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Hemos estado aguantando toda la campaña de las europeas el manido discurso machismo-sí-machismo-no, y no hemos oído nada de Europa, ni de la Neogermania, que es donde está el peligro. Cañete, un personaje de opereta además de insolente, ha sabido engatusar a la oponente, y los dos, a su vez, al resto de las formaciones; una vergüenza. El único europeísta ha sido González, pero quién cree ya a este individuo.
El otro menú, pero ya de la casa, ha sido el habernos sacado del hoyo (Rajoy) con réplica de los recortes por doquier (Rubalcaba). La teoría del hoyo es ante todo oportunista porque hace coincidir la crisis galopante con la gestión de etapa socialdemócrata, y sigue con la versión del hombre salvador de la patria que es Rajoy como jefe del PP. El PSOE nos tira por los suelos y el PP nos salva, como en las películas de aventuras. Nadie se ha tragado el anzuelo, pero sí que ha impedido también el hoyo hablar de Europa.
Nadie habla del bollo que comparten los dos mayoritarios, ocultándose las vergüenzas unos a otros, vaya a ser que los cada vez más desengañados dejen de votar para siempre, o voten opciones poco determinantes. El bollo del poder, del esquilmador bipartidismo (quítate tú para ponerme yo), lleno de corrupción y autoritarismo, lleno de pérdida de derechos y paro, ese bollo que ahora tiene el gobierno anteponiendo la ideología a la prudencia y a la necesidad, y echándole cara a la vida (justicia universal y aborto).
Nos han sacado del hoyo, que no es cierto, pero quién gana. Ganan las minorías insolidarias: los paraísos fiscales, el mundo de las finanzas, la banca, las empresas de los cien y sus guardianes políticos y judiciales. Que sí, que mucho hoyo, pero del hoyo al bollo.
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