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Hay compatriotas que nunca han puesto un ladrillo pero sin han seguido con su “obras” que significa provecho propio. Si se podía contabilizar los que ponen la primera piedra y después se camuflan para desaparecer.
Un vagón de tren cualquiera. De esos vagones que recorrían la vía hispánica que antes han servido para el transporte de ganado. Un vagón que llega tarde a Hendaya y otros que cerquita a ella, traslada 31 millones de euros a Andorra pertenecientes a la riqueza nacional.
El “oro de Moscu” pasaría como una simple anécdota comparado con lo que la familia Pujol y su clan de inventores del “manejo” habían acudido como premisa fiable para depositar en un Banco Fiable de Andorra la “herencia familiar” Todo ello sin saber o notar que el legado dejado, suponía en aquellos tiempos, casi un 3% de la renta nacional: Pujol and Company, una familia que dejaría en pañales a la versión cinematográfica de “El padrino” ya que contaría con mas episodios.
Mi profesor favorito, Cojonciano Ceropelotez, sentencia que tenemos los delincuentes que nos merecemos. Que nuestra exaltación de rechazo, hay que moderarlo porque forma parte y es adherida a la idiosincrasia nacional. Que nuestro País, es un conglomerado de picaresca y esos picaros, siempre son los últimos en saltar por la borda pero que hay dos formas de pensar en una sociedad en continua penumbra que no forma parte de un clan privilegiado pero que ya no le sorprende la división social creada: Los que ahorran su dinero para mantenerse y los que acuden a preservarlo en territorios seguro fuera de nuestras fronteras. Una estirpe de pobres que sostiene el auge de nuevos ricos. Parias que pasan hambre mientras otros depositan su digestión en Países más solventes y de plena garantía. Los que han tenido la previsión de depositar sus dineros; (30.000 millones de euros) allende fronteras engrasando de nuevo el vagón que ya se antoja marchito y caduco acudiendo a nuevos sistemas. Nuevas ideas: Una patria de orillas diferentes Los que han sido testigo de una crisis que no han provocado y los que esa crisis ha servido para su enriquecimiento para aumentar su patrimonio.
La familia Pujol, reconocidos estudiosos de la Geografía Mundial y expertos en localizar Edenes prodigiosos para esconder sus tesoros emulando a cualquier pirata experto en ubicación, escogió para enterrar su botín una “isla” otrora desconocida y poco frecuentada por náufragos; Quizá, asesorados por los Sánchez Vicario, vieron la oportunidad de que el saqueo perpetrado no pudieran descubrirlo y depositaron en ese islote la cantidad de 31 millones de euros siempre contando con el secreto de la depositaria caverna que vio que más tarde, ese secreto se convertiría en complicidad y opto por sacarlo a la luz.
Una vez descubierto el paradero de dicho botín, la cacareada herencia familiar no podían exponerla. Sus ancestros, no podían acumular tal fortuna porque hubieran necesitado tres vidas. El ahorro familiar, estaba descartado. El “Honorable trincón” (artículo que escribí y titule hace tiempo) ya tiene que apelar a la frase de un buhonero del siglo XII “de que la patria esa donde está el dinero” Buhonero que posiblemente, en sus tiempos, se le viera también atravesando los Pirineos.
“Jordi Pujol e Hijos, Asesoría Financiera” Este Jordi, patriarca vivaz y personaje de la vida catalana exponiendo en toda ocasión su “seni”y arraigo a su “patria catalana”y que le sonaba lo de “destino en lo universal” como dividir la riqueza a su antojo. Ahora no “suelta porque ese
detalle, significa soltar también el dinero.
Esos saltos a través de los Pirineos, han dejado huella pero no han tenido el tiempo necesario para borrarlas, quizás debido a que sus hijos, no pisaban ese rastro con la debida consistencia.
Esos millones robados por el clan Pujol, ya sabemos de su cuantía pero no de su paradero. Acostumbrados a que estos entrañable patrios siempre dotan a esos dineros del carácter rutero; Hoy aquí, mañana allí, observamos con verdadera delicia la imaginación que atesora nuestros defraudadores para que el imputado sea él, no el dinero que han amasado.
Podemos sentirnos orgullosos de tener a clanes que hacen caja antes que patria. Aquellos que exhiben y ostentan su picaresca tan hispana sin que el tiempo se encargue de anularlas. Truhanes precursores de la pillería española tan aplaudida y reconocida en Foros Internacionales. Esos foráneos que al exhibir nuestro carnet de identidad, ya somos motivo de desconfianza y sospechas. Mientras, los españolitos de a pie. Aquellos que ya se quedan sin respuesta viendo lo que ven, solo tiene un concepto en mente: ¿Cuánto tiempo y dinero nos cuesta alargar un juicio cundo a la vista está de su culpabilidad? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Es más fácil condenar a un roba-gallinas que a una persona que se ha llevado lo nuestro? Preguntas que ya sabe la Administración que no las hacemos a diario.
Juan Marcelo
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