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Resulta casi imposible contabilizar lo que hemos gastado en nuestra vida como poseedor de un carnet de identidad. Lo que nos ha costado vivir y seguir el paso: Lo que es seguro es lo que nos va a costar abandonarla. Aperase de consorcio vivencial, ya cuesta la friolera de 3.560 euros. Toda la vida pagando y nuestra sonrisa se tuerce cuando de cuerpo presente, también hay que añadirle un tributo y encima, inerte. Que no tienen en cuenta de que la muerte es algo inmaterial mientras el muerto es algo corporal. Tampoco que es una ruta ya marcada de antemano a considerar. Que nuestra muerte es un derecho que ninguna Constitución refleja porque es Ley de Vida y no hay párrafos añadidos.
Celebrar la Fiesta de los Difuntos, cuando esas personas fenecidas no están para mucho jolgorio, me parece una desconsideración cuando se convierte en una faceta mercantil. Una cosa es recordar a personas queridas y otra implantar un negociado a costa de ellos cuando a la vista esta, de que no pueden protestar o están en otra “onda”
Cuando una persona expele sus estertores agónicos siempre pensando en que territorio lo van a ubicar, algunos de los presentes, “eruditos pensadores” siempre proclaman que es el paso de su alma al infinito, pero nunca pensando en lo que tiene que abonar a sus deudos por su “inoportuna” desaparición. Posiblemente, el fenecido, se aferre a la vida; ese clavo ardiente, cuantificando lo que les va a costar abandonarlos exponiendo una muestra insolidaria de haber decidido dejarlos desconociendo o dejando a su suerte la economía familiar. Que su muerte, no suponga carga familiar pero como del todo es imposible determinar su muerte pero si sus costosy la carga que supone, siempre hay un halo de dignidad/previsión de un seguro de vida que ha estado pagando mientras vivía. (Curioso es pagar su muerte cuando se halla pletórico de salud)
Calaveras iluminadas que alumbran las calzadas. Brujas ennegrecidas que te saluda y que con unas copas de más, te invitan a subirse a sus escobas. Quijotescos personajes revestidos de figuras lúgubres/macabras. Fantasmas donde a algunas/os, no necesitan ni sabanas. Todo para loor y gloria de personas ya desaparecidas que si pudieran ver lo que ha significado su muerte, su descanso eterno se convertiría en una pesadilla: Quizá pensando en que su muerte ha protegido una industria: La industria del despropósito.
Después, tenemos a los que honran a sus familiares y personas queridas: Que los recuerdan con sentimientos y dolor. Personas que depositan unos ramos de flores en la morada de esos fenecidos con respeto y emoción recordando los momentos vividos junto a ellos. Personas que no necesita de un calendario para recordarlos lejos de un almanaque que dicta formas y manejos de conductas. Personas que siempre tienen en mente el hueco dejado por ese ser querido: Personas que expelen lágrimas añorándolos.
Estamos muy mal acostumbrados a celebraciones, al “El día de…” todo ello sin notar o conocer que todos los días, son iguales. Que no hay un día especial sin que uno se lo proponga. La tétrica figura de un calendario es condicionante muy dada a celebrar fiestas por imposición.
La Fiesta de Todos los Santos la considero innecesaria ya que en mente de todos, esta los que nos ha abandonado sin exponer fanfarrias. Un perenne recuerdo de aquellos que ya no se sientan en una mesa. No es necesario recordarlos con festejos grotescos/burlesco ni pantomimas de presencia. No son todos santos los que hay que meter en el caldero: Hay buenas personas pero también hay asesinos y mala gente enterrados. Bien podía llamarse el “Día de Algunos Santos” siempre contando de que la opinión de la Iglesia Católica no metiera mano: Esa Iglesia muy dada a camuflan/convertir sus cenizas en incienso.
No olvidemos tampoco, que este mundo es un depósito de cadáveres. Algunos andan y otros se queda en el camino, pero todos están predestinado a cruzar la meta. La desaparición de un ser querido no es necesario que nos la recuerden entre pseudo/festejos ni búfanas “apariciones” La muerte es más seria que lúgubres figuras recordándolas cada año, simplemente porque algunos de los que ya no pueden festejarla, no han terminado contento de cómo ha vivido. Los que en vida, han carecido de todo lo necesario y llevaban el estigma de no saber de un sitio digno donde caerse muerto. Ni siquiera la muerte, hoy en día, nos iguala a todos: Unos mueren mejor que otros: ¿Es eso lo que se celebra en Halogüin?
Asumiendo lo visto, y contemplando cómo hay agnósticos que se disfrazan para visitar cementerios, propongo el “Día Internacional de la Ranas Viudas” EL “Día de los Estropajos de Aluminio” e hilando fino: el “Día del Solterón Empedernido” aquel que no necesita disfrazarse ya que su penitencia la asume y lleva consigo aunque muera solo. Pienso que algunas personas poseedoras de tales posturas ante la muerte, su deseo no es terminar así. O quizá no: Que su finalidad este muy cercana de lo que ha representado en vida disfrazada para la ocasión. Hay gustos para todos (muy respetables y que no trato de criminalizar) pero hay que dar puntadas firmes y no meter en la misma jarana a los que ya no están. La muerte no representa precisamente deleites complacientes ni figurines exaltantes: Mucho más respeto a los que ya no pueden participar. En fin… puede que al final, todo sea para representar a la muerte con “truco” pero sin “trato”
Juan Marcelo
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