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Bajo el título de “Hijas de Isis”, las IV Jornadas de Egiptología se han centrado en las Diosas, reinas y mujeres en el Antiguo Egipto. Tras las conferencias dedicadas en la primera sesión a la vida cotidiana de las mujeres egipcias y al tema de la muerte, con el hallazgo y misterio de la tumba de la reina Hetepheres, la madre de Keóps, se celebraron la 3ª y 4ª conferencia dedicadas al tema de las diosas y reinas del antiguo Egipto, en un salón de actos con un lleno absoluto de público, al igual que en la sesión anterior.
La primera conferencia fue ‘Señora del cielo y esposa de los dioses.’, con Gema Menéndez, profesora de arte de la UNED y que ha trabajado en el proyecto Proyecto Djehuty que se lleva a cabo en Luxor-Egipto y que es una de las grandes especialistas de Deir el-Medina y autora del libro ‘El artista en el antiguo Egipto. Vida y carrera de los pintores de Ramsés I’. A continuación, cerró el ciclo la doctora del Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo Arqueológico Nacional, que ha participado en diversas exposiciones y en diversos proyectos de investigación, Isabel Olbés, hablando de ‘La gran esposa real y las esposas del rey. La realeza femenina en el contexto del Imperio Nuevo’.
Diosas del antiguo Egipto
Gema Menéndez recordó que, según los antiguos egipcios, Atum, el creador del mundo, ya contenía a los “padres y las madres que estaban en él”, un dios hermafrodita que inmediatamente separó los dos sexos: el masculino (Shu) y el femenino (Tefnut), padres del Cielo (diosa Nut) y de la Tierra (dios Geb), que tuvieron dos hijos y dos hijas. Una de ellas es Isis, la primera reina de Egipto, esposa del dios rey Osiris y madre de Horus y de toda la Humanidad. Isis, poderosa, maga, inteligente, la esposa y madre modelo, fue adorada hasta muchos siglos después de que desaparecieran los faraones, y su culto llegó a todas las costas y culturas del Mar Mediterráneo, transformándola el cristianismo en la imagen de la madre y reina regente de Cristo.
“Es una representación de la deidad muy vinculada a la protección materna, madre nutricia, creadora de la vida y la fertilidad, por lo que también se la relaciona con el mundo agrícola, para tener buenas cosechas. También como guardiana en el tránsito de la vida terrenal a la otra vida”, apuntó Menéndez.
De este modo, la ponente hizo un recorrido por algunas de las principales deidades femeninas como Nut -diosa de los cielos y representada en muchas ocasiones con manto de estrellas, protegiendo los sarcófagos como símbolo del paso a la Otra Vida-;las hermanas Isis y Neftis, plañideras y cuidadoras del difunto; Maat -hija de Ra, poseedora de la verdad, justicia y orden cósmico y caracterizada por la pluma de avestruz de su cabez; Hathor -diosa del amor, la música, la danza o el disfrute, que tendrá su símil siglos después con Afrodita; Mut –consorte de Amon caracterizada por la cabeza de buitre en su tocado; Seshat, la diosa escriba, “patrona” de bibliotecas y los historiadores, con un tocado en forma de estrella; Qadesh –de origen sirio, del éxtasis y la sexualidad; o Sekhmet, la diosa leona, de la fuerza, la guerra y el poder, también de la curación.
Las reinas de Egipto: poderes políticos, religiosos y del Harem
De las reinas de los cielos a las reinas de la tierra, Isabel Olbés centró su conferencia en el papel de los dos tipos de esposas existentes en el Imperio Nuevo: la gran esposa y reina, que era la encargada de dar descendencia y dirigir junto al faraón, y las esposas del rey, secundarias, centrando su análisis en la esplendorosa época de las dinastías XVIII y XIX.
“La gran esposa era la encargada de la transmitir la legitimidad de dar los herederos al faraón, le apoyaba como consejera, hace prerrogativas reales y eran las encargadas de dirigir el Harem, donde vivían todas las mujeres que tenían que ver con el reino. A veces esta población sobrepasaba el millar de personas con mucha facilidad”.
Entre otras, la ponencia hizo paradas en las grandes esposas Ahhotep, Tiyi, Nefertiti o Nefertari, con especial mención para Hatshepsut, que ejercicio como faraón en una corregencia prolongada con el faraón Tutmosis III. En ese ejercicio de poder “acabaría adoptando la figura de hombre en las representaciones y también generando la historia de una concepción divina para legitimar su poder”. La eliminación posterior de mucha de su iconografía ha alimentado la controversia de su reinado que, indiscutiblemente, fue uno de los más fructíferos para el Imperio Nuevo en la dinastía XVIII.
La gran esposa del rey era la que gobernaba también en un Harem completamente jerarquizado, donde también vivían todos los niños y niñas del reino “a modo de guardería real, donde a veces se recibía y educaba a los hijos de príncipes de otros reinos a modo de alianza y conciliación”.
También Olbés abordó el descubrimiento y las investigaciones de la tumba de Menhet, Menwi y Merti en Wady Gabbanat el-Qurud. Tres esposas secundarias y extranjeras del faraón Tutmosis III, lo que, de primeras, obedece a una de esas bodas conciliadoras y diplomáticas para fortalecer relaciones con terrenos limítrofes al imperio.
“Podemos asegurar que tenían origen sirio tanto por los objetos encontrados como por los nombres silábicos”. La conferencia profundizó en el ajuar funerario, con elementos relativos de todo el cuerdo, tocados con gacelas (un animal dócil), pulseras gruesas, dediles, espejos y sandalias decorados con capas de oro, escarabeos conmemorativos y facilitadores del tránsito a la otra vida…
En definitiva, todo lo que hace del mundo egipcio una adictiva e inagotable fuente de conocimiento e interés y que Amigos de la Alcazaba potencia dentro de su amplio catálogo de actividades sobre historia, patrimonio y cultura.
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