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El Teatro Auditorio de Roquetas acogió el fin de semana la representación de la obra ‘El traje’ interpretada por los actores Javier Gutiérrez y Luis Bermejo. Fueron 80 minutos de una comedia negra, donde se produce un espectacular duelo de grandes actores. Gutiérrez está sobresaliente, pero es que Bermejo lo borda. El público disfrutó muchísimo de una obra que es tan buena en cuanto a su texto e interpretación que pasa el tiempo muy rápido.
Junto a los dos actores el protagonista es un traje que habla de los anhelos y las miserias humanas. De esa manera, la obra ofrece momentos para reír, pero hay otros que invitan a reflexionar. El público asistente lo pasó bien, ya que dos actores llenan el escenario a lo largo de un montaje que en algunos momentos parece macabro, pero que es un texto excepcional.
La historia comenzaba en el primer día de rebajas en unos grandes almacenes de la capital. La gente ha entrado en tropel y ha habido un accidente. En las entrañas del edificio, un vigilante de seguridad interroga a un hombre de negocios que vino a comprar un traje y que ha tenido algo que ver con los hechos. Pero ¿cuáles son los hechos, exactamente? ¿Y qué peligro acecha a estas dos personas?
Gutiérrez y Bermejo son dos actores que brillaron en las salas del Teatro de La Abadía con montajes como ‘Argelino’, servidor de dos amos, en el caso de Gutiérrez, que le valió el premio Max de las artes escénicas a mejor protagonista, y, más recientemente, ‘Los que hablan’ de Pablo Rosal con un trabajo brillante de Bermejo.
Es, quizá, Cavestany (premio Max a la mejor autoría por Urtain) uno de los dramaturgos y guionistas más fieles a sí mismo, con una escritura mordaz y honesta para hablar del entorno patético que rodea a los humanos en el día a día. ‘El traje’ es una comedia de tono realista y atroz, en la que se muestra cómo la voracidad del sistema convierte a los humanos en depredadores.
“El traje es una comedia que pusimos en pie hace ya más de diez años. Entonces estábamos todavía padeciendo muy de cerca los efectos de la crisis de 2008 y los casos de corrupción nos escandalizaban a diario. Javier, Luis y yo necesitábamos sacudirnos esa suciedad a base de humor negro. Hoy no sabemos si todo aquello ya pasó, se transformó o simplemente nos hemos anestesiado. Pero los personajes de la obra de algún modo han seguido vivos, querían volver a ese sótano a negociar su posible salvación con ellos mismos y sus fantasmas”, explica Cavestany.
“Así que volvemos con este montaje que aparentemente es sobre un traje, que habla de los anhelos y miserias humanas, algunas congénitas, otros implantados o heredadas a nuestro pesar, y que se propone llevar al espectador por una especie de túnel del terror y la risa de la mano de dos gigantes de la simulación, la verdad y la máscara”, concluía Cavestany cuando decidieron volver a poner en escena esta excepcional obra.
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