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Descargo un viernes en Uralita, Sardañola (Barcelona) con carga de Dresde (D) de fibras que haría las delicias a cualquier dietista dudando si incluirlas a sus clientes. Descanso de 24 horas. Un fin de semana y enfilo dirección al Salón Rigat recomendado por vecinos donde lo mejor del beat y pop - me dijeron - se daban cita en dicho Salón.
En esta ocasión, Los Iberos con sus reciente Summertime Girl y Los Relámpagos con su Alborada Gallega. Toda una delicia frotándome las manos. Había el clásico intermedio donde el organizador amenizaba ese tiempo sacando al gilipollas de turno de la audiencia para ocupar ese desierto entre actuaciones y el cabrón se fijó en mí. Me sugirió que contara algo para divertir al público, “lo que se te ocurra, tío – me dijo - que después, tienes libertad para invitar a barra libre a la Fundación de Alcohólicos Anónimos aquí presente que, en la salida, - con lo que te adivino por tu aspecto - se convertirán en Borrachos Conocidos” “Un chiste” “Lo que se te ocurra...tú, sin prisas” “¡A tu bola…!
Salí al escenario con la mente placentera de que horas antes venia de Fuente la Higuera con mi música de The Beatles en mi cabina y ahora me proponía contar un chiste donde en mi rostro todavía aparecen huellas de las hostias que recibí y amistades que perdí después de contar el mismo chiste que era para mí como una fijación en momentos de total desconcierto mental.
Me infundí en un valor que desconocía y empecé con voz tenue, casi ilegible:
“Amigos y posibles lapidadores: Os voy a contar un chiste anteponiendo mi escasa autoestima que ya no me resulta extraña y ya estoy acostumbrado a ella:
“Resulta que un tío va por una calle... Vamos a ver: Resulta que un tío va por una avenida, no por una calle..., no vayamos a confundirnos. Iba caminando, andando a pie que es lo que se suele hacer cuando caminas que tienes que accionar los pies... y en la acera de enfrente...o sea: va caminando o andando a pie y en la acera de enfrente, ve que hay una Biblioteca…, perdón; es una Zapatería. En la acera de enfrente que ya sabéis que está en la otra parte de donde él procede. Para entendernos: el camina por una acera y ve que en la acera de enfrente hay una zapatería. Bien: En la otra parte donde él iba caminando - lo digo para que no os confundáis y ralléis en la obcecación de ubicación que conlleva el desorden de la orientación - para cruzar a la otra parte de la acera donde él estaba que se entiende como parte opuesta donde el caminaba como siempre a pie ya que iba andando y que sería ofensivo por mi parte que volváis a recordaros dudando de vuestra, a veces, - observando vuestro desconcierto - cuestionable imaginación. ¡En una palabra!, iba andando!
Había un paso de cebras donde podía cruzar peatones y hasta personas dotadas de cierta valentía que lo llevaba a la otra acera y esperó pacientemente que cruzaran algunas de esas cebras. Paciente y no vislumbrando cuatro patas con rayas en los lomos, cruzo dicho paso y se encamino hacía donde había visto la Bibliote... ¡la zapatería! Llega el tío a la zapatería y encuentra una puerta de cristal dividida entre Open o Closs. Empuja la de Closs que curiosamente se abrió y al entrar, un fluido de satisfacción allana sus sentidos por lo bien que se le quedó su iniciación del curso de inglés donde se sabe que lo desterraron a la cordillera del Kilimanjaro por hacerlo más engorroso; más difícil y desorbitado que tuvo la virtud de remover de su tumba a Shakespeare. Una vez dentro de la zapatería donde no es difícil de imaginar venden zapatos lo cual es fácil de deducir y no tengo necesidad de exponer para vuestra comprensión la mercancía que evidencia lo evidente, - no voy a poner en duda vuestro conocimiento de que en una zapatería vendan zapatos, ¡hasta ahí podíamos llegar! - el dependiente, joven, portando una camisa playera donde figuraba palmeritas y hamacas impresa de una playa con unos vivos colores de mal gusto nada recomendable para asistir a un funeral donde siempre recordaba a su padre, el Ingeniero de Caminos Sendas y Atajos que le dio por dotar a los autobuses de dos pisos y olvidó subir la altura de los puentes y que una vez cruzado, el autobús se quedaban en uno, de ahí su camisa en que no había bifurcaciones sino que plasmaba la realidad de un litoral sin sobresaltos…,recuerdo a un amigo, Evento Solidario que fundó una ONG para ayudar a la opulencia hispana y que... Perdón, me he perdido. ¿Por dónde íbamos?
Se oyó una voz en la pista de baile de uno que denotaba cierta exasperación, irritación y paciencia que exclamó ¿Recordando quizá a tu puta santa madre…?
¡Ah...si! - me rearmé de valor, tesón y entereza obviando tal ofensiva manifestación y proseguí:
“Las estanterías colmadas de cajas de cartón cuya inventiva nos lleva a considerar que había zapatos dentro y no los catálogos de los discursos de Leire Pajín. El dependiente, el de la camisa playera, cuyo mal gusto ya he enunciado y ha quedado en vuestra memoria lo cual agradezco para que no me condenéis de reiterativo, faceta la cual soy bastante cuidadoso en no recaer en ella y me denigra el llamarme pelmazo, - cosa que no soporto – le recibió con un:
- ¡Muy buenas!
- Muy buenas: ¿Tienen ustedes zapatilla?
- Muy buenas – contesto el comercial.
-Muy buenas: ¿Tienen ustedes buenas zapatillas?
Escuche voces en el recinto, córtalo! ¡¡¡córtalo, coño…!!! ¡Hasta los huevos del tío…!
Salí disparado corriendo hacia la cabina de mi tractora donde me sabía protegido... y es que me meto en cada berenjenal que… ¡y pensar que hoy en día lo puedo contar con bofetones incluidos en mi precipitada e impetuosa salida hábilmente sorteando codazos…!
Juan Marcelo
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