ATRAPADOS POR EL PESIMISMO

Cada vez queda menos gente que pueda mirar con optimismo el futuro y que vea su vida actual como interesante. No cabe duda que la causa de esa tristeza es la economía y más aún las decisiones de un gobierno conservador, insolidario y reaccionario como el nuestro; un gobierno que permanece insensible ante las necesidades de los ciudadanos y que, además, favorece a las minorías que especulan y sangran a la sociedad a golpe de privatizaciones. Una calamidad de tal calibre sólo puede perpetuarse por quitar a las mayorías lo que les hacía ser un aliciente para vivir: el progreso económico y la seguridad ante el riesgo o la adversidad.
Muchos han vivido esta experiencia desoladora de venir a menos cada día más. Y después de buscar la salida esta situación, a manera de ratoncito de laboratorio, dicen cosas como salir del euro, expulsar emigrantes, acabar con clase política… barbaridades cada cual mayor. Porque muchos olvidan que geográficamente pertenecemos al atlántico norte y no podemos ir por libre a fuerza de extravagancias.
Sí podríamos mitigar el sufrimiento y devolver el optimismo a las mayorías (incluyendo aquí a las silenciosas de la ministra-tapón) si desde un gobierno de izquierda real se nacionalizaran los servicios públicos, la banca y los recursos naturales. Seríamos así más competitivos y más fuertes en este mercado de víboras.

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