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Almería es, entre las capitales andaluzas, la que más servicios públicos municipales tiene privatizados. Si comparamos los costes en los recibos al ciudadano, estos son mayores en las ciudades donde la gestión es privada frente a las que mantienen empresas municipales bien gestionadas. El problema se ha agravado durante el mandato del Sr. Comendador, por el fracaso de dos de ellas, el cementerio y los servicios telemáticos. Ambas, previstas para mas de 40 años, se rompieron de forma prematura tras una pésima gestión. Las empresas han ido a los tribunales acusando al Ayuntamiento de incumplimiento de contrato.
Hace dias se ha publicado la sentencia que nos condena a pagar 5,4 millones de euros a la empresa que mal gestionó los cementerios. Nuestro alcalde, absolutamente responsable de aquella decisión, ha declarado en la SER, que esa multa “no supondrá la creación de nuevas partidas presupuestarias” y por tanto no afectarán a los servicios al ciudadano. Eso no es verdad, ya que no hay forma de pagar una indemnización sin que aparezca en los presupuestos. Habrá que reducir gastos o aumentar los ingresos tributarios, y si se aplaza, se pagan intereses. Luego sí nos afecta a todos Sr. Comendador.
La gestión del cementerio fue privatizada por el Partido Popular en 1998 mediante un “procedimiento negociado” con informes técnicos que no fueron hechos por funcionarios municipales, sino por otra empresa privada. Se le otorgó la concesión a la que menos canon ofrecía y a la más carente de recursos propios. Desde entonces hasta el año 2009, durante mas de diez años, los problemas fueron múltiples, la gestión pésima. Tendría mucho que decir la concejala responsable, hoy senadora y parlamentaria Dña Rosario Soto, que le correspondió esa “lídia”. No lo resolvieron y el alcalde optó por rescindir el contrato de forma ilegal. Ya tenía preparada una nueva empresa, por cierto, ligada a las tramas del PP valenciano, para otorgarsela mediante un rápido proceso sin pasar por el Pleno Municipal. Hoy pagamos enormes tasas todos los usuarios de ese obligatorio servicio.
En esta legislatura, ha ocurrido lo mismo con Telvent, aquella empresa que nos iba a llevar a la constelación comunicativa del nuevo siglo y resultó un fiasco. También nos ha llevado a los tribunales y se espera la sentencia. ¿Donde está el éxito de las privatizaciones? Un viejo refrán dice: “las mentiras tienen las patas muy cortas” y habría que añadir: “más aun si las manifiestan mentirosos compulsivos”.
Diego Cervantes Ocaña
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