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Qué poca consideración están mereciendo los que piensan que el deber responsable tiene que plasmarse en actuaciones ejemplares, y que poco respeto tienen los que ahogan a golpes o simplemente con órdenes esos deberes colectivos responsables, que, por lo menos, se dejan asomar entre las porras y los empujones, golpes y arrastres de la policía. Qué poca vergüenza tienen esos llamados servidores de la patria que creen velar por nuestra tranquilidad y seguridad, cuando en realidad lo que hacen es perturbar la vida ajena sin otra razón que la autoritaria.
Porque, digo yo, no llego a entender cómo es posible que por blandir un par de banderas al tiempo que se dice “¡Viva la República!”, sea causa suficiente como para que un grupo se guardias se abalancen como verdaderas fieras corrupias sobre ese par de chicas, las tiren al suelo, le quiten las banderas, las arrastren como a los toros en la plaza, las golpeen y encima vete tú a saber si no le iban diciendo “¡zorras, que sois unas putas…!...” , porque no creáis que les dijeron, sin desenfundar el vergajo: “Por favor, señoritas, absténganse de hacer signos ostensibles que puedan ser interpretados como una adhesión a la República”.
Claro que no; sobre todo, no porque hubiera sido lo correcto, sino porque esos tarugos que están en los despachos dando órdenes, son incapaces de asociar la idea del cargo con la de respeto a los demás. Mientras estos golpes se sucedían en la Puerta de Sol, el Rolls de los reyes evocaba esos paseos que se daba Franco por la Gran Vía de cuando en cuando
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