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- ¡En mis muchos e innumerables amores de juventud…!
- ¡Pocos…! - me rectifica mi regadera.
-…¡¡ ¡En mis pocos amores de juventud!!! – mirada fulminante a mi regadera por su indiscreción e imprudencia – reconozco y admito que nunca he logrado acceder al “punto G” de mi fémina acompañante consciente de que en los años 70/80” teníamos un punto “G” en dualidad de difícil explicación y encima, de difícil localización: Se trataba de un detonante; de una explosión sexual a quien pudiera ubicarlo y encima practicarlo para llegar a un clímax muy acentuado del placer y el posterior éxtasis. (Mi amigo, Andrógeno Ambiguo, decía y aseveraba que cuando estaba con una mujer, si no le metía el dedo en su culo, no llegaba a la eyaculación) Se acostumbro tanto a ello que hoy en día regenta el Golden Gay de cierta ciudad.
Cambiaron los tiempos a los que llamo revueltos o extraños y el hedonismo y satisfacción personal asalto fronteras y emigro a la palestra virtual donde nos ubicaron en otro “punto” poco digno de manosear para satisfacer nuestros deseos. Del “punto G” sin aparición explicita de inconstante/inconsciente ejecución, pasamos a un botón del inicio al nefasto Móvil. Vamos: Que nos hemos sometidos a la ignorancia y al completo desconocimiento de nuestro “karma G” al 3-G; al 4-G y ahora al 5-G y si ya era complicado aclararse con una sola “G” habría que imaginarse con cinco golpeando nuestras espaldas cuando no hemos rebasado el primer “punto” que tanto deseamos, que cuestionamos y nos cuesta un huevo acceder. “Creo que hay una total ignorancia y se debe a la desconfianza, suspicacia y entrega pura y neta de la pareja para confiar sus gustos o apetencias en el plano sexual” (Parábola/apología del beato y bendecido Santo Varón, J. Marcelo en su diáspora por los harenes del Sinaí)
Por culpa de los imponderables avances de la técnica, sentencio que no podemos echar un polvo en condiciones ya que el no acceder al punto ”G” genuino de nuestra pareja con notable predisposición, indagando y gestionando su “punto” siempre hay un inoportuno “guasa” que nos corta la “exploración” y no nos haga ducho en la “materia” Nos fragmenta el examen, búsqueda y posterior revalida y te evade de la situación y hasta recitas los discursos de Ana Botella coincidiendo en tu plena vorágine pseudo-sexual lo cual te condiciona y tiene la propiedad de joderte la vida.
Cambie mi Móvil al que cariñosamente le llamaba Atapuercas donde ya no leía la pantalla por otro de “dedito en ristre” Veinte minutos me duro. Fui a cambiarlo por otro de 38 años donde sus aplicaciones consistían en llamar; que me llamen y mensajes en SMI. Nada más. Más viejo que el otro. Mi premisa en su adquisición fue que borraran la “G”…, que yo ya me apañaría…ya que no me gusta mandar recuerdos, fotos y datos a una nube que la distribuye como quiere.
He hablado muchas veces con mi pareja donde se encuentra su “punto G” y he obviado su pronunciamiento/sugerencia en que su punto “G” estriba en “una noche de pasión al que no accede desde la Batalla de Lepanto”. “Ese detalle – afirmaba - colmaba todas mis satisfacciones” Soslayando tal provocación/insinuación, le propuse que ponga su Móvil de última generación, lo coloque en faceta “vuelo” y lo mande a volar desde el faro de Carboneras - el segundo más alto de España - respaldándome de tales comentarios aunque accedo en completa comprensión que prefiera su Móvil antes de que yo accione el recurso arqueológico de indescifrable de posible nefasta o nula exploración. ¿Dónde me pongo yo a competir o rivalizar con un Móvil 5-G?
Tengo la tétrica impresión de que el “Puto G” – perdón; léase “Punto G” – donde algunos han tenido la fortuna de acceder y los exime de jugar a los Cupones de la ONCE, Loterías del Estado y Apuestas Deportiva ya que se siente realizado y conforme con su status como gobernante de su estado sexual sin necesidad de coalición, no acuda a un Móvil S-G para seguir los pasos aconsejables ya que no va a pedir consejos a una persona sino a una máquina. Quizás, un robot creado por una persona cuyos idilios amorosos trata de olvidar…, simplemente porque ha credo un artefacto en sus ratos libres sin compañía; ha obviado la “G” y ahora se encuentra ya en la “Z” reminiscencia de no haber echado un buen polvo a satisfacción de su pareja y encima, no coincidiendo la “G” con una probeta de su “laboratorio intimo”.
Tengo la impresión, por todo lo descrito; que todo lo que nos rodea, se convierte en analógico y no como sería nuestro deseo, que se evangelice en el reinado de lo invisible. Todo es visible en nuestro tiempo. Quizás por ello, despejamos dudas o aprehensiones y encima lo firmamos como algo que llegue a los demás como proclama que necesita respuestas. Lo tenebroso del asunto, es que el recóndito y a veces, exasperante/inalcanzable “punto G” nadie da muestra de conocerlo ni haber experimentado. Existe; se que existe pero es tan difícil en su comprensión o afinidades que rodea el acto en sí, que es como ver a Gorila Rivera ocupando una silla en la Real Academia Española. Ante tales vicisitudes, creo que el punto “G” de la pareja se encuentra en el mismo momento en que abren el frigorífico y se lo encuentran lleno. Vamos…, que no le falta ni un tomate. Ese es el punto “G” en mi opinión: Una nevera bien repleta que despierte la libido. Lo “otro”, nos eximimos de confesar unas veces por pudor, recato o vergüenza y la otra por no despertar morbo a personas a la que se considera ajenas.
Juan Marcelo
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