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Sólo el laicismo está a salvo. Todo lo demás, incluido el ateismo, tiene que ocuparse de aceptar fuera de lo existente una causa que haya producido lo que hay. Esa causa exterior es, por lo general, Dios. Dios es la autoridad suprema porque es omnisciente y omnipotente, entre otras cosas. A partir de aquí, ya empiezan a generarse los prejuicios, los juicios previos, sobre las interpretaciones, cualquier interpretación, incluida la darwinista –Dios no interviene, pero existe fuera, sin someterse a mutaciones.
El tiempo corre, y en el llamado orbe cristiano, se extiende la creencia que afirma la autoridad divina en los asuntos de los hombres mediante una gracia que otorga a los reyes; un linaje elegido y poco sospechoso de alterar el orden establecido, de modo natural, por Dios. El rey lo es por la gracia de Dios, porque la voluntad de Dios así lo quiere. No deposita su representación como en el caso del Papa, pero rey y Papa gobiernan el mundo acatando su mandato, esto es, imponiendo la visión cristiana y luchando militarmente para que así sea. El rey, pues, está segregado de los súbditos por su propio poder y, aunque de naturaleza humana, su realeza lo diviniza. Quién es, pues, el juez de Mallorca para atentar contra la autoritas divina.
El tiempo corre, y como la vida es producto de la creación y no de la evolución, como algo tan hermoso y fascinante como la vida no puede depender de lo que diga el hombre; Darwin, por ejemplo… la vida es, por tanto, una creación de Dios, un don que sólo Él puede dar y, por tanto, sólo Él puede quitar. De este prejuicio, producto de la ignorancia –como el de la realeza- se desprenden una serie de presiones sobre el gobierno, como pasó con la educación, para que se restablezca la autoridad de Dios en La Tierra, y ahí entra en tromba la Iglesia con Rouco a la cabeza y, como con lo de la Educación para la Ciudadanía, castra todas las posibles interpretaciones de la interrupción del embarazo mediante una imposición fideista, quedando la mujer abandonada a su suerte.
Qué creíais que esto iba a ser para toda la vida, me refiero al progreso y a la sociedad del bienestar. El autoritarismo ha manejado la historia del hombre, y la tolerancia y la racionalidad se han abierto paso, desgraciadamente, a base de sangre. Lo de la autoritas no es una cuestión baladí, fijaos si no, cómo ruge la marabunta. Aterroriza vivir en un país como el nuestro, con ese paisanaje al que hay que echar de comer a parte, como a los perros.
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