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Desolado me he encontrado hoy al saber que mi corrupto favorito de los 8.018 censados patriotas de pulseritas en la boca. Alfonso Rus Perol, ex alcalde de Játiva y ex Presidente de la Diputación de Valencia, está implicado en la trama de la Comunidad de las cañas y los barros. Recuerdo con nostalgia como prometió a la ciudadanía tener una playa propia a 56 kilómetros del Litoral para más tarde tener que rectificar y aclarar que era una charca para las ranas. No contento con este fiasco, comentó a sus íntimos con frases tan conmovedoras como: ¡Que gilipollas son estos! ¡Una playa en Játiva! ¡Encima se lo creen y me votan! ¡Como los domino! El 20-N, celebrando la victoria del PP, organizo un festejo donde “no puede faltar, champan, mujeres y coca” “Mucha coca…, que se vea el nivel”
Siento que una eminencia así, tenga que pagar errores cuando su imaginación es aprovechable para hacer el bien y que debido a esa entelequia y dotes de buen gurú, los vecinos de Játiva, puedan al fin guardar sus flotadores, ofertarlos en Segunda Mano o irse a Gandía. Todo ello, sin la presencia del “mago” Alfonsino y el Mar como presunto enchiquerado.
Vemos a corruptos de todo pelaje y catadura moral muy dudosa. A veces, viendo el careto de algunos conocidos exclamamos, “Cómo es posible que…” Pues si: Se da el caso que hasta un muñeco llamado Rockefeller pueda ser llamado como encubridor por no denunciar a su dueño de los fraudes, estafas y otras lindezas ilegales que se desarrolla en este País asentando nuestro bien reconocido patrimonio de la picaresca. José Luis Moreno, - secundando el rol que hacía en Torrente -2 donde se presumía que no estaba actuando sino que era real - ya había, anteriormente, humanizado la figura de su cuervo que se tornaba cada vez más inteligente que hace décadas y ya le decía a la cara las verdades del barquero, su lejanía con la honradez, sus continuos roces con la corrupción, su fijación a la cleptomanía y el fraude, sus brochas para el blanqueo, su pertenencia a organización criminal, alzamiento de bienes y cenar con un bote de Yatekomo gallina blanca por las noches porque lo anunciaba David Bisbal pegando un salto que Moreno confundía con un asalto.
Su muñeco, Macario, ya nos puso en antecedente: “José Luis Moreno, chorizo y capullo” Mientras, Monchito, no perdiendo detalle de las andanzas de su dueño en banda criminal, soltaba la frase: “Que parezca un accidente…” Si Moreno hubiera tenido la tentación de crear un muñeco en consonancia con las 700 empresas que “tenía” y conseguir créditos para ellas, el ventrículo se hubiera quedado sin voz. Viene a mis recuerdos la frase del eminente pensador peruano, Jolgorio Diario: “En todas partes, según volumen de personas, hay la misma cantidad de imbéciles algunos hasta enternecedores” Me he reído muy mucho con Moreno y sus muñecos y sobre todo, con el sarcástico y mordaz Rockefeller continuamente revelando las condiciones de su jefe y ahora en paradero desconocido. Me imaginaba un futuro de carcajadas y no me conjeturo ahora al ventrílocuo acariciando barrotes en una celda al igual que Alfonso Rus, que podía ser un buen actor de monólogos hasta que dejo sin bañador a su pueblo.
Escribiendo este artículo “por que me da la gana” exclamación genuina de Ayuso, resulta que el hacedor de mis múltiples carcajadas tenía acreditada 700 empresas donde ponía en evidencia al Ibex-35 que figuraba como un mercadillo de los jueves. Recibiendo créditos con solo presentar su oronda figura como cheque al portador con arcaicos banqueros aposentados sacados de “La escopeta nacional”
Derivo entre si me quedo con la implicación del ¡toma moreno! para condenarlo o recordar unos momentos muy agradable y divertidos de sus parodias en torno a sus muñecos y eximir de culpa al ventrílocuo, o la iniciativa amparada en el “bien común” de urbanizar las Albuferas como se proponía Alfonso Rus. Son pensamientos que me tienen muy crítico y algo indefinido con mi mentalidad. Hay corruptos que solo merecen el descredito y desprecio sin embargo, hay otros que recordándolos y no dando crédito a sus andanzas en pos de la ilegalidad, conforman un apego nada desdeñoso e inolvidable. Es deseo que la justicia siga el paso firme que se le asigna y establece y no tengan que llamar a declaración a Rockefeller en el caso Moreno ni a Eduardo Zaplana en el caso Afonsino y el Mar.
Juan Marcelo
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