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Leí en cierta ocasión que Leticia Sabater se ha puesto un virgo nuevo fabricado en Villanueva del Trabuco y vuelve a ser virgen. Enhorabuena, por decir algo. Porque, ¿Qué gana con ello? No lo sé; en mis tiempos, uno de los mensajes que podíamos leer en la pared de la universidad era: “La virginidad es una enfermedad…, vacúnate” No podría, pues, asegurar si la simpar presentadora ha dado un paso adelante o su íntima novedad supone recular un paso. El oficio de remiendavirgos viene de antiguo y ya lo practicaban las celestinas y un cirujano amigo de Alvarez-Cascos, pero eran apaños mal hilvanados. No como ahora, que todo queda liso y sin pespuntes, aunque, a voluntad, puede ser decorado con una delicada cortinita de encaje quedando el contador vaginal a cero de nuevo.
Hace unos días, otra noticia daba cuenta de que un médico italiano se plantea seriamente el trasplante de cabezas en humanos. Fijación de este médico en Alfonso Rus, Rodrigo Rato, Luis Barcenas, Eduardo Zaplana y un elenco innumerable de patriotas bendecidos donde en mi opinión no hace falta cambiarles la cabeza sino el porqué de sus acciones. Personalmente, creo que no me importaría que me cambiara la cabeza resguardando mis sanas intenciones. Por otra parte, cuando esta cabeza, la autóctona, no supo sacarme de apuros en más de una ocasión. En todo caso, cabeza y virgo a estrenar son asombros nada deleznables ya que no corremos y volamos subidos a los portentos de este novedoso siglo.
Las pasadas elecciones municipales en Madrid, -fenómeno hasta ahora existente en este país- en nuestra experiencia democrática de acudir a las urnas y valorar los resultados, no aparecían jamás los perdedores a la hora de la resaca. Todos los políticos ganaban y así lo explicaban públicamente. Pero eso es también historia: en esta ocasión, el pasmo de nuevo cuño es que hay damnificados; y, ciertamente, bien colmados de penitencias originadas por sus graves faltas en la improvisación y oportunidades perdidas.
Sí, aquí y ahora, hay una buena ristra de perdedores. Embutidos en trajes de prepotencia y luciendo camisas de manga ancha ante el reclamo de la ética, se han dado un buen batacazo algunos de los protagonistas, o parientes próximos, de tanto titular sobre corrupción. De rebote por el hastío consumido, el binarcisismo ha hecho también aguas, y sus figuras ya saben a estas alturas que nadie está en disposición de comprar la eternidad como creían después de verse reflejados durante lustros como los más vistosos del charco. De hecho, parece hasta mentira que no se olieran algo de lo ocurrido. Avisos ha habido a manta. Claro que el tsunami se lleva por delante a todos, y algún justo pagará por los pecadores, pero es evidente que arranca una nueva, aunque arcana etapa, y estamos dispuestos a ver cómo resulta.
Porque ésa es otra. Las promesas de barrer bajo la alfombra, abrir las ventanas y orear las habitaciones son de agradecer, pero no pasarán la prueba del nueve si, al final, todo queda en nada y regresamos al cansino hábito de acumular más mierda y mentiras de los que nunca vivieron al Sol. Aunque sea una nueva mierda. Es una buena ocasión para demostrar que se pueden hacer cosas sin meter mano en la caja sin defender a ultranza lo indefendible por ser del mismo partido… sin burlarse del ciudadano, sin esquilmar el país, sin acopiar complejos patriotismo para engordar la propia valija… ¿Serán capaces de cumplir los recién llegados de la corrupción ante el Juez sus penitencias o se irán de rositas? ¿Su permanencia en la pavera serán unas cortas vacaciones? ¿Devolverán el dinero robado? Saben que ya están en el albarán de la legendaria corruptela patria pero también no ignoran que la obligación de todo encauzado es mentir ante su Señoría secuencia en que son catedráticos en la materia.
Una caterva de indeseables y “fervorosos” patriotas salidos de la cueva Kitchen, se presentan en los juzgados: No son todos los que están, pero si están todos los que supuestamente son y que hay otros en la reserva que hay que añadir. Hay que arañar esas paredes de la cueva porque todavía hay una maraña pegada a ellas temerosos de que la luz del día de la justicia les llame. Agazapados, piensan en exponer falsedades y dobleces convincentes pero que no convence que es lo que se lleva últimamente en la Pasarela de Modelos del juzgado. Lo más importante de los ciudadanos es si vamos a ser perdedores a mano de los corruptos tahúres y nos dejen sin un as para competir, o asumir la derrota y encima que se lleven la baraja. Que empiece la partida.
Juan Marcelo
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