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El presente año ya se está marchitando, 2016 nos deja un gran legado, el de la confirmación del descrédito político y social. Se podría decir que estamos ante la muerte del Occidente que se formó a imagen y semejanza de las democracias liberales vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.
El pueblo español sigue votando como preferencia electoral al partido político más corrupto de la historia de España en democracia, apoyado además por el partido histórico de la izquierda española. Mientras tanto, la ultra derecha avanza significativamente hacia la conquista del mundo, la primera y más importante victoria, es la llegada al poder de Donald Trump en los Estados Unidos de América. Pronto serán las elecciones en Francia, donde Marine Le Pen y su Frente Nacional perfectamente podrían ganar la contienda electoral. Además, en Alemania la ultra derecha empieza a ganar bastantes adeptos y se presenta como una opción política a tener en cuenta en el país teutón.
Europa y el mundo Occidental están en claro peligro de retroceso social e histórico. Uno pensaría, que algo se está haciendo mal, pero no se piensa en que todo el sistema comenzó a ser un descrédito político y social desde el 9 de noviembre de 1989, en donde el capitalismo voraz terminó triunfando por encima de los sueños de los trabajadores.
El otro día en la Universidad, mientras dictaba la asignatura Visión Histórica del Perú y el Mundo, varios alumnos me refutaron lo siguiente: “Pero profesor como puede hablar de izquierda y derecha, y mucho menos de Comunismo en el mundo actual. Hoy día ya no existen ideologías políticas”. Esta frase es muy significativa del descrédito ideológico que tiene la sociedad del Siglo XXI, descrédito realizado por la democracia liberal.
Yo les respondí: Mi abuelo, un hombre sin estudios, sin formación ninguna, aun cree en eso tan “viejo” de las ideologías, quizás sea cosa de viejos y viejas o quizás, o es que las ideologías nunca se han ido, ni se irán nunca, solo hay que ir más allá del descrédito al que estamos abocados en nuestra sociedad.
Miguel Ángel Cayuela Berruezo
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