puesta en el grupo Radio Tarifa (Temporal, temporal; que ya viene el temporal.
Que será de mi España, cuando llegue el temporal…) o la pintoresca/carituresca Esperanza Aguirre, (otrora, dueña de mis lujuriosas noches y ya no me excita) que también nos ofrece su baile secundada por una bicicleta en que cada piñón de la misma, le da el mismo ritmo o atacando un chotis tan madrileño él. Aleccionadora imagen del “devorador de chuletas” Arias Cañete, dando buena cuenta de un yogur caducado recordándonos que su baile, ya lo hizo bien aparejado con una vaca loca de añorado recuerdo. El ultimo en aparecer en la lista encuadrado en dicha Formación de derechas, ha sido el ex alcalde de Vitoria, Javier Maroto, (No confundir con el actor de “Lo que se avecina”) que se caso con su novio y dio un buen repaso en la pista mientras observaba que una gaviota desaprobando dicha unión. Cada uno, interpreta el baile de su preferencia pero muy cuidadosos de no pisarse uno a otros los pies aunque a algunos, la adrenalina les suena a algo así como conveniencia e interés del Partido. Un Partido Popular que en mente de muchos suena como muy desagradable y que intenta mostrar otra imagen más vecinal y desenfadada que a no dudar, desaparecerá una vez arrinconada las urnas.
A Albert Rivera, dirigente de esa extraña cosa llamada Ciudadano´s (ofreciendo una imagen de innovador, guapo, y sobre todo fresco) alardeando de figura y tronío; no le importaría cantar sobre los acordes de “Despistaos os tengo” (Leño) y acometer una balada que era santo y seña del inefable Bertin Osborne como “De truhan a señor” y muy erudito él en mostrarnos como debe ser y acoplarse, la ropa intima de una mujer.
Nuestro Pablo Iglesias no baila pero si entonaría con buen timbre de voz: “Oda a la libertad”
-Llego a la conclusión – medita mi regadera - que todo esto está encaminado a un 20-D de incierto resultado pero lo más suculento, es que quedara en la memoria de la gente no los recuentos sino el baile de nuestros políticos. Es de desear que fluyan, después de estas Elecciones, nuevos e innovadores acordes para que todos podáis bailar a gusto sin condicionantes de imagen. Que vuestro baile no sea una pantalla mediatizada. Que no tengáis que aparentar sino mostraros como sois y vuestro baile no tenga fecha de caducidad ni efemérides/eventos para someteros al conveniente chip. Dejar que los políticos dancen que después de las Elecciones, muchos acabaran cansados y encima sin pareja.
Juan Marcelo
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