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Mis derroteros y vivencias por la vida, me lleva a la conclusión que de herencia voy a dejar el testimonio de haber persistido siempre en mis errores donde me ha llevado a gozar de pocas satisfacciones y dejar a mis herederos con pocas y solemnes satisfacciones.
Mi padre, insistía en que estudiara Derecho que, según él, tenía muchas salidas…, y es vedad; pero mi tendencia, -aun saliendo por la puerta de atrás -me dio por estudiar Periodismo hoy llamado Ciencia de la Información donde ya me informaron de mis escasos recursos literarios y el consabido “no tiene usted algo más a mano”
La verdad es que me equivoqué no prestando atención a mi padre.
Hoy, como Abogado, podía defender los derechos de Kiko Rivera para indagar y exponer quien realmente era su padre. Llevando los asuntos de grupo musical Alijo Consentido o haber sido el abogado de Cristina Cifuentes en defensa de su eco geográfico Máster.
Tenía muchas salidas la práctica de la abogacía y sus variantes, sin embargo, mi persistencia en aparecer en letras impresas en un periódico, anulaba una toga raída y descolorida, aunque mi entusiasta y fallida entrevista fue a costa de un afilador que lo mismo te afilaba un cuchillo que la punta de un lápiz que seguidamente paso a la papelera del editor.
Otra cosa que también me he perdido a no estudiar Abogacía es el ir con mi divorcioneta por los pueblos “desfaciendo entuertos” de divorciadas sin pensión. Separados en busca de un nuevo amor. Por 150 euros, me hubiera convertido en una especie de Rappel en que los puedo librar - con mi particular embrujo - de su matrimonio en veinticuatro horas y ampararme y beneficiarme en estos tiempos convulsos de convivencia forzosa a costa de un confinamiento. El total desacuerdo de parejas en no descartar una tapa al pedir ensaladilla rusa que tiene la propiedad de servirse ella sola en la mesa. La perenne discusión de que en la tragedia del petrolero “Prestige” él mantenía que el culpable era el barco. La crispación de la pareja donde no llegan a un acuerdo de llevar al Orden Jurídico al martillo que destruyó los ordenadores de Bárcenas o lo que terminó con la carrera política de Esperanza Aguirre fue una crema hidratante; diferencia en opiniones y criterios muy lejanos a llegar a un acuerdo.
También hay que recordar que la pandemia ha dejado su huella y 95.060 parejas solicitaron el divorció mientras yo me dedicaba a escribir. 38.408 parejas pidieron las separaciones mientras yo tecleaba el PC y el “ahí te quedas” es imposible cuantificarlo, mientras yo…, eso.
Me equivoqué: Me equivoqué no elegir la abogacía, aunque los divorcios y separaciones hayan bajado un 19% mayoritariamente entre parejas del mismo sexo aunque debido a mis reconocidos y exitosos conatos que me propongo, a lo sumo me harían responsable de tantos fracasos matrimoniales de modo que, me dejo llevar por el bunker de mi resignación y sigo escribiendo alejado ya de la idea de compartir un “bufete” y asistir encantado a un “bufé” al aire libre que celebra alguien que se haya divorciado
Juan Marcelo
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