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Mi profesor favorito, Cojonciano Ceropelotéz, tenía la virtud de entresacar pensamientos y reflexiones almacenadas para expandirlas en las clases que nos impartía. Docto en materia filosófica, su sabiduría en esa materia deseaba que hiciera mella en nosotros: Nosotros, que ya nos habíamos inculcado e imbuido la diferencia entre un burro y un caballo y la realidad que existía de que “un burro es un caballo que nunca ha ido a la escuela” (última frase que ya está en nuestra mente - después de tantos años - como el ir por la vida sin impedimentos que nos joda la existencia y que todo sea resplandeciente a nuestro alrededor…, y en ella seguimos, todo en base en esa diferencia equina que tan bien nos va hasta el momento)
Dejaba entrever mi profesor: “Un nódulo es un tumor benigno que no influye con somera precisión en la estupidez y aleja la imbecilidad aunque hay ciertas protuberancias nodulares que está catalogado en los seres humanos en cuatro categorías y absceso diferentes: los inteligentes que favorecen al prójimo y a sí mismo; los incautos que se perjudican pero dan valor a los demás; los malvados que obtienen réditos para sí dañando a los otros; y los estúpidos que zahieren al prójimo y a ellos mismos.
Ceropelotéz, consideraba que es preferible un malvado a un estúpido, porque el primero provoca una transferencia de bienes de unas manos a las otras mientras el segundo no genera nada si no es destrucción” “Que hay muchos estúpidos e imbéciles que pululan por el bajo, mitad y enorme Medio Ambiente que, si lo valoráramos, todos los días salían nublados dado el daño que provocan”
En la España-Suecia del pasado lunes 14 en la Eurocopa, se notó, sin atisbo de sorpresa - porque ya se contaba con ello - por qué esa diferencia de burros y caballos. Estúpidos exhibiendo trajes y monteras de toreros con cierto alarde de que nos definan y engloben a todos los que nos identificamos con la Selección Españolas como precursores de la tortura a un animal cuando el 78% de los españoles estamos en contra del sacrificio de ese animal. Vestidos de surrealistas vestimenta, trataban de asociarnos con la imagen expuesta con alardes de capotazos al aire y engaños en los pases donde ya les faltaba la puntilla asesina… valores que expande y promulga el sentir patrio y nos meten a todos en el mismo ruedo.
Creo que hay una balanza de pérdidas de nuestra identidad una vez identificados a esos estúpidos para expandir al mundo que nuestra cultura es esa contrarrestando que somos muchos los que no hallamos con fórmulas de neutralizarlo en base a la indiferencia, el ataque contra la dependencia de crueldad y entidad destructiva de los estúpidos torerillos que ya han accedido al grado de la imbecilidad.
Aquellos que asocian la tradición con el mal llamado arte que consiste en la eliminación bajo tortura a un animal que simplemente trata de defenderse. El arte es belleza muy lejos del suplicio y el tormento. Quizás, el estúpido ya definido como imbécil, no se da cuenta que…
Ciertos medios de comunicación nos venden que fuera de España, la mal llamada Fiesta de los Toros es admirada y la estupidez hace acto de presencia. Craso error para tacharlos de imbéciles: Cualquiera que trate con extranjeros se dará cuenta que el estereotipo del torero y esa fiesta es una lacra que nos ancla en un pasado que por todos los medios tratamos de dejar atrás. Esa imagen de bárbaros y país violento y atrasado no nos lo quita nadie. Cierto que foráneos turistas acuden a ver hasta el grado de civilización que hemos alcanzado y encima salgan horrorizados de las heridas que va sufriendo el animal y observan al personal palmeando, ovacionado o exhibiendo pañuelos blancos sin saber si esos conatos van dirigidos al toro, torero o a nuestra marchita cultura que no despega. Tan dantesco y cruel espectáculo es tal, que Televisión Española ya tiene prohibido a sus realizadores y a sus cámaras el tomar planos cortos de la agonía del toro mientras seguimos contemplado imbéciles vestidos de toreros cuando actúa nuestra Selección y veamos también a un estúpido con un sombrero de picador mientras sangra a un animal…, la base de nuestra tradición; cultura y arte donde quedaría rotundamente asentado los “Suspiros de España” y como colofón, “España es la mejó” para que rechacen una literatura y gramática envidia del resto de Países que se pueden pasar por el forro nuestro verdadero sentir y quedarse simplemente con la montera. ¡Así nos tratan! ¡Así nos valoran…!
Juan Marcelo
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