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Opinión - + Adolfo González Montes
Obispo de Almería - 21/04/2019

Resucitando nos dio nueva vida

"San Pablo no duda en ver en Jesús el nuevo Adán, por contraposición al Adán primero o viejo Adán, padre de la humanidad y por quien entró el pecado en el mundo"

Almeria 24h
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Resucitando nos dio nueva vida


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La plegaria de la misa dice de Jesús que, para cumplir los designios de Dios Padre, «se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida» (Misal Romano: Plegaria eucarística IV). Es tradición devocional cofrade llamar a Jesús «Nuestro Padre», título referido a las distintas advocaciones con las que el pueblo fiel venera las imágenes de Cristo. Teniendo presente que la fe cristiana sólo reserva el título de «padre» para referirse e invocar a Dios Creador, en ocasiones se han cuestionado estos títulos de las imágenes devocionales de Cristo. Sin embargo, pueden entenderse correctamente y tienen un importante fundamento bíblico y tradicional.

La Iglesia siempre ha contemplado cumplida en Jesús la profecía que anunciaba la llegada al trono del niño que «lleva a hombros el Principado», y su nacimiento responde a la promesa de quien ha de venir como hijo de David y es «Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre perpetuo y Príncipe de la Paz» (Isaías 9,5).

San Pablo no duda en ver en Jesús el nuevo Adán, por contraposición al Adán primero o viejo Adán, padre de la humanidad y por quien entró el pecado en el mundo. Una figura que encarna el origen de la humanidad creada por Dios y, por lo mismo, el padre del que procedemos. Por contraposición, Cristo es el nuevo Adán, que ha traído consigo la vida, y como tal en él tiene comienzo una nueva humanidad. Se puede decir por ello que Jesús es el nuevo padre de la humanidad redimida, contrapuesto al padre de la humanidad pecadora. Por su resurrección de entre los muertos Jesús se ha convertido en el hombre nuevo en el que da comienzo una nueva humanidad (Efesios 2,16), convirtiéndose así en cabeza de esta humanidad nueva. Por esta paternidad Jesús dio nuevo cauce a la humanidad trayendo la libertad de los hijos, porque Cristo vino para rescatar a los sometidos al yugo de la ley, y para que, por medio de él, «recibiéramos la adopción filial» (Gálatas 4,5).

Esta paternidad de Jesús sobre todo el pueblo de Dios está abierta a la incorporación de cuantos creen que resucitó de entre los muertos por el poder del Espíritu. Abriendo el sepulcro de Jesús Dios arrancó la humanidad del Salvador del dominio de la muerte, porque si en cuanto verdadero Dios era inmortal, en cuanto hombre verdadero también había gustado la muerte para bien de todos.

La devoción cofrade ha visto algo cierto al invocarle como «Nuestro Padre Jesús»: que en Jesús como origen de la nueva humanidad está el origen del destino común de los que Dios ha hecho hijos de adopción por la muerte y resurrección de Cristo nuevo Adán, para que todos lleguen a ser herederos de la vida y no perezcan.

¿Cómo puede haber ocurrido algo así? No hay otra respuesta: en la obediencia de Jesús al plan de salvación de Dios no sólo se nos ha revelado el amor del Hijo de Dios por el Padre, sino también e inseparable de él el amor del Padre por el Hijo; y en este amor se incluye el amor de Dios por toda la humanidad. En Jesús, nuevo Adán, el proyecto pensado por Dios ha comenzado a hacerse realidad en su propio Hijo hecho hombre por nosotros, y como hombre nuevo también «padre» de la humanidad nueva como su principio y cabeza. Sólo en Jesucristo alcanza el hombre la vida divina y la comunión con Dios para siempre.

El autor de la carta a los Hebreos ha prestado gran atención a la unión de familia que vincula a los humanos con Jesús, diciendo que «cada familia tiene un fundador, si bien quien lo ha fundado todo es Dios» (Hebreos 3,4); para decir a continuación que aquel por medio de quien Dios ha fundado la familia de la nueva humanidad es Jesús. Por esto dice de él que la paternidad de Dios se revela en esa «paternidad» que encarna Jesús como fundador de la familia de Dios. Así, frente a Moisés, que estuvo al frente de la familia de Dios mientras estuvo en vigor la antigua Alianza, ahora «Cristo, como Hijo, está al frente de la familia de Dios; y esa familia somos nosotros, con tal de que mantengamos firme la seguridad y la gloria de la esperanza» (Hebreos 3,6).

La resurrección de Jesús ha traído consigo un nuevo comienzo para la humanidad, porque en la luz de la Pascua Dios le ha descubierto su meta y destino; y en esa luz pascual, el destino del hombre da sentido a la plenitud de vida que le espera al que cree en Dios: aquel que, por la fe en Jesús, no desespera de sí mismo y del mundo creado para él hasta que se manifieste la nueva creación.

Domingo de Resurrección

21 de abril de 2019

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería




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