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María Isabel Corbalán Martínez. Psicóloga. Mediadora Familiar
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Que muchos matrimonios terminan en divorcio, es ya una evidencia. Hay una gran cantidad de niños que tendrán que sufrir el divorcio de sus padres. Este hecho genera grandes cantidades de estrés y requiere una serie de capacidades y estrategias de afrontamiento.
A lo largo de la vida de una familia, ésta va a tener que enfrentarse a diversas dificultades que deberá resolver. En ocasiones, cuando los mecanismos familiares de afrontamiento del problema fallan, es cuando es necesaria la ayuda profesional.
Tal y como comenta Francisca Fariña, una ruptura de pareja, es precisamente eso, una ruptura sentimental, pero no familiar. Creo que con estas palabras, se sintetiza muy bien la idea de que, una separación debe implicar tan sólo la disociación del vínculo marital por parte de los progenitores, pero no la disociación de la familia, pues éstos están obligados a entenderse por el bien de sus hijos/as.
Cuando las partes no llegan a acuerdos y se producen las separaciones conflictivas, muchas veces se encuentran imbuidos menores que sufren las consecuencias de la ruptura de sus progenitores.
Bajo mi punto de vista lo que genera más sufrimiento, no es el hecho en sí del divorcio, sino el hecho de que los progenitores lo lleven de manera disfuncional. La falta de madurez de algunos padres a la hora de gestionar su divorcio es lo que daña a los hijos realmente. Éstos, en muchos casos, son utilizados como moneda de cambio, se enfrentan a una lucha encarnizada en donde nunca quisieron participar y se convierten en blanco de las hostilidades de sus padres que no han sabido afrontar su separación de manera funcional.
Existen estudios, como el de Orgilés, Espada y Méndez, de la Universidad de Murcia, en el que se hace hincapié en la comunicación y el contacto de los progenitores con los hijos para mitigar las consecuencias negativas de la separación, e incrementar en los menores su seguridad ante la situación.
Podemos decir con esto, que las consecuencias negativas de la separación en los hijos, en general, no se deben al divorcio en sí, sino al mal divorcio gestionado por los progenitores.
Por tanto, es necesaria una responsabilidad parental, porque los padres no se divorcian de los hijos.
María Isabel Corbalán Martínez.
Psicóloga.
Mediadora Familiar.
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