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“Hoy parece que tengo una NUBE NEGRA”, eso es lo que dicen ahora los “modernis” cuando tienen un mal día, cuando están “atravesados”, o cuando parece que todo está en su contra. Y no se puede expresar mejor. Todos hemos sentido que hay días sin sol, momentos en los que parece que todos los elementos se confluyen contra ti, en los que todo está oscuro y sombrío.
Lo peor es que llevamos dos años con esa nube encima. Metidos en un pozo inagotable en el que pareciera que todo puede ir a peor. El maldito bicho, no solo ha matado a personas queridas, sino que ha esquilmado nuestro buen humor, nuestras ganas de hacer cosas. Ha contaminado nuestra alma. Todas las conversaciones de nuestro alrededor se tiñeron de pesimismo y mal rollo. Hoy, en el día que escribo este artículo, miércoles de la publicación del BOE en el que se quitan las mascarillas de nuestra sonrisa, doy oficialmente concluida la nube negra de la humanidad.
Estamos en Pascua. Celebrábamos solemnemente que el Maestro ha vencido al mal rollo, el día en que se inaugura el amor eterno. Pero no puede hacerlo solo. Nos necesita resucitados, resurgiendo de las muertes diarias con más vida, con más energía, con más optimismo, con más fe… Porque hay demasiados agoreros de calamidades, demasiados amargados contando penas, demasiados gimoteos innecesarios y demasiados rencores enquistados; y, por desgracia, muy pocas miradas alegres, optimistas, convencidas, amorosas…
La resurrección es un hecho teológico, pero también muy humano. Y a mí me suena a vencer en batallas que parecían perdidas, a levantarse cuando todo indicaba que ya no había posibilidad, a ser capaces de imaginar un presente y un futuro más soleado y sin tanta nube negra encima.
Como dicen mis amigas: “Qué faltica tenemos de echarnos un baile”. Y es verdad. Me quitaré la mascarilla (pido perdón a los miedosos), me juntaré con la gente bonica que tengo a mi lado, cargaré mis pilas con la esperanza cristiana de este tiempo de Pascua y bailaré, cantaré, beberé, rezaré, sufriré, amaré… hasta que la maldita nube negra se haya quitado de mi cabeza.
¡FELIZ PASCUA, AMIGOS!
Ramón Bogas Crespo
Director de comunicación del obispado de Almería
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