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Antes, cuando era joven, oía a los mayores decir ‘esta noche vamos a ir de putas’. Nadie, creo, se planteaba la explotación sexual, entre otras cosas porque la explotación laboral estaba vinculada a la ejercida por el patrón sobre el obrero.
La prostitución estaba vinculada a la vida ciudadana, como elemento dinamizador, precisamente de los que estaban necesitados de sexo. Había en las ciudades barrios caracterizados por la prostitución, los barrios chinos, que aún quedan por ahí algunos. No había nada de especulación política, todo lo más era la mirada conmiserativa de los curas cuando hablaban de los que iban con mujeres malas.
Por lo demás, incluso había inicios en la sexualidad a cargo de familiares de segundo orden que llevaban a los chicos a practicar algo que todo hombre había de conocer. En fin, antes había menos prejuicios y si cabe, dentro de hipocresía, algunas casadas justificaban las juergas de sus maridos por ser balas perdidas que después, irremisiblemente, venían, como los pajaritos, a comer en sus manos, por ser ellas las institucionalizadoras del matrimonio, tanto religioso como civil.
Ahora, ir de putas puede ser peligroso, no ya porque los demás te señalen o la pareja se indigne o el amigo te critique, o el cura te estigmatice, o el vecino te sorprenda, sino porque el PSOE te puede poner una multa. Increíble. Me parece un disparate, que por someterse al discurso políticamente correcto, se vaya más allá de la moralina religiosa. Así que, si se te ocurre ir a un prostíbulo, a un club de chicas, cuidado, que te puede asaltar un militante del PSOE, con su tarjeta de acreditación y fotografiarte con el móvil al entrar y, tras los trámites correspondientes, encontrarte un día en el buzón con una multa de cien euros por ir de putas, o de quinientos si eres reincidente.
Vamos a dejarnos ya de pamplinas y legalicemos la prostitución en todos los aspectos: contratación, revisiones médicas, cotizaciones a la seguridad social y derecho a jubilación y pensiones. Lo demás es hacer el ridículo y caer, en la hijoputez de prohibir, ¿qué vendrá después de los toros y las putas? ¡Vaya usted a saber!
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